Extraordinario

Los huevos son la mejor cura para la resaca

    Cuando Arthit comienza a despertarse, hay un sabor de muerte en su lengua y le duele la cabeza. No debió haber dejado que Bright lo forzara a beber esos tragos de tequila.

    Mantiene sus ojos cerrados. Arthit no sabe en dónde está y lo último que recuerda es a Kongpob y a sus amigos hablando.

    Arthit puede sentir la luz del sol en sus párpados y su cuerpo se siente pesado, así que respira profundo, acurrucándose en el cuerpo tibio a su lado.

    Un momento...

    Ahora, no se siente muy orgulloso del sonido que salió de su boca que Arthit siente como si un camión lo hubiera atropellado, ni de lo horrible que sabe su boca. Arthit ha pasado bastantes noches con sus amigos como para acostumbrarse a tener un pie en la mejilla y la comúnmente poco apropiada mano en su estómago, pero ver a Kongpob acostado rígidamente a su lado es una cosa diferente.

    Sólo han compartido cuarto, no cama.

—Buenos días, P'Arthit —Kongpob ladea la cabeza y lo saluda como si Arthit no hubiera tenido el brazo alrededor del alienígena hace un rato.

    Arthit intenta alejarse de Kongpob, pero su cabeza palpita, provocando en él una mueca de dolor.

—¿Qué hora es? —Gruñe.

—9:10 am —responde Kongpob—. P'Knot se fue primero, dijo algo sobre ayudar a su madre.

—¿Qué...? ¿Qué...? —Entonces, Arthit empieza a mover sus manos entre él y Kongpob mientras que el alienígena sólo lo mira confundido.

—Si te preguntas qué pasó anoche, te trajimos a la recámara de P'Bright cuando te quedaste dormido —dice Kongpob, dándole la información que necesita, pero eso no es lo que Arthit quiere saber.

—¿En dónde está Bright? —Se distrae mirando el cuarto. Sí es la recámara de su amigo, ha estado allí muchas noches de fiesta durante sus días de universidad.

—La última vez que lo vi estaba durmiendo en el mostrador mientras abrazaba una foto de su abuela.

—Ah —Arthit se muerde los labios. El corazón le late fuertemente dentro de su pecho y no sabe qué hacer con sus manos.

    Gracias a Buda que los dos están vestidos, pero no sabe cómo Kongpob terminó durmiendo a su lado.

—¿Cómo...? ¿En dónde...? ¿Cuánto...? ¿Desde cuándo estás despierto? —Tartamudea.

—Estoy despierto desde las 8 —dice Kongpob y Arthit alza una ceja en su dirección porque el alienígena ha estado despierto ya por una hora.

—Me gusta dormir a tu lado —Kongpob sólo se encoge de hombros como si eso fuera a calmar la tormenta que empieza a formarse dentro de Arthit.

    Se aclara la garganta, rascándose la nuca para mantenerse preocupado.

    Arthit en serio no puede mirar al chico a los ojos. Está demasiado apenado.

    Kongpob se mueve de donde está acostado y Arthit lo observa. Luego, el alienígena empieza a acomodar su lado de la cama, así que él no tiene más opción que obligarse a levantarse también.

    Es domingo y, aunque Arthit no tiene un plan, quiere regresar a la comodidad de su propia casa con su propia cama, de preferencia sin Kongpob a su lado... o no.

—Debemos ir a nuestro hogar, P'Arthit —dice Kongpob mientras dobla la sábana perfectamente—. Tengo que alimentar al Señor Risas o se pondrá de mal humor.