Capitulo IV

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Amaneció en su primer día en Londres. Madelyn se desemperezo y medio adormilada observo como Beth, su doncella particular que había venido junto con ella a Londres, se afanaba en acomodar su habitación y abrir las persianas de su alcoba.

-Buenos días señorita-

-Buenos días Beth-dijo Madelyn mientras se incorporaba y se bajaba de su cama.

-Parece que hoy tendremos un día excelente- opino optimistamente Beth mientras la ayudaba a vestirse.

-Eso parece-

-Eh acomodado ya casi todo su equipaje, espero que todo sea de su agrado-

-Oh si, muchas gracias Beth- agradeció Madelyn admirando la habitación que se le habia asignado pero que la noche anterior no había logrado admirar gracias al cansancio y la hora.

Era una habitación muy cómoda, ni muy grande pero tampoco muy pequeña. Contaba con tres grandes ventanas que dejaban pasar agradablemente los pálidos rayos de sol matinal hacia la habitación y el aire veraniego que impregnaba la habitación de un olor a limpio y matinal. Contaba con un pequeño escritorio con su respectiva silla. Un tocador bellamente adornado. Un gran armario tallado en madera de caoba. Dos grandes alfombras en el piso daban un aspecto muy acogedor a la habitación y la cama que se situaba justo en medio de la alcoba hacia un conjunto muy coqueto con las cortinas y alfombra. Y dos pequeñas mesitas de noche a lado de su cama completaban todo el mobiliario de la habitación. Mientras admiraba su habitación, un objeto que estaba en una de las mesitas capto su atención. Era el joyero o de su madre que le entregara su padre antes de partir. El cual no había tenido tiempo de examinar a fondo pues no había podido darse un momento privado de hacerlo. Ya que Beth había terminado de arreglarla, le dio las gracias y la despidió. Cuando Beth hubo salido se dirigió hacia la mesita y tomo el joyero en sus manos mientras se sentaba en su cama. Presiono levemente la tapa para abrirlo y admiro lo detallado que estaban cada cajoncito y el propio joyero. Todo estaba perfectamente lijado y acomodado. Era el trabajo de un profesional y Madelyn se preguntaba cuanto tiempo había pasado para que lo terminaran. Ya casi había terminado de examinarlo cuando toco el fondo y para su sorpresa descubrió que era un fondo falso. Con cuidado lo levantó y aun mas sorprendida descubrió una carta bellamente aderezada. Saco la carta y apartó el joyero hacia un lado de ella. Una lagrima curso su rostro al leer la temblorosa letra de su madre, A mi querida hija Madelyn. Lenta y emocionadamente dio vuelta al sobre y lo abrió con cuidado. Desplego con cuidado el pliego de papel delante de sus ojos y se dio a su lectura.

Oh mi niña querida no sabes el trabajo que me ha costado empezar esta carta. Y si la estás leyendo en este momento significa que yo ya no estoy en este mundo. Pero no llores por mí, cariño, pues estoy mucho mejor y mi único dolor es que los eh dejado. Pero confió en que los eh educado bien y que podrán seguir su camino. Y sé que estaré orgullosa de las mujeres y hombres en que se convertirán. Hace poco eh comprendido que me queda poco tiempo y eh decidido escribir esta carta. Dándote consejos que no podre dártelos en el futuro. Mi pequeña mujercita, esfuérzate en seguir los principios que hemos inculcado desde edad muy temprana tu padre y yo. No te dejes llevar por vanas pasiones juveniles. Respeta a tus mayores y déjate guiar por ellos pues no por nada han vivido y conocido más. Se educada hacía con los demás y así serán educados hacia contigo. Busca siempre lo correcto, aunque no sea de momento lo mejor. Lo bueno tarde que temprano ganara, nunca lo dudes. Ten sanas y correctas amistades. Las peores cualidades en una joven son ser consentida y orgullosa, cuida que nunca sean encontradas en ti esas cualidades. No te des a los chismes y a los prejuicios pues nada bueno sale de ellos. Busca cultivar en ti buenos sentimientos hacia los demás. Se bondadosa y misericordiosa con los que están debajo de ti. Cuida bien este tesoro dentro de ti misma: la bondad. Saber cómo dar sin dudarlo, cómo perder sin arrepentimiento y cómo ganar sin mezquindad. Busca cada día crecer más en sabiduría e inteligencia pues estas son las verdaderas bellezas de una persona y las cuales pase el tiempo que pase, nunca se marchitan. Ama a los demás y serás amada. Sigue cuidando y cultivando estos bellos sentimientos y cualidades que tienes como lo has hecho hasta el día de hoy, pero sobre todo trata de cada día mejorarlos. Mi niña tu padre y yo estamos orgullosos de ti y sé que sabrás como hacernos aún más orgullosos de la mujer que serás en un futuro. Espero que guardes las palabras de tu querida madre en tu corazón y nunca las olvides. Nunca podré olvidar el amor que produjiste en mi cuando te vi por primera vez y el que produces ahora. Tal vez me haya ido pero espero que mi vida no haya sido en vano y haya podido dejar un gran ejemplo para ti, Kale y Corrie. Cuida a tu padre y a tus hermanos y ten paciencia con ellos como siempre la has tenido. Espero que te guste este pequeño presente que mande a hacer especialmente para ti y que cada que lo veas sea un recordatorio de lo mucho que te amaba tu madre. Mi niña no llores por mí pues puedo asegurarte que me voy de este mundo satisfecha de lo que logré e hice. Y espero que un día tú puedas decir lo mismo. Sigue sonriendo con esa gran sonrisa que siempre te fue característica y que tanto me gustaba. Disfruta de esta vida pues te puedo asegurar que es demasiado corta para desperdiciarla. Todos los besos son para ti, todos los abrazos para ti, pero solo quiero de ti que me ames por siempre como yo a ti.

Tu madre

-Te amo mamá- dijo suavemente Madelyn cerrando con gran cariño la carta y poniéndola cerca de su corazón.

Las lágrimas afloraban de sus ojos suavemente. Había leído a intervalos la carta pues la emoción y las lágrimas la habían hecho detenerse muchas veces. Después de estar en esa posición por un rato recordó que la esperaban abajo para desayunar por lo que con especial cuidado guardo la carta en el joyero de nuevo y lo acomodo en su lugar. Se secó con cuidado las lágrimas, se lavó la cara en el pequeño jarrón que había por allí y se compuso el vestido y el peinado. Después de unos minutos, cuando se verifico que estaba lo bastante repuesta para bajar salió de su alcoba. Bajo las escaleras con renovado ánimo y se dirigió hacia el comedor.

-Buenos días a todos- saludo con ánimo Madelyn.

-Buenos días Madelyn- le devolvió el saludo Anne mientras pasaba cerca de ella.

-Buenos días Mad- pronunció Edward volteando a ver a su amiga y percibiendo en su semblante los pequeños rastros que habían dejado su llanto le dirigió una mirada interrogante.

Madelyn le devolvió una mirada tranquilizadora y él se contentó con eso de momento.

-Buenos días querida, espero que todo sea de tu agrado y hayas podido descansar anoche- dijo lady Elionor mientras Madelyn se servía algo para desayunar.

-Si todo es perfecto, gracias de nuevo lady Elionor-

-Me alegra que así sea. Anne has el favor de sentarte derecha-

-Si madre, lo siento- pronuncio Anne.

-Una dama nunca debe de perder la compostura, recuérdenlo- aconsejó lady Elionor sonriendo- entre otras cosas, Madam Burnet la modista me ha enviado una tarjeta esta mañana asegurándome que llegara al mediodía de hoy-

-Excelente, no puedo esperar- exclamo Anne emocionada.

-Ya que en la tarde estaremos algo atareadas con la modista que os parece si nos damos algo de prisa en desayunar y salimos a visitar y a dejar nuestras tarjetas de presentación en casa de algunos cuantos amigos y conocidos- propuso la madre de Edward.

-Me parece buena idea- concordó Anne.

-A mi igual- replico Madelyn con una sonrisa.

-Bueno ya que veo que estáis llenas de planes para hoy creo que mi presencia no os será necesaria. Así que si me necesitáis estaré en White's- anuncio Edward sonriendo, quien había estado leyendo el periódico tranquilamente

White's era uno de los más prestigiosos y famosos clubs londinenses, donde la más alta sociedad de caballeros se reunía a fumar un puro, beber un trago, apostar, leer el periódico y relajarse y enterarse de las ultimas noticias de la flor y nata de Inglaterra. Y era un lugar que muchos caballeros utilizaban para refugiarse de ella precisamente.

Planear cada aspecto de la mañana, contarse las ultimas noticias y terminar de desayunar fue cosa de algunos minutos. Y después cada quien partió hacia sus asuntos matinales.

Cartas de mi madreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora