XXI

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Capitulo 21. Una razón más.

La madre había ignorado a su hijo, seguía mirando la foto como si hubiera sido la recreación de una foto antigua que guardaba en una caja bajo la cama, su hijo la veía preocupada y por primera vez no comprendía la reacción de su madre, paso un minuto y la mayor salió de sus pensamientos, para ver con un brillo a su hijo.

--spencer es momento de un cuento– indico su madre

--tengo 28 años mamá– contesto con burla

--para mi sigues teniendo 8, así que escúchame bien, está es una historia sobre un guerrero y un bibliotecario. . .

{Era el guerrero más joven pero más fuerte, sus tácticas eran increíbles y no había mujer que cayera sus pies, los hombres no se quedaban atrás, pero el no era fan de la atención, a pesar de que la mayoría escogía ser guerrero para eso, el era fan de ese fino bibliotecario que siempre andaba de un lado al otro intentando acomodar los libros, ya había hablado con el, siempre hablaba con el, empezaba a amarlo a él y el bibliotecario no se quedó atrás, pero la guerra empezaba a crecer cada día más hasta el punto que el guerrero se fue sin decir adiós dejando al bibliotecario desamparado, pasaron años y ambos de olvidaron de cada uno, hasta que un lugar los unió, pero el bibliotecario era despistado a pesar de tener una memoria eidetica, sin saber que había estado conviviendo con su guerrero por hace ya un mes}

--fin– termino la mamá viendo a Spencer que estaba con la boca abierta

--¿A qué vino todo esto?– pregunto y su madre rodo los ojos

--pero en serio despistado a niveles que no eran normales– confesó y tocó las mejillas de su hijo –ya mero termina la hora de visitas, pero espérame aquí, tengo que darte algo antes– pidió su mamá y se paró dejando a su hijo pensando

Pasó tiempo y su mamá llegó con una imagen casi rota y desgastada dejandosela a su hijo para retirase nuevamente no sin antes decirle “el guerrero y el bibliotecario eran almas gemelas” .

Spencer sentía los sentimientos en flor de piel mientras iba en el taxi y veía la imagen de su celular y la de papel, no se lo creía, era él, su alfa, su Frank.

--llegamos– aviso el taxista, el Omega pago y se bajó entrando en su departamento, eran ya las 6:09 de la tarde y solo podía pensar en dormir cosa que hizo esperando tener sueños buenos y que el día de mañana diera más respuestas que preguntas.

→perdonen por el capítulo corto←

Una razón másDonde viven las historias. Descúbrelo ahora