Capitulo VII

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Nate estaba conversando distraídamente con su tía Belinda cuando su vista se dirigió vagamente hacia las escaleras del salón por donde entraban todos los invitados. Cuando algo o mejor dicho alguien capto su atención. La reconoció de inmediato. Madelyn. Lucia realmente bella y la observo embelesado mientras bajaba graciosamente las escaleras. Tenía un largo y encantador cabello rubio el cual era algo rizado y hacia juego perfecto con su tez clara, pero a la vez un poco tostada por el sol. Su figura era la perfección de la belleza. Su silueta daba a ver tal gracia y elegancia que incitaba cierto respeto. Su rostro era notable tanto por su perfecta belleza de rasgos como por la singular seriedad y madurez que se daban a conocer en su expresión. Ojos cafés claro que revelaban profunda gravedad de inteligencia, pero si se buscaba un poco más se veía un destello de alegría y bondad. Se percibía un espíritu alegre, pero algo reprimido. Todo, en una palabra, la distinguía del común de las jóvenes, obligando a todo el mundo a volverse para mirarla incluyéndolo a él.

- ¿No te parece? - oyó lo último de la pregunta que le hacia su tía sacándolo de su aturdimiento.

- ¿En que traes la mente esta noche sobrino? - le pregunto su simpática tía al observar su cara que debía reflejar su aturdimiento.

-Lo lamento tía, creo que estaba distraído, ¿qué me decías? -

-Eso veo, no te preocupes nada importante, solo decía que todo luce sumamente hermoso hoy-

-Ya lo creo que si. Realmente la baronesa se ha vuelto a lucir, todo luce excelente.

-Incluyendo a las muchas jovencitas que se dieron cita hoy- dijo intencionadamente su tía quien sin que nadie se lo pidiera había tomado voluntariamente la tarea de casarlo esta temporada.

-Aquí vamos de nuevo, tía apenas empieza la temporada llevemos la fiesta tranquila, además estoy aún muy joven para pensar en el matrimonio-

-Pues veintisiete años no son pocos, tu padre a esa edad ya te tenia a ti-

-No es necesario que me lo recuerdes, pues lo tengo muy presente-

-Oh vamos no pongas esa cara, solo quiero lo mejor para ti y además recuerda que necesitas un heredero.

-Créeme que lo tengo muy presente y agradezco tu preocupación, pero si me caso va a ser por más razones que por esa sola.

-Claro que sí, no esperaría nada menos de ti, pero la vida es corta y es mejor siempre estar prevenido.

-Estoy consciente de ello. Bueno estamos entre mucha gente y mejor hablamos este asunto en otra ocasión.

-De acuerdo, pero recuerda que tarde que temprano tendrás que pensar seriamente sobre el asunto.

-Lo sé, lo sé y cuando llegue el momento y la indicada te lo haré saber enseguida- le prometió dándole un pequeño apretón cariñoso en sus hombros- ahora si me disculpas acabo de ver llegar a un amigo que no veo desde hace algún tiempo y deseo ir a saludarlo, pórtate bien tía mientras no estoy-

-Oh eres incorregible pero, aun así, no sé porque te quiero- le despidió dedicándole una sonrisa.

Le devolvió la sonrisa y se alejó mientras se abría paso entre el abarrotado salón. Sabía muy en su interior que su tía tenía razón, se iba haciendo mayor y tarde que temprano tendría que casarse si pensaba tener una familia. Sin querer sus pensamientos volvieron a la bella muchacha que había ocupado sus pensamientos hace unos momentos. Oyó los primeros acordes de parte de los músicos. El barón de Nashmund junto con su esposa abrieron el baile y pronto se empezaron a formar joviales parejas en torno suyo. Pronto identifico a la joven de esa tarde entre las parejas de bailarines, bailaba con cierto caballero que luego identifico como el vizconde de Cranstone, tenía que admitir que ella bailaba con gran soltura y elegancia.

Cartas de mi madreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora