Capitulo VI

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Madelyn se paseaba sin rumbo por el jardín, era una magnifica tarde teniendo en cuenta el clima que hay regularmente en Inglaterra y más aún en Londres. Habían pasado algunos días desde su llegada a Londres. En esos días entre las invitaciones a las que habían acudido, las visitas que ellas mismas hacían y las visitas que hacían a las tiendas, aunque solo fuera para verlas y encontrarse con más gente, no la habían dejado respirar. Y mucho menos darse el lujo de sentarse a leer. Aún no habían ido a un baile, ya que lady Elionor se había propuesto no aceptar ninguna invitación de esa índole hasta que llegaran los primeros vestidos de la modista. Pero ya que se esperaba que llegaran esta tarde, por fin había accedido a los ruegos de Anne y acepto la invitación de la baronesa de Nashmud la cual iba a ofrecer un esplendoroso baile en honor al inicio de la temporada, esa noche. Ya que iban a estar muy ocupadas en la noche, habían cerrado la casa a las visitas esa tarde y la vivaz señora había dejado que las jóvenes pasaran tiempo libre descansando y relajándose. Madelyn no desaprovecho la oportunidad y en cuanto tuvo oportunidad se escurrió al jardín junto con su libro. Estaba deambulando por el jardín cuando descubrió una pequeña reja, comprobó que estaba abierta y salió. para su sorpresa descubrió que conectaba con Hyde Park, el parque más grande y más famoso de Londres. Se detuvo un momento para pensar, sabía que lo más apropiado era regresar a la casa y llamar a uno de los criados para que la acompañara y cuidara en caso necesario. Pero prefirió no hacerlo, sabría cómo sobrevivir unas cuantas horas y además no estaba de humor como para estar acompañada. Empezó a internarse en el parque, los rayos de sol le acariciaban agradablemente su pálida piel y el agradable sonido de los pájaros le devolvieron pronto el buen ánimo. Después de deambular sin rumbo por un rato se alejó de los senderos más transitados y siguió un pequeño y encantador sendero que descubrió. De pronto se encontró en un pequeño claro rodeado por altos y hermosos árboles. La quietud y belleza del lugar la dejaron extasiada y por un momento sintió que había vuelto a casa.

-Perfecto, esto es lo que necesitaba -

Se encaramo a un árbol que escogió y se recostó cómodamente en una de sus ramas y se dispuso a leer. Estaba tan sumida en su lectura que el tiempo transcurrir sin que lo sintiera. Pero después de un rato, para su gran sorpresa escucho los pasos de alguien que se acercaba, todos sus sentidos de alerta se agudizaron y rápidamente cerro su libro y empezó a descender del árbol. Estaba a menos de menos de dos metros del piso cuando pese a la prisa que llevaba sin querer piso una rama demasiado débil para soportar su peso y consternada sintió como caía en caída libre. Soltó sin pensar un débil grito y cerró los ojos. Para su desgracia en vez de caer en el piso cayo directamente encima de la persona que al ir el ruido que producía al bajar del árbol se había aproximado para investigar y había llegado justo cuando ella caía. Sentir como caía encima de un cuerpo algo blando y como junto con su peso y el vuelo que llevaba caían los dos al suelo en un gran alboroto fue todo cosa de unos segundos.

-Uh- oyó el quejido de dolor del desconocido.

Madelyn aturdida y algo avergonzada trato de ponerse de pie. Pero al tratar de hacerlo sin querer dio con su rodilla justo en la entrepierna del infortunado caballero. Escucho como una maldición junto con otro quejido de dolor fueron la respuesta a su golpe.

-Señorita, disculpe. Pero haga el favor de ya no moverse y espere a que yo la ayude a ponerse de pie - replico enojosamente el caballero.

-Se lo agradezco, pero creo que ya no necesito ayuda- respondió Madelyn algo frustrada y también asustada mientras trataba otra vez de levantarse.

-Insisto- tercio firmemente el joven, agarrándola por la cintura con suma delicadeza y separándola de su cuerpo y depositándola a un lado suyo.

Madelyn se estremeció al sentir el contacto de sus manos. Observo como él se levantó haciendo una pequeña mueca de dolor y le ofreció su mano para ayudarla a levantarse. La joven tomo con cuidado su mano y se levantó, se sacudió la falda y trato de arreglarse lo más que pudo su alborotado pelo y vestido.

Cartas de mi madreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora