Ya estaba anocheciendo, pero no había forma de que Dalfe lo supiera. Se encontraba junto con todos en el sótano. Las luces estaban encendidas y las mochilas alineadas contra la pared. Al principio los niños estaban muy agitados; pero después de dos horas, el aburrimiento y el cansancio hizo que se les olvidara. Algunos comenzaban a quedarse dormidos y era trabajo de los mayores mantenerlos despiertos; no sabían cuando tendrían que salir corriendo.
Arrael se encontraba en la entrada del salón de juegos esperando la señal de Mome. A pesar de estar más serio de los normal, se veía muy cómico cargando con Silvia en una cangurera. Jalin, por su parte, se encontraba martillando tablas para cubrir la entrada de la cocina, ya habían sellado la puerta oculta detrás de la alacena. Pero querían ser precavidos y no dejar a los soleados alcanzarlos. Dalfe sin nada más que hacer decidió ayudarle, para que no lastimara por accidente a Lyo.
Cada segundo que pasaba Dalfe se impacientaba cada vez más. Los últimos dos días había buscado alguna forma para no tener que dejar el instituto, alguna oportunidad para que todo siguiera igual, pero no había encontrado nada y continuaron con el plan. Ahora la chica no podía esperar por irse y dejar ese sótano que la ahogaba de angustia.
-¿Cuánto más tiempo crees que tengamos?- Pregunto Dalfe con clavos en la boca y un martillo en la mano.
El chico desocupó sus manos y dijo [poco-concéntrate]. Tomó otra tabla y se la paso a Dalfe. El movimiento brusco despertó a Lyo que colgaba del pecho de Jalin y había comenzado a refunfuñar, como un enano malhumorado. El chico se percató y lo meció de arriba a abajo para tratar de volver a dormirlo, con un rostro aún más malhumorado que el de Lyo. Dalfe sonrió con ternura y continuo con su tarea sumida en sus pensamientos.
Después de la media hora más larga de su vida, escucharon un estruendo de metal contra piedra. El portón principal siendo derrumbado. Todos se colocaron sus mochilas y esperaron la señal, con una determinación inesperada; como un atleta justo antes de un partido. Eran salvajes, estaban listos y pelearían hasta el final.
-¡Ahora!- Grito Arrael al borde de la escalera. Telma quito la lámina que separaba el sótano del túnel de escape, esta choco contra el suelo con un gran estrépito, y todos corrieron a través de el.
Telma y Jalin guiaban la marcha, mientras que Kolen se quedó en medio, por si alguien se caía. Y finalmente Dalfe y Arrael se quedaron atrás para asegurarse de no dejar a nadie.
Dentro del túnel la temperatura bajó abruptamente, el olor de minerales y humedad impregnaba el lugar. Estaban completamente a oscuras, guiándose únicamente por la linterna que Telma cargaba. El túnel solo estaba sostenido por una que otra viga de madera y por lo demás solo era piedra desnuda. Había sido construido hacía unos años, para este mismo propósito. Era tan extenso que abarcaba varias cuadras, en dirección opuesta a la costa. Su destino era un edificio abandonado, cuyos dueños insistían en vender a un precio exorbitante por lo que nadie lo quería comprar.
Estaba lleno de basura, resultado de las múltiples fiestas clandestinas que adolescentes realizaban ahí. Algunos techos y paredes habían colapsado dejando un rastro de escombros y proyectando sombras extrañas. El suelo estaba lleno de objetos afilados y grandes con los cuales tropezarte y caer. Un lugar nada apropiado para niños alborotados; por ello no se había usado antes.
Los pequeños más lentos salieron del subterráneo, custodiados por Arrael y Dalfe. Éste pidió que todos retrocedieran lejos y tiró la viga de madera que sostenía el túnel, generando una reacción en cadena que lo derrumbo por completo. Así nadie los seguiría y la distracción de Mome valdría la pena.
Momentos después de que el polvo se dispersara y los niños dejaran de toser, formaron los grupos. Una mitad de los chiquillos serian guiados por Arrael, Kolen y Dalfe; mientras los otros serían guiados por Jalin y Telma. No era de su agrado separarse, pero su grupo de ojos amatista llamaría demasiado la atención; además de que se moverían más rápido de esta forma. Habían colocado a los gemelos Silvia y Lyo en diferentes grupos a propósito, como una promesa silenciosa de que volverían a encontrarse, por lo mismo nadie se despidió.
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Vida Salvaje
FantasiLa magia es peculiar y encuentra la forma de poner todo en su lugar. Los "depredadores" solo asesinarán Los "salvajes" siempre combatiran Los "soleados" nunca se rendiran Y ninguno terminara por ganar.