I. OMEGA

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La noche estaba fría, desde hace un buen rato que ya llovía en la cuidad de Seúl, el viento solapaba muy fuerte y la hacía chocar duramente contra su ventana, él sentía que aquellas gotas expresaban su libertad de esa manera, ese choque brusco que las rompía y la volvía en otras más pequeñas, significaba para él que aquella gota era privilegiada, pues a sus ojos era como si esa gota fuera el dolor y cada que chocaba se divida, aminorando de esa manera aquel sentimiento.

Solo que el no era ninguna gota de lluvia, y no podía aminorar su dolor, si bien se encontraba triste, no podía gritar, ni lamentarse nada, su padre ya le había hecho saber que debería estar callado y encerrado en su cuarto, siendo esa lo mejor opción para él. No solo lo había golpeado, sino que lo llevo a rastras, jalado del cabello hasta su habitación, puesto que el muchacho había sido testigo de como asesinaban a su abuela y nana.

Lo único que ahora lo consolaba en esa noche tan triste era aquel peluche blanco, esponjoso y tan suave al tacto al cual había llamado RJ, que fue un lindo regalo por parte de su abuela.

Era muy irónica la vida pues hace tan solo unas horas, él estaba conversando y contándole chistes a las mujeres de su vida y es que el tenía una nana, ya un poco viejita que era beta, quien se dedicó a enseñarle muchas cosas, y también una abuelita, a quien admiraba con toda el alma, pues era la única alfa que podría amar, le demostró su amor, a pesar de que él era un omega y también a pesar de que sus padres intentaban alejarlo de ella.

Kim Heesun había puesto la tonta excusa de que él bebe, que su nuera pario era lindo, y que eso era suficiente para no deshacerse de él, algo tonto e ilógico viendo de ella, puesto que era muy sabido que ella, con los omegas, no iba, no tenía ningún agrado por ellos, es más, ella misma afirmaba que los odiaba y repudiaba con toda su alma.

Sin embargo, fue aquella alfa, de un estatus social alto, con grades influencias en el gobierno, dueña de varias empresas a nivel nacional e internacional, quien lo salvo de una muerte inminente.

La gente que es nueva en la casa, la gente que solo vive ahí desde hace tan solo unos veinte años, no sabe nada de ella. Por eso muchos de sus trabajadores dicen que fue pena, lo que llevo aquella mujer a salvar a ese niño marcado como omega, sin embargo, sus trabajadores de confianza como la beta que ayudo a criar a Seokjin, son los únicos que saben su verdadera historia. Aquella alfa, hace como unos cincuenta y tantos años atrás había parido un omega, el cual se le fue arrebatado ni bien se notó su marca.

La gente pensaría que, como alfa, ella estaría bien, pues se supone que son los más fuertes de los tres géneros, pero siendo sinceros, al igual que cualquier madre que ansía su hijo con mucho amor, ese hecho la destrozo y la convirtió en alguien fría, eso hasta que nació el bello Seokjin, la alfa no mintió al decir que su nieto era hermoso, pues estaba muy claro que si lo era.

Si bien la propia madre del omega, no lo quería y lo repudiaba, Heesun era otra historia, ella tenia tanto amor para darle, que no dudo ni un segundo en brindárselo. Y fue a aquel omega a quien ella hizo dueño de todo su poder, fue eso lo que enrabio a aquellos los que ella hacía llamar hijos. Fueron sus propios hijos quien la mandaron a asesinar, fueron sus propios hijos quienes, en un intento de evitar aquella desfachatez, no dudaron en quitarle la vida.

Pero el destino es bien perro cuando quiere, y les jodió la vida, no solo al joven omega, sino también a sus hijos.

Nadie podría saber como fue la repartición de dicha herencia hasta que el joven omega cumpliera los 24 años.

Sus padres, quienes se creían "alfas de élite" descendientes de "alfas puros", no eran más que unos desgraciados, segados por el dinero y el poder.

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