XI. JUNGKOOK

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Un lobo blanco se encontraba caminando por los perímetros de la zona de su manada, era de noche, la luna brillaba en la oscuridad de los bosques y lo guiaba hacia un pequeño lago que estaba cerca.

Cuando el Licht reconoció el lugar, recordó que hace algunas noches atrás, había visto a un Dunkel merodeando por aquí, le daba un no sabe que pensar ese gran animalote, era tan creído y debilucho.

Eso lo supo desde el primer momento que lo sintió cerca, gracias a una de las habilidades que su madre luna le otorgo.

Aquel lobo se dispuso a observar el reflejo de la luna en aquel lago, estaba disfrutando la tranquilidad que le otorgaba el lugar, el viento soplaba con la intensidad necesaria para mover su sedoso pelaje.

Estaba contento, las cosas con su manada andaban tranquilas, por ahora no tenía que salir para tratar de conciliar acuerdos de paz entre manadas, todo iba en tanta calma, que el no hacer nada lo aburría.

Él era un alma con mucha autoestima, alegre, travieso, fuerte y protector, nadie podía bajonearlo y mucho menos vencerlo.

Salió de sus pensamientos cuando escucho a alguien hablarle.

—Veo que te gusta el peligro —soltó alguien tras suyo.

—Peligro es mi segundo nombre —respondió el Licht volteando a ver de quien se trataba.

Una sonrisa surcos en su rostro cuando noto que era aquel Dunkel de la otra vez.

El Dunkel soltó una carcajada.

—No te rías Dunkel, pareciera que me subestimas— dijo todo altanero, ese animalote hacía que su cuerpo se estremeciera, no le agradaba esa energía de él.

—Pues como dirían por ahí, las evidencias hablan por sí mismas, no hay manera de que tú puedas ser alguien peligroso—comento el lobo negro, acercándose a él, observándolo intensamente.

—Te crees muy todo, pero es débil —le dijo el omega, ciertamente podría ganarle en tamaño, pero ser pequeño traía sus ventajas y si ese tonto pensaba que lo iba a intimidar estaba equivocado.

—No puedes saber si soy débil o no, si nunca me has enfrentado —respondió enojado el gran lobo negro.

—No necesito hacerlo para saber —dijo acercándose para mirarlo más de cerca y con la misma intensidad que le miro el otro.

El lobo le gruño en advertencia.

—No eres más que un engreído hijo de mamá y papá...

—Gracias, un placer, ¿algo más que deba saber de mí? — le respondió sin dejarlo terminar.

Todo coqueto corto la poco distancia que quedaba entre ellos, lo olfateo y luego le dio una pequeña mordía en el cuello, antes de salir corriendo de ahí.

—¡Ven aquí enano! — grito el alfa cuando sus sentidos captaron lo que hizo ese pequeño ser.

Dios, ¿cómo había caído hipnotizado?

—Atrápame si puedes, ¡LENTO! — le respondió el Licht de la misma manera.

El lobo blanco sabía que aquella acción lo provocaría, olio su poca paciencia desde que entablo una conversación con él. Y es que el hermoso lobo blanco estaba un poco aburrido y hacer "pasear" al alfa un rato por la zona no era mala idea.

Pero con lo que no contó este pequeño ser fue que el gran lobo negro, también se conocía la zona como la palma de su mano, en una de esas en la que lo seguía predijo a donde se dirigiría y lo emboscó.

LET ME FEEL YOU LOVEWhere stories live. Discover now