Capitulo V

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Madelyn perdió la cuenta de todas las tiendas que había visitado. Aunque no compraron gran cosa habían entrado a casi cada una de ellas. Ella lo consideraba como una gran pérdida de tiempo, pero sabía la principal razón por la que estaban allí. Era una forma de anunciar su llegada a Londres, encontrarse con viejos amigos, conocer informalmente a otros, enterarse de los últimos rumores y noticias. Sus ojos iban de aquí para haya sin lograr seguir el gran movimiento y el bullicio que había en las calles. A todos lados veía todo tipo de colores. Chiquillos traviesos corrían de lado a lado esperando conseguir un penique de alguna forma. Altos y formales caballeros pasaban a prisa. De vez en cuando estiraba su cuello para alcanzar su estatura máxima la cual era considerable ya que era bastante alta y echaba un vistazo por encima del mar de plumas y sombreros, y observaba la gran concurrencia de la calle. El trajín de los carruajes se oía por doquier, había carruajes de todo tipo de modelos los cual iban de aquí para haya. Y de vez en cuando se oía el grito de algún caballero anunciando alguna cosa. Se escuchaba el murmullo de muchas conversaciones y se mezclaba con el ruido de fru-fru de la seda. Para una joven acostumbrada a la quietud del campo, esto era demasiado abrumador. Aunque hacia un día soleado y despejado se sentía un ambiente sobrecargado. Empezaba a comprender por qué su padre no soportaba Londres. Estaba cavilando en esto cuando sintió un pequeño tirón el cual venia de la entusiasta joven que la acompañaba, quien reclamaba su atención para que admirara junto con ella un relicario de oro que se exhibía en la joyería por la que pasaban.

- ¿No te parece precioso?

-Realmente lo es- replico saliendo de su estupor.

-Es toda una obra de arte, pero seguramente cuesta una buena suma de dinero- aseguró la madre de Anne al observar el hermoso grabado en oro que tenía.

-Pues sí. Pero creo que vale lo que cuesta. Me encantaría que fuera mío. - dijo su hija soltando un suspiro mientras lo miraba por la vitrina- Miren al parecer se abre y se pueden colocar dos mini retratos dentro de él-

-Eso parece- pronuncio Madelyn.

-Vamos niñas es hora de irse, se hace tarde y todavía no hemos ido a casa de mi vieja amiga Charlotte- dijo con impaciencia la agradable dama a su hija.

Las jóvenes asistieron con la cabeza y prosiguieron su camino mientras caminaban una junto a la otra agarradas del brazo. Anne quien seguía embelesada con el relicario pronto saco el tema a colación

-Es muy bello, pero viéndolo bien realmente no tengo nada para poner dentro de él. Nunca eh sido retratada por nadie y no poseo ningún mini retrato de alguien en especial que quisiera traer en el cuello.

-Lo mismo me pasa, pero al contrario de ti, si eh sido retratada. Fue hace mucho tiempo, cuando nació Corrie. Mi madre insistió en hacer un retrato familiar. Recuerdo cuán difícil fue que Kale posara para el retrato. Mama y Papa le prometieron un poni a cambio de que tratara de mantenerse quieto. Pero aun así no pudo evitar hacer algunas bromas al pintor. Una vez sin que nadie lo notara logro poner un sapo en su sombrero. – contó la muchacha sin evitar soltar una risa al recordarlo. – Enserio admiro la paciencia del pintor, creo que nunca tuvo unos clientes más difíciles que nosotros. En fin, no creo que el retrato lo pueda meterlo en ese relicario-

-Eso te lo puedo asegurar- replico su compañera riendo.

Continuaron caminando de prisa. Salieron de la calle principal y se dirigieron a una lateral. Por fin lady Elionor se detuvo enfrente de un gran caserón y entro por la verja y se dirigió hacia la puerta. Donde un mayordomo algo anciano las recibió y las acomodo en un coqueto salón.

-Oh Elionor, no sabes el gusto que me da verte querida- saludo una bajita pero vivaz dama a la vez que entraba al saloncito.

-Tan atenta como siempre, Charlotte, espero no interrumpir nada. Pero no podía esperar a verte. - le devolvió el saludo su amiga.

Cartas de mi madreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora