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Una nueva semana había comenzado y ________ se encontraba en la cafetería de la universidad con sus amigos. Todo lo sucedido le seguía siendo muy extraño de procesar, pero estaba hecho; había firmado el contrato de Wooyoung y, esa misma mañana, había sido capaz de pagar sus estudios.

Aunque el simple hecho de haber obtenido una gran suma de dinero tan repentinamente le sacaba de su zona de confort, no tenía remordimientos.

Chris, Sam y J.C reían alrededor de ella, lanzando bromas y trayendo recuerdos a la mesa. Habían pasado casi dos años desde que el grupo de cuatro se había conformado, pero muchas veces se sentían como si se conocieran de toda la vida.
________ adoraba a cada uno de ellos, pues mostraban interés hacia su persona, pero jamás se entrometían en su vida más allá de lo que ella les permitía saber.

Mientras más analizaba su vida, más agradecida estaba de vivirla.

Cuando fue la hora, todos se dirigieron hacia su respectivo salón para afrontar la última clase del día. A ________ le gustaba dedicarse plenamente a la clase, sin distracciones, por lo cual rara vez notaba cuando las horas pasaban. Y aquel día no fue la excepción, en cuanto el profesor dio término a la jornada, arregló sus cosas y dejó el lugar.

Respiró hondamente al estar fuera e hizo una pausa, relamiendo sus labios. Luego comenzó a caminar en sentido contrario a su casa.
El día anterior, luego de firmar y hacer oficial su peculiar relación con Wooyoung, el chico le había indicado que debía mudarse junto a él. ________ no puso objeción alguna -pues no tenía intenciones de comenzar mal ni, mucho menos, veía el problema- y accedió. Entonces, Wooyoung le indicó que solo llevase las cosas que encontrara sumamente necesarias.

De cierta forma, aquello le brindó una oleada de alivio, pues no tardó en notar que, si en algún momento la convivencia entre ambos se arruinaba y necesitaba un respiro, seguiría teniendo su pequeño apartamento con la mayoría de sus cosas. No estaba obligada a nada. 

No había visto a Wooyoung por los pasillos en todo el día, ni siquiera un pequeño rastro de él, pero supuso que era normal, ya que, no era algo que soliese llamar su atención; nunca había estado atenta a ello antes. Normalmente se limitaba a ser ella y su grupo de amigos. Nada le importaba fuera de eso; no tenía motivos para lo contrario.
O así era.

Cuando llegó a la gran casa en la que había aceptado vivir, notó que la puerta continuaba cerrada con seguro. Wooyoung no estaba allí.
Frunció su ceño levemente, con cierta intriga, y buscó en su bolso la llave de repuesto que el chico le había entregado, ingresando al lugar cuanto antes. 

Un escalofrío recorrió su cuerpo en cuanto cerró la puerta tras suyo. Una vez más, la magnitud del lugar se había llevado todas sus palabras. Ni siquiera había pasado una semana, pero tenía el presentimiento de que le costaría trabajo acostumbrarse a todo eso. 

En silencio, ciertamente intimidada por las dimensiones, acomodó su bolso sobre su hombro y caminó por el lugar. Intentando recordar el camino exacto, llegó a su habitación personal y tomó asiento en la cama.

A pesar de todo, Wooyoung le había dado muchísimo espacio. Literalmente.
________ dejó su bolso a un lado, observando a su alrededor y sonriendo leve. Entonces, luego de unos minutos, volvió a levantarse y salió de su habitación, dispuesta a familiarizarse con el lugar; no quería parecer incómoda a cada minuto.

Recorrió los pasillos intentando hacer un mapa mental para recordar la ubicación de todo, aunque por el momento solo sabía que la habitación de Wooyoung estaba al final del corredor, había tres baños en el piso de arriba, la sala principal estaba abajo, al igual que la cocina y... Eso era todo lo que podía recordar.

The Drug of a Sinner | Jung WooyoungDonde viven las historias. Descúbrelo ahora