El rubio caminó dando pequeños y lentos pasos hasta llegar a aquella oficina, la cual causaba que su piel se erizara cada vez que se acercaba allí. Abrió la puerta con sumo cuidado y, antes de adentrarse en la habitación, inhaló una gran inspiración y soltó un pesado suspiro de sus labios. Estaba nervioso.
Ahí estaba aquel hombre de pie con ambas manos unidas detrás de su espalda mientras admiraba la vista de la ciudad a través de un gran ventanal de un delicado cristal. El hombre vestía un traje formal: una camisa color blanco adornada con una corbata azul marino y unos pantalones del mismo color. En una de sus muñecas yacía un reloj, mientras diversos anillos, tanto de oro como de plata, adornaban la mayoría de sus dedos. Todo lo que el señor Choi usaba era completamente costoso, probablemente hasta lo más mínimo que vestía era producto de una gran marca, y es que no era para menos con todo el dinero que ganaba. Si es que la palabra —criminal— era digna de llamarse una profesión y, por supuesto, el —ganar— dinero no equivalía a —robar— dinero ni ninguno de sus derivados.
San entró en silencio a la oficina. El hombre, al escuchar a su hijo abrir la puerta, habló.
——Hijo, llegaste —— la voz del hombre se escuchaba serena, pero eso no evitaba que San sintiera pequeños escalofríos recorrer su cuerpo de pies a cabeza; le tenía miedo a su padre, mucho miedo.
El hombre volteó a ver a su joven hijo, que a simple vista demostraba lo nervioso que se encontraba. Le señaló la silla de mármol situada frente al escritorio del mismo material para que el rubio tomara asiento, así lo hizo. Su padre inmediatamente comenzó a hablar.
——¿Tienes alguna idea del por qué te llamé?
El rubio negó con la cabeza. No sabía la razón por la que su padre lo había llamado, pero por lo que fuera, no sería bueno; de eso estaba seguro.
——Te llamé porque tengo un trabajo para ti.
San parpadeó un par de veces al oírlo. Eso era extraño, demasiado extraño.
——Pero... ¿Qué hay de tus hombres? ¿Por qué no les asignas el trabajo a ellos? Como normalmente lo haces... ——preguntó el muchacho arrastrando las palabras con su ceño fruncido.
La idea no le agradaba en absoluto. San no quería involucrarse en los asuntos de su padre y nunca lo había hecho, su padre tampoco se lo había permitido jamás y por esa razón la situación se le hacía extraña. Además, él no quería convertirse en un criminal.
——¡Porque ellos son unos inútiles! ——exclamó estrellando fuertemente las palmas de sus manos contra el escritorio de mármol. La pregunta de su hijo evidentemente lo había molestado——. Harás tú el trabajo y se acabó la discusión. Acata órdenes.
El muchacho no dijo nada más, solo prestó toda su atención en su padre.
——Escúchame bien, San ——le señaló con su índice en forma de advertencia——. Irás a Seúl, te involucrarás encubierto como un estudiante en una de las mejores instituciones de la ciudad. Necesito que encuentres la manera de llegar a ese infeliz.
La mandíbula del señor Choi se había tensado, San podía presenciar perfectamente cómo el bruxismo tomaba protagonismo en la situación.
Iba a hacer el ademán de hablar, pero parecía que su padre se había tranquilizado dentro de lo posible para seguir dictándole las instrucciones.
——Tienes que buscar a un hombre que se apellida "Jung". Será fácil encontrarlo, no debería ser un inconveniente para ti, he oído que es muy famoso en la ciudad.
¿Esto era algún tipo de broma?
San tuvo que parpadear varias veces para asimilar lo que su padre le estaba diciendo, o más bien, le estaba ordenando hacer.
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You. [Woosan] [EN EDICIÓN - PAUSADO]
ФанфикChoi San, hijo del criminal más buscado en toda Corea, tendrá que hacer un trabajo asignando por su padre donde conocerá a un chico que le cambiará la vida.