Narra Lisa:
El primer día con mi nueva clase no fue para nada mal. Le di un poco de mi bocadillo a Jennie y pasé el patio sentada en una esquina mientras escuchaba kpop. Me encontraba sentada en el sofá mientras terminaba los deberes de armonía. No podía concentrarme, me era imposible, en la manera literal.
Logré terminar los deberes y me dio mucho sueño de repente. Bostecé y me recosté en el sofá. Cerré mis ojos y traté de dormirme.
—Lalisa—mi madre me llamó—acaban de llamar a la puerta, ¿puedes ir a ver?
No me había dado ni cuenta de que habían tocado el timbre. Me levanté con pereza y fui hacia la puerta. Abrí y vi a Jennie. Jennie estaba en mi puerta, con una camiseta blanca larga, unos jeans y el pelo recogido en una cola. Me quedé con los ojos como platos. Jennie estaba en mi puerta.
—¿Hola...?—dijo al ver lo asombrada que yo estaba—¿Lalisa?
—¡Jennie!—exclamé—¿¡como tú por aquí!?
—Pues verás—dijo—pasaba por aquí y vi que en esta casa ponía tu nombre. Y dije: ¡Vaya, pues voy a ver si Manoban esta aquí! Y si que estabas.
Parpadeé, medio incrédula y emocionada—¡Que bien!
—Bueno eso, solo te quería saludar...—dijo casi girandose para irse.
—¡No!—exclamé—si quieres puedes pasar...
Giré la cabeza y miré a mi madre, que me asintió dándome la razón.
—¿¡Si!?—dijo Jennie—¡gracias, prometo no molestar, Lalisa!
Le dejé paso para que entrara a mi casa. Ella entró y examinó todo con una sonrisa en la cara.
—Tu casa es muy bonita, Lalisa.
—Gra-cias—tartamudeé.
Jennie me pidió si se podía sentar en el sofá. Se sentó y yo me senté a su lado. Mi madre permaneció en la cocina, con la puerta cerrada.
—¿Has hecho ya los deberes, Lalisa?—preguntó. No es que me apeteciera que se pasara la vida llamándome Lalisa...
—Sí—solté.
—Yo aún no los hice—dijo bajando la cabeza. Hizo un puchero. Se veía muy tierna—no sé como se hace... Lalisa-
—Llámame Lisa—dije de repente—¿vale?
—Sí, Lisa—cuando dijo mi nombre noté como me sonrojaba un poquito—¿Lisa me puedes explicar como se hacen los deberes?
Asentí lentamente—ven.
Me siguió hasta mi habitación y ella dejó su mochila en el suelo. Nos sentemos las dos en mi escritorio y saqué de los cajones mis cuadernos. Ella hizo lo mismo, solo que en vez de sacarlos de los cajones obviamente los sacó de su mochila. Los puso sobre la mesa de madera y yo trague saliva. Realmente, Jennie era una chica muy estudiosa. Iba a empezar a explicarle como hacer los deberes cuando su móvil empezó a sonar. Tenía un tono de llamada neutro que llenó toda la habitación.
—Perdona—dijo—es mi madre.
Asentí dandole a decir que no se preocupe y que hable con su madre. Aceptó la llamada y se acercó el móvil a la oreja.
—Mamá—dijo—¿que ocurre? Si, tranquila, estoy en la casa de una amiga, me está ayudando con los deberes...
Me sonrió. Yo le devolví la sonrisa.
—Vale, no te preocupes—dijo Jennie al teléfono—adiosssss
Colgó y volvimos con los deberes. Traté de explicarle lo mejor posible, y ella lo entendió. Empecé a ayudarle con los deberes y me di cuenta de lo bien que me sentía al lado de Jennie. Paró un momento de escribir para ajustarse la coleta y volvió al lápiz. Yo seguía todo lo que ella escribía. Jennie tenía también una letra muy bonita. Mi madre, por su parte, no tardó en entrar a la habitación con la merienda. A Jennie le brillaron los ojos porque según ella, estaba medio muerta de hambre. Nos tomemos un zumo de naranja y unas galletas de chocolate. Después, Jennie terminó sus deberes.
—Gracias Lisa—dijo, satisfecha con su trabajo—¿podemos ser amigas?
—Claro que sí—dije yo sonriendo.
Ella dio palmas y sonrió. Luego, me dijo que era hora de que ella se fuera ya a su casa. Me dio las gracias de nuevo y me abrazó. Jennie olía muy bien, como a esos perfumes caros de las tiendas de perfumería. Yo, en cambio, me tenía que conformar con los baratos de supermercado. Sí, esos que son de agua de colonia. No me puedo permitir mucho más. Jennie se separó de mí y se agachó para recoger su mochila. Se la echó al hombro y yo la acompañé hasta la puerta de la casa. Justamente apareció mi madre.
—¡Oh, hola!—dijo acercándose a Jennie—¿Cómo te llamas?
—Me llamo Kim Jennie, y usted debe ser... la señorita Manoban—dijo Jennie con una sonrisa—yo soy una amiga de su hija, que me estaba ayudando a terminar los deberes. Muchas gracias por dejarme estar aquí.
—Que bonita eres—dijo mi madre—mi hija debe tener mucha suerte de tenerte como amiga.
Mi madre últimamente no estaba para nada bien. Se le olvidaban mucho las cosas y no sé porque.
—Gracias—dijo Jennie. Hizo una reverencia y se encaminó hacia la puerta. Yo abrí—hasta luego, Lisa, hasta luego, Señorita Manoban
—Hasta luego—mi madre se olvidó del nombre de Jennie—¿como te llamabas?
—Jennie
—Vaale, hasta luego Jennie—mi madre rió. Jennie me sonrió y cerré la puerta.
Mi madre se sentó en el sofá y echó la cabeza hacia atrás. Ella ya estaba bastante mayor y yo casi siempre cuidaba de ella, porque tenía miedo de que le pasara algo. Se quedó dormida y yo fui a la cocina a preparar algo de cena. Rebusqué entre los armarios hasta encontrar una tortilla de patatas de esas que se hacen en el microondas y la puse a calentar. Esperé apoyada en la encimera. El microondas terminó y saqué la tortilla. La corté y la serví en un par de platos. Hice de camarera para lograr llevarlo hasta el salón.
—¡Mamá!—dije. No hubo respuesta—¡Ma-má!
—¿Eh?—mi madre se giró—Lalisa, que mayor estás...
Dejé los platos sobre la mesa de cristal. Mi madre se olvidaba de muchas cosas y empezaba a preocuparme bastante.
—¿¡Ya es hora de cenar?! Bueno, vale... ¿cómo te fue en el cole?—me miró. Hice una mueca.
—Mamá, ya voy al instituto...—dije mientras pinchaba un trozo de tortilla.
—Aaaah...—dijo pensativa—bueno, pues ¿cómo te fue?
—Bien...
Mi madre se comió la tortilla muy rápido y se durmió en el sofá. Yo recogí y lavé los platos, la tapé con una manta y me fui a dormir. Sigo convencida de que lo mejor para ella es que la lleve al médico, aunque se niegue en redondo. Es lo mejor para ella y me estoy empezando a preocupar, y mucho.
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¡Hola! ¿Qué tal? Este capítulo tardé bastante en escribirlo, pero acá lo tenéis.
Mi prima me dio bastantes ideas antes de irse. Le quiero dar las gracias y decirle que la quiero mucho.Gracias por leer
¡Bye!