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xxviii. SUEÑA UN PEQUEÑO SUEÑO DE MÍ
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LA ARENA DE ENTRENAMIENTO SE VACIÓ apenas puse un pie en ella. Al finalizar mi charla con Thor le recomendé que fuera a buscar a Jane para que no se sintiera tan fuera de lugar entre los asgardianos que no la conocen. No me preguntó si quería que le avisara a Rhiannon donde me encontraba y aunque me tentaba la idea de que no me hallara, le pedí especialmente que le informara que iría a practicar con mi arco. Imaginarme a mi amiga sola por ahí, reaccionando de mala manera ante cualquier mirada desdeñosa no me dejaba del todo tranquila. Si no, lo próximo de lo que me enteraría en unas horas sería que había iniciado una pelea en la que ella terminaría consiguiendo todas las consecuencias.
Por suerte, los guerreros asgardianos también desaparecieron de la arena mientras me daban ojeadas nada disimuladas. Rhiannon llegaría en cualquier momento, pero por lo pronto decido tomarme un tiempo de relajación. Despejo mi mente de los problemas en los que estoy metida, de los que me rodean y por sobre todo, de aquellos en los que me veré envuelta más pronto que tarde. Las flechas salen de mi arco, alcanzan el centro de la diana y retornan a mi mano. Una y otra vez hasta que el ritmo se convierte en una canción que repito hasta el cansancio. Es tan automático que me relajo, permitiendo que mi cuerpo continúe con su accionar como si estuviera siendo controlado por alguien más.
O así era hasta que la figura de Loki se interpone entre mi flecha y la diana.
Desvío el arco como acto reflejo aunque sé que es una ilusión, provocando que la flecha termine clavándose en una columna que no hizo nada para merecer mi ataque. Loki se ríe, observando mi ceño fruncido y la exasperada forma en la que digo terug.
