10. Zakariah

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VERSIÓN BORRADOR ( EN LA VERSIÓN A LA VENTA HAY ALGUNOS CAMBIOS, ESCENAS EXTENDIDAS, EPÍLOGO Y UN EXTRA)

Despierto al alba. Faltan un par de horas para ir a entrenar, me froto los ojos y noto de nuevo su ausencia. Me dejo caer sobre el colchón resoplando, pierdo la mirada en lo que se puede ver de la noche a través de las ventanas, no corrimos las cortinas, no hay quién fisgonee desde ahí.

Evoco todo lo ocurrido y ya no sé qué pensar. Luce distinta, no solo en lo obvio sino mucho más allá, sus ojos no son como suelen, sus maneras, sus respuestas, aunque la siento más pasional esos días que en todo el tiempo que llevamos casados y es que aunque siempre hemos sido muy activos, ahora no puedo estar fuera de su cuerpo de la forma más literal que existe.

La mañana fue una patada en el culo después de esa discusión en la que al cabo de las horas le di la razón, fui más allá y no debí, ella está haciendo un esfuerzo y no puedo pedirle más, no tengo derecho, compartimos la vida, no puedo hacer que viva como yo lo deseo. El resto del día no supe nada de ella, solo le pregunté a Awdry, como el día anterior, si había ido a casa la respuesta fue la misma: no apareció en todo el día. Más de una vez estuve tentado en buscar a Camila, me abstuve, eso sería una absoluta intrusión y el tema no era ella, sino yo.

¿Qué quería de Desa? ¿Si no era lo que esperaba por qué no me alejaba y terminaba con ello? La respuesta llegó mientras tomaba café en mi oficina y contemplaba una foto suya. La tomé entre mis manos y pasé un dedo por su rostro. No podría, no puedo, es más fuerte que yo, mucho más y ya no logro imaginar un día sin sus ojos, sin sus arrebatos, sin sus sonrisas u ocurrencias, no quiero, pero temo dañarla. Provengo de situaciones tétricas, espantosas, he visto cosas que jamás hubiese querido presenciar e hice, en mi adolescencia, otras que me perseguirán por siempre. Soy duro, he creado una coraza alrededor de mí que puede estarla dañando con mis exigencias, con mis expectativas, pero por mucho que intento, más que eso es la desesperación que me genera muchas veces percibir en su interior miedo a dejarse fluir, a mostrarse pese a parecer que lo hace sin problema y tengo esta certeza de que cuando eso con lo que se protege, caiga, encontraré lo que siempre he tenido la seguridad que es.

Por otro lado, cómo puedo pretender que se muestre cuando yo no lo hago, pero no me siento listo para hacerlo aún. Duele, además, es algo que deseo enterrar por siempre, que no quiero que me determine aunque lo hace sin remedio.

Me levanto para traerla de nuevo a la cama, voy al sitio donde la encontré la semana anterior. No está, pero estuvo ahí, noto por los audífonos y el foco del laptop titilando. Abro los otros dos cuartos, nada. Bajo despacio, es tan atípica, podría encontrarla dormida en el lugar más extraño, ya fui testigo de ello, pues al inicio me agobiaba, con el paso del tiempo comprendí que así era Desa; difícil para dormir. Atino, está sobre la repisa de la cocina, con las piernas enrolladas por sus brazos, la cabeza recargada ahí en dirección al jardín. Suspiro, lleva mi camisa y su braga, noto pese a la oscuridad. Sacudo la cabeza contemplándola por un momento. En serio esto no está bien, pero se ve tremendamente mujer y dulce ahí, me genera intriga y ternura a la par. Me acerco, acaricio su cabello, no se mueve, debe estar ya dormida, la tomo con cuidado y la arrullo como a un bebé cuando se remueve. La camisa deja poco o nada a la imaginación logrando con ello que bese su frente. Siento demasiado por esta mujer, siento todo en realidad, comprendo cuando la arropo calentando su cuerpo frío.

Despierto y ella descansa a mi lado, no sé si sea buena idea con las pocas horas que descansó preguntarle si irá al gimnasio, decido que no y me dirijo al baño, al salir la veo somnolienta vistiéndose, tiene ojeras, el cabello enmarañado.

—¿Pensabas ir sin mí? —me recrimina haciéndose una coleta.

—Te encontré en la cocina, dormida —le respondo con suavidad. Me mira por encima del hombro, turbada, sé que le apena esa atípica costumbre.

Más de ti • LIBRO I, BILOGÍA MÁSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora