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Narra Jennie:

La sirvienta, nada más nosotras salir por la puerta, se metió a las habitaciones a recoger la ropa y hacer las camas. ¡Resultó ser útil, porque mi habitación está siempre echa un desastre! Lisa iba un poco distraída, así que le di un codazo mientras subíamos al ascensor.

—Ey, ¿estás bien?—le pregunté. Ella me miró, sonrió y asintió.

—Sí—me dijo. Yo le sonreí también. A veces pienso que la sonrisa de Lisa es pegajosa o algo por el estilo. Yo la seguí mirando y ella se acercó a mí para besar mis labios una vez más. Lisa había mejorado mucho sus besos desde la primera vez. Le correspondí y ella enredó sus dedos en mi pelo. Pero la puerta del ascensor se abrió y las dos nos separemos, dejándonos ver a la señora que estaba mirándonos atónita delante del ascensor. La miremos y nos reímos vergonzosamente. Salimos corriendo del ascensor y de la casa y una vez afuera, nos pusimos a gritar.

—¡Jennie!—dijo Lisa entre riendo y gritando—¡Que vergüenza!

—Tía, que esa es mi vecina...—dije mientras agarraba el brazo de Lisa para que siguiera el camino y no se desmayara en medio de la acera—¿y si le cuenta eso a mi madre?

—¿Que?—dijo ella al instante—Nah, no te preocupes.

Se agarró a mi mano y caminemos. Yo nerviosa y ella tranquila. ¿Que pasaría si mi madre supiera que me ando besando con Lisa, o mejor dicho, con mi hermanastra?... Estábamos metidas en un lío, pero Lisa no parecía darse cuenta. Lleguemos al instituto y pasemos un día normal, solo cambiaba que faltaron un par de profesores. Pero por lo demás, aburrido. En las clases, me temblaban las manos mientras pensaba que podría pasar si mi madre se enterara: ella es muy estricta, y se podría empeñar en que Lisa se fuera de casa, porque según ella, a mí me tienen que gustar los niños... y no es así. Yo tampoco podía decirle a Lisa que no nos besáramos más, porque la quiero mucho...

Lleguemos a mi casa y de nuevo nos subimos al ascensor. Esta vez, solo nos dimos un beso rápido, porque teníamos miedo. Ahora si, la había notado más tensa que antes, porque tal vez, en el sueño que se echó en la clase de geografía, había estado pensando en las mismas consecuencias que yo había estado diciendo antes.

—Como nos pille tú madre...—Dijo. Lo que me dio a entender que ahora si que estaba preocupada—... ¿que hará?

Salimos del ascensor y nos sentemos en un escalón que había delante de la puerta de nuestra casa.

—Puede echarte de casa—susurre. Ella ahogó un grito.

—¡No puede ser!—me abrazó lo más que pudo y yo correspondí—Jennie yo te quiero...

—Yo también... aunque lo mejor será que entremos a casa...—me levanté y ella hizo lo mismo. Las dos entremos a la casa y mi madre ya estaba sentada a la mesa.

Como mi padre casi siempre estaba trabajando, mi madre y la nueva sirvienta estaban a cargo de la casa. Mi madre no dijo nada, esperó a que las dos nos sentáramos, y una vez fue así, nos miró a los ojos. Lisa yo temblemos, y nos preparemos para lo peor, pero al final, no fue para tanto...

—Así que os queréis...--dijo mi madre. Nosotras asentimos tímidamente. Ella suspiró--Jen, ¿por qué no me lo dijiste? A mí, no me molesta que te gusten las mujeres, es más, me agrada, porque sé que tu eres una niña muy libre que nunca ha seguido a la multitud. Y sé que Lisa es una persona muy buena, pero es tu hermanastra.

—Ya...--Dije yo. Las palabras de mi madre fueron las que no me esperaba oír. Me esperaba una bronca o algo del estilo--Pero mamá...

—Señorita Kim--habló Lisa, que había estado callada todo el rato--Jennie y yo... ¿podriamos salir?

—Sí... si eso lo veo bien, lo que no veo es cómo opinará la gente de que dos "hermanas" como ustedes sean novias...--dijo mi madre.

—¿y qué importa lo que piensen los demás!?--dijo Lisa--como tu dijiste, Jennie y yo somos de esas que no siguen a la multitud. ¡Y eso vamos a hacer!

Sonreí. Lisa me abrazó delante de mi madre, sin miedo. Mi madre, al respecto, también sonrió.

—En el fondo, podéis salir juntas, si es lo que queréis, Lisa tiene razón, sois personas diferentes a los demás y eso está bien—dijo mi madre. Tenía muchas ganas de abrazar a Lisa en ese momento, que ahogó un grito. Las dos nos pusimos a gritar como locas y mi madre rió—me ha contado la vecina lo que pasó en el ascensor...

Paremos de gritar para mirarnos entre nosotras. Segundos después, un ataque de risa nos invadió a las dos y nos pusimos a reír como locas. Al final, acabemos por comer en las habitaciones, porque de tanto gritar, nuestra madre nos había castigado. Sí, digo nuestra, porque a partir de ahora, Lisa y yo somos hermanas. Hermanas y novias. Terminé de tomarme la comida y decidí hacer los deberes (se intentó) pero de los nervios, lo único que logré fue romper la punta del portaminas. Nada más termine los deberes, fui a la habitación de Lisa y me tiré a sus brazos. Ella ya había terminado los deberes. Que rabia, ella era muy lista en el fondo. 

Pasé el resto del día encerrada en su habitación. Jugando videojuegos. Pero yo perdí el videojuego y me puse triste. Aunque, allí al lado tenía a la persona más hermosa del mundo: Lalisa. Fue corriendo a abrazarme y a animarme. Hasta en el momento que ya me sentía bien, le dije que seguía triste como excusa para seguir abrazándola. A la noche, dormí en su habitación.

 𝙼𝚒 𝚑𝚎𝚛𝚖𝚊𝚗𝚊𝚜𝚝𝚛𝚊 (𝘑𝘦𝘯𝘭𝘪𝘴𝘢) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora