Soltó un bostezo y se estiró en su cama. El recuerdo de cierto marqués apareció en su mente, el día de ayer, gracias al asombroso descubrimiento de la "llave" para abrir el diario de su madre y su respectiva carta que encontró en su interior habían desviado sus pensamientos e había olvidado por un momento la persona de su Alteza. ¿Su visita había sido meramente casual o con el propósito directo de verla? Recordó sus palabras mientras le entregaba la pulsera de su madre. Acaricio con cariño cada frase que habían intercambiado el día anterior a la vez de cada uno de sus fortuitos encuentros pasados, cada uno de ellos habían empezado a tener un significado diferente y especial. Una pequeña esperanza empezó a nacer en su ser. Realmente ese caballero había despertado su interés. Y quería creer que lo mismo había pasado respecto a él, o al menos esperaba que así fuera. Nunca había sido una experta en el arte que caracteriza a su sexo, ya que nunca se había visto en la necesidad de ponerlo en práctica y además, siempre, sin querer, lograba captar la atención de los caballeros de alguna forma u otra. Pero algo le decía que con este caballero algo era diferente. Sin embargo, no era una total ignorante en el tema y su recién experiencia dentro de la sociedad londinense le había enseñado un poco más. Por primera vez en su vida sintió deseos de ser más experta al respecto. Quería llamar la atención de ese caballero en particular. Un sonrojo, que actualmente se había ido haciéndose familiar en sus mejillas, le sobrevino. Era emocionante esta nueva sensación.
Era hora de levantarse, se estiró por última vez y haciendo acopio de toda su fuerza de voluntad se decidió a abandonar su cómoda cama.
Después de que Beth la hubiera arreglado, bajo a desayunar. Tarareo una cancioncilla mientras se dirigía ligera hacia el comedor. No recordaba cuando había sido la última vez que se sentía tan feliz y emocionada. Nunca creyó que venir a Londres causaría ese efecto en ella. Era feliz en casa, pero últimamente todo había caído en una monotonía en su vida. Sin nada que viniera a turbar sus pensamientos o la hiciera sentir, mas emocionada de lo normal. Además, aunque con el tiempo había sido menos, dirigir Kendall House era algo agotador. Ahora en Londres, toda decisión importante recaía sobre los hombros de lady Elionor y era un alivio. Por primera vez, en mucho tiempo, era otra vez la joven Madelyn Collinwood. Se sintió llena de vida. Un sentimiento totalmente nuevo para ella había empezado a nacer en su interior y se sentía bien.
Un hermoso ramo de amapolas la recibió en el comedor, estaba justo a la mitad de la mesa y todos, hasta Edward, lo rodeaban con miradas curiosas. Se detuvo en seco. Esto no estaba en sus planes para esta mañana. Era la primera vez que algo así sucedía. Se preguntó a quién de las dos señoritas de la casa estarían dirigido.- ¡Buenos días! - saludo mientras se daba prisa para acercarse a ellos y les diría una mirada de interrogación.
-Buenos días, cielo. - le respondió lady Elionor, volviéndose hacía ella con una enorme sonrisa.
-Al parecer son para ti- soltó su amigo, captando su mirada.
-¿En serio?- exclamó aún más sorprendida.
-¡Si! ¿Acaso no es lindo? Muero de envidia, eres a la primera de las dos a la que un caballero le envía flores a casa. - replicó emocionada Anne mientras daba palmadas emocionada, pareciendo que era a ella a la que le habían enviado flores en vez de a su amiga.
- ¿Así que son de parte de un caballero?
-Pues claro que sí. ¿Quién más te las enviaría? Aunque, cabe decir, que es un caballero que o te conoce muy bien o tiene demasiada suerte; ya que según recuerdo las amapolas son tus favoritas- dijo Edward mientras la miraba con curiosidad. - ¿Tienes idea de quién sea?
-Si, así es- dijo en un susurro mientras acariciaba delicadamente un pequeño pétalo rojo- Realmente, no se me ocurre nadie en particular.
Realmente tenía a dos caballeros en mente, algo le decía que este regalo estaba muy relacionado con la confesión espontánea que había hecho ayer con lord Wrimaud. Era demasiada coincidencia.
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Cartas de mi madre
Historical FictionMadelyn es la hija mayor del vizconde de Kendall. Su madre falleció cuando ella tenia 17 años, justo a la edad en la que ella iba a ser presentada en sociedad. El luto y sus nuevas responsabilidades como nueva ama de Kendall Hall, hacen que su prese...