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Narra Lisa:

Jennie y su madre me ayudaron a desempaquetar mis maletas. De ahora en adelante compartiría cama y habitación con Jennie. Estaba bastante nerviosa ahora que sabía mis sentimientos hacia ella. Y pensar que se suponía que me gustaban los hombres... acabe siendo Lesbiana solo por Jennie. Porque yo la amaba. Ella, (obvio), no lo sabía. Pero pensaba decírselo lo antes posible. Cuando au madre salió de la habitación, vi el momento perfecto. Pensé en empezar con indirectas bastante directas...

—Jennie—dije—¿te puedo preguntar algo?

—Sí—dijo—¿dime?

—Tie-... ¿Tienes novio?—pregunté—.

—No. Me gustan las niñas... y de todas formas, no tengo novia—me miró—de momento.

Trague saliva. Le gustaban las niñas... como a mí. Solo que a mí me gustaba una niña en concreto: Kim Jennie.

—¿Y a tí?—me preguntó—¿Qué te gustan, niños o niñas?

—A mí...—tartamudeé—me gustan las niñas.

Alcé la vista para mirar a Jennie. Ella sonrió.

—Vaya...—se sonrojó—Lalisa... eso no me lo esperaba... como en los patios casi siempre miras a un chico pensé que tú...

—¿Eh? Pero no me gusta—aclaré—.

Jennie se sentó a mi lado (yo estaba sentada en su cama). Rodeó mi cintura con sus brazos y apoyó su cabeza en mi torso. Yo me sonrojé. Mis dedos fueron directos a su cabello y empecé a jugar con él sin darme cuenta. Jennie siempre llevaba el pelo desenredado y brillante, además olía muy bien. Jennie cerró los ojos y yo seguí jugando con su pelo hasta que se levantó de golpe. Nos miremos. Ella cada vez fue acercándose más a mi cara.

—Jennie—murmuré—.

—¿Hmm?—dijo acercándose cada vez más a mí.

Quedaban escasos centímetros entre nosotras. Mi corazón iba a mil. No pude más. Lo dije. Se lo dije.

—Jennie te quiero.

Se quedó quieta. Abrió sus ojos y me miró fijamente. Yo me sonrojé más.

—Lalisa...—dijo—déjame besarte.

Mi corazón dio un vuelco. Asentí lentamente. No me creía lo que estaba a punto de pasar. No me lo podía creer. Me besó. Fue un beso lento. El primer beso que había dado en mi vida. Ella besaba muy bien (por no decir genial). Yo como era más bien nueva, no supe que hacer, pero poco a poco, le fui pillando el tranquillo y nuestros labios se movían al compás. El beso duró segundos, y hasta minutos . Nos separamos por la falta de aire.

—Dios...—dijo respirando agitadamente—Lalisa, besas genial.

—V-vaya...—dije—Jennie... ¿porque me besaste?

—¿Tú no habías dicho que me querías? Pues ya está, lo que queríamos las dos....

—¿¡Es mútuo, Jennie!?—Exclamé levantándome de golpe de la cama—T-también te gusto...

Ella bajó la cabeza con una sonrisa y asintió. Casi me desmayo. Me volví a sentar en su cama. Íbamos a besarnos de nuevo cuando escuchemos los gritos de su padre desde el salón...

—¡Jen y su amiga, a cenar!—gritó. Nos separemos y nos levantemos de la cama. Salimos de su habitación haciendo como una especie de carrera para ver quien llegaba antes a la mesa de madera. Yo, de atletismo y todo eso, ganaba a Jennie. Así que llegué antes. Habían fideos de cena y cuando los probé, (a parte de que estaban calientes y bien cocinados) el sabor que te recorría la boca era exquisito y me encantaba. Jennie pareció captar mi emoción, y sus padres también.

—Manoban, ¿que soléis comer en tu casa?—preguntó su madre—.

—Fideos... pero instantáneos... Pizza a domicilio, pescado, comida enlatada.... no es que tengamos mucho dinero—dije haciendo una mueca.

Sus padres también hicieron una mueca. Jennie me miró. Yo la miré. Miré sus labios, que aún estaban rojos y húmedos por el beso. Tenía ganas de besarlos de nuevo. Besarlos hasta que me cansara, aunque yo nunca me cansaría de alguien como Jennie.

—¿Cómo está tu madre, Lalisa?—me preguntó su padre—.

Aparté la vista de Jennie y miré a su padre—Pues... regular tirando a mal...

Al recordar el estado de mi madre, tuve ganas de llorar mucho.

—Ay...—dijo su madre—esperemos que todo acabe bien en tu familia, Manoban.

—Gracias... gracias por dejarme vivir aquí...

—¡No hay problema, Lisa!—me dijo Jennie—eres mi... nov- ¿¡mejor amiga!?

Sus padres no parecieron darse cuenta de que Jennie casi dice que soy su novia, porque estaban concentrados en el televisor. Jennie y yo nos miremos y nos reímos en bajito. Terminemos de cenar y dijimos a sus padres que nos íbamos a dormir.  Jennie se fue a cambiarse al aseo y yo me cambié en la habitación. En pocos segundos, estábamos las dos en pijama. Decidimos que, como eran las nueve de la noche (en su casa se cena a las ocho, porque son así de rutinarios), ver algún que otro capítulo de algún dorama. Sacó de un cajón su ordenador portátil y lo puso en la cama. Nos sentemos en la cama (que era doble) y encendió el portátil.

—¿Qué dorama veremos?—preguntó.

—Yo votó por...

—¡Love Alarm!—exclamemos a la vez. Nos pusimos a reír por la rara coincidencia y ella buscó los capítulos que tenía descargados. Le dio al play y atendimos el comienzo del capítulo.  Todo iba tan bien hasta que Jennie se puso a gritar de emoción al ver una escena de la película.

Yo también grité, aunque no es que me emocionara tanto como a ella. Tiró de mi brazo muchas veces hasta que se hartó. Dejó de gritar y yo reí. ¿Cómo había conseguido yo a alguien tan genial como Jennie? Vimos un par de capítulos y se hicieron las diez. Jennie apagó el portátil. Lo dejó a un lado y se giró hacia mí. Me besó. Un beso cálido y suave.

—Buenas noches, Lisa—dijo separándose de mí. Bese su frente y también me separé de ella para dormir.

Ella se quedó dormida muy rápido, y yo, sin darme cuenta y pensando en mis momentos de felicidad y de dolor que hube pasado con mi madre, empecé a llorar. Lloré en silencio. Estaba de frente a Jennie y ella abrió los ojos al escuchar un leve sollozo.

—¿Lisa...?—preguntó al verme llorar—¿¡Lisaaaa!? ¿Porque lloras?

Me tapé la cara. Ella encendió la luz de la mesilla y volvió hacia mí.

—Lisa... si es por lo de tu madre... tranquila... ni tú ni yo, desgraciadamente, no podemos hacer nada. Los médicos están dando todo lo posible para que ella viva. Pero tú no puedes decaer, Lisa, ya te lo dije. Tú eres fuerte—me cogió de las mejillas y me abrazó.

—¿Jennie, podemos dormir así, abrazadas?—dije en su oído.

—Claro, Lisa—me abrazó más fuerte y dormimos así.

La quiero mucho. Amo a Jennie.

 𝙼𝚒 𝚑𝚎𝚛𝚖𝚊𝚗𝚊𝚜𝚝𝚛𝚊 (𝘑𝘦𝘯𝘭𝘪𝘴𝘢) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora