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xviii. VENGANDO A LOS PERDIDOS
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NUNCA ANTES HABÍA APRECIADO TANTO MI AMISTAD CON THOR como ahora mismo. En este preciso instante, me genera una inexplicable paz tenerlo aquí conmigo, aunque se encuentre muy molesto e hiperactivo. Va de un lado a otro, mientras yo estoy sentada apoyada contra el tronco del árbol en el que desperté en primera instancia. Le estoy explicando con voz monótona cuánto tiempo estuvo inconsciente y le respondo sus constantes preguntas sobre mi estado actual. Conmocionada sería la respuesta más adecuada, pero por su propia condición prefiero no decirle la verdad, ni revelarle lo ocurrido durante su desmayo. Esto se convertiría en una conversación sin fin en la que debería explicarle punto por punto cada secreto que Génesis decidió compartir conmigo, sumándole a eso las anteriores visitas de Alyssea y Azrael. Amaría contarle para poder compartir con alguien esta cantidad masiva de información que no creo estar procesando de la manera adecuada, sin embargo no tenemos tiempo que perder.
Me pongo de pie de un salto, provocando que sienta un escozor en mi pierna que es ignorado, y me acerco a Thor para detener sus pasos. Apoyo una mano en su brazo, consiguiendo que se sobresalte, ya que no se había dado cuenta que me había aproximado en su dirección.
—En serio tienes que dejar de hacer eso —me reprende, aunque se le forma una pequeña sonrisa en el rostro que siempre logra contagiarme.
—Esta vez no usé mi collar, creo que el que debería prestarle más atención a su entorno eres tú
—O tú podrías toser, aclararte la garganta o llamarme antes de aparecerte de repente a mi lado.
