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xx. LOS TRAIDORES Y LA TRAICIONADA
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EL CENTRAL PARK, el gigantesco parque en el que nos encontramos, supera las expectativas que Makena ya de por sí me había alzado. No sé si había notado que necesitaba una amena distracción o su naturaleza hiperactiva la superó, pero todo el viaje hasta aquí se la pasó contándome sobre este lugar y los otros sitios de Nueva York que podríamos visitar si no estuviera a punto de irme. También le insistió a Natasha para que pusiera música de esa banda que tanto le gusta y el único ritmo de las canciones me ayudó a distraerme. Hasta ahora.
Somos el último grupo en llegar, los demás ya nos están esperando con el Tesseract preparado para nuestro viaje de regreso a Asgard. Apenas la caja con ruedas frena, la cual recientemente aprendí que se llama auto, bajo contenta de escapar de ese pequeño espacio. Mi armadura no es la prenda más cómoda del mundo para estar sentada allí y mi arco no para de clavarse en mi espalda.
Camino junto a Makena, Natasha y Clint, observando el paisaje y a las otras personas, ignorando por completo a los hermanos con los que voy a regresar. No he tenido la fuerza para hablar con ninguno, ya que se transformaron en un constante recuerdo de Asgard y todas las mentiras y secretos que me aguardan allí, personificados en mi madre. Esquivo a todos, acercándome hacia el límite con el mar, donde una baja estructura de piedra le sirve de apoyo a mis manos mientras me planteo lo que estoy a punto de hacer. Lo vine pensando durante el recorrido, desde mi pelea con Loki en la Torre Stark, y ya no hay forma de arrepentirme, ni de echarme para atrás. Por primera vez en mi larga vida no siento absolutamente nada. Y ese entumecimiento es mucho mejor que mi usual tormenta de emociones. Es preferible al constante dolor en mi corazón.
