02.

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—prima, que bueno verte— dijo con una sonrisa y la abrazo— te espero hoy en el gimnasio luego de clase—dijo guiñándole un ojo, yéndose de ahí.

—¿que hay luego de clases?— preguntó la rubia mirando a Veronica.

—entrenan las animadoras— dijo rodeando sus ojos— Cheryl tiene su equipo.

Betty rió—cuando eramos chicas, con Cheryl hacíamos coreografías en las cenas familiares y decíamos que íbamos a ser animadoras.

—deberías intentarlo— dijo Veronica sonriéndole.

En el descanso, Betty caminó hasta la máquina y pudo ver a su hermano hablando con su equipo de fútbol, y a Jughead apoyado en una mesa, hablando con una chica de mechas rosadas, con una chaqueta de serpiente.

—Reggie, de verdad, no puedo creer que Betty sea tu hermana. Es demasiado caliente para compartir genes.

—no seas desubicado, Archie— habló una voz. Betty se giró y vió a su hermano no decir nada, sin embargo miró a Jughead.

—¿quién diablos crees que eres, Jones?—habló—Mejor vete a matar personas como hacen en tu pandilla, y luego tú haces esas cosas con sus cadáveres.

Betty rodeó sus ojos.

—se llama necrofilia, Reggie. ¿Puedes y deletrarlo?

Betty rió y vió como su hermano se levantó para empujar a Jughead contra la máquina, al lado de Betty.

—¡Basta, Reggie!— gritó la rubia interponiéndose luego que lanzara varios golpes.

—Vete Betty— dijo Reggie, pero la rubia se volvió a meter en el medio y empujó a su hermano.

—¿Puedes madurar algún día?— le gritó mientras lo veía limpiarse la sangre que salía de su nariz. Observó a Jughead quién hacía muecas y pudo ver vidrios de la máquina clavados en su espalda—¿estas loco?— dijo.

—oh genial, gracias por defenderme— dijo irónico..

—digo lo mismo—dijo esta enojada— bien que le aplaudias a tú amigo mientras me decía estúpideces, pero cuando él me salta a defender, te atreves a meter con él. Y claro, solo porque te dejó como un ignorante.

Miró a Jughead quien salia de ahí, y fue tras él—Jug, espera— dijo acercándose—¿necesitas ayuda?— preguntó.

Este la miró— actualmente pensé en ir a la enfermería— dijo con una sonrisa—no llegó a sacar los pedazos de cristales de mi espalda.

—te acompaño—dijo ella.

Al llegar a la enfermería, Betty habló:—yo me encargo.

La enfermera asintió y le dejó un botiquín con unas pinzas. Esta se dedicó a quitar los pedazos de cristales.

—debería curar las heridas de tu espalda— dijo.

—¿Quieres que me quite la chaqueta y remera?— preguntó.

—si, bueno, no. En relidad es para curar tus heridas,pero si quieres llamo a la enfermera—Jughead no podía verle la cara, pero sabía muy bien que se encontraba sonrojada.

—esta bien, me desnudaré para ti— dijo quitándose la remera. Betty negó nerviosa y vió su espalda bien formada. Tragó saliva.

—tal vez pueda doler— dijo mientras pasaba el algodón por sus heridas, con alcohol. — de verdad merecía una paliza—habló

Jughead sonrió— creo lo mismo.

—pero no le has pegado.

Jughead asintió—lo sé, y créeme que lo he pensado. Solamente que cuando estuve apuntó de golpearlo, ví tu rostro, ví el miedo en tus ojos, y no pude—confesó, aún sin mirarla.

—mi padre solía pegarme—habló—no demasiado, solamente cuando me encontraba despierta cada vez que el llegaba tarde.

Jughead se giró para mirarla—¿De verdad?—preguntó.

Betty se sonrojo—si me miras, no obtengo la valentía de contarlo.

—lo siento—dijo el dándose vuelta y Betty volvió a curarle las heridas.

—Hay veces que me hacía la dormida, solamente para no soportar aquellos golpes, aunque, solía ser tan sólo uno. Generalmente en la mejilla derecha.—cuando se dió cuenta, lágrimas habían comenzado a salir de sus ojos.— yo, no lo entendía él porqué me hacía eso. Él me había elegido para irme con él a vivir, pero me trataba mal.

—Tal vez no quería perder a su familia—habló Jughead—sin embargo, él la alejaba.

—en parte tienes razón, pero la niña de papá, esperaba que algún día cambiara. Y cuando lo ví, en es estrado, junto al juez, no fui lo suficientemente valiente para admitir la verdad. De esa forma, nadie lo sabe...

—¿No sé lo has contado a nadie?. ¿Ni siquiera a tu madre?

—No.

—Bueno, tal vez esto puede no hacerte sentir sola: desde que tengo memoria mí padre se ausentaba de la casa, se emborrachaba y pasaba todo el día tirado en el sofá. Un día, llegué a casa luego de clase, y mí madre se había ido con lo hermana, nunca me dijeron dónde, inclusive, no se despidieron. Tenía unos 12 años, estaba solo y mí padre borracho. Así que comencé a dormir en el cinema que hay del lado sur.

—Eras muy pequeño—dijo Betty.

—lo era—dijo Jughead riendo— Cuando me comencé a unir más a las serpientes, mí padre cada vez dejaba la bebida, cada día estaba más sobrio. Así qué, decidió retirarse de las serpientes y me dejó a cargo.

—¿Ha dejado de tomar?—preguntó con un tono de emoción.

Jughead se giró mirándola con ternura—¿Esperas los finales felices? —la rubia se sonrojó—pero si, ha dejado de tomar.

Esta terminó de pegar una cinta—he terminado—dijo tomando su mochila.

—gracias—habló Jughead. Betty estaba a punto de irse y se apoyó en el marco—la próxima vez que haya una pelea con mí hermano, has que lo cure a él—dijo sonriendo. Para dejar a un chico semi desnudo con la misma expresión en su rostro.

—¿Puedes ponerte una remera?—dijo Toni aventándosela.— ¿Qué han hecho en la enfermería?

—Cierra tú trasero, Topaz—dijo divertido mientras se ponía la remera.

—Jughead Jones y su aventura con la rubia en la sala de enfermería.

—me estaba curando—habló

—aja—soltó la pelirrosa mirando a su amigo de reojo—borra tú estúpida sonrisa, Jones—lo molestó divertida

—Cállate, Topaz— soltó para caminar.

Territorio prohibido.· BugheadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora