32. Desa

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—¿Quién es? —pregunta una de ellas. No le respondo porque dejo caer la brocha sobre el papel que cubre el piso debido a la impresión, a mi necesidad de él y me acerco sin saber qué esperar, pero decidida.

No tengo una maldita idea de qué hace aquí, de cómo dio conmigo, en este momento no puedo pensar con claridad, solo puedo ser consciente de sus ojos sobre mí, de su manera fiera de estudiarme, de su postura segura, llena de aplomo, de su enorme cuerpo listo para lo que sea. Dios. Cuánto lo amo.

—Yo... —empiezo cuando lo tengo a tan solo un paso. Mi garganta escuece, mis ojos pican y todo mi cuerpo se siente trémulo—. Debes escucharme —le suplico dando otro paso temiendo que lo retroceda.

Soy consciente de todas las miradas sobre nosotros, pero me importa un carajo, solo puedo centrarme en él, en eso que despierta, en eso que genera, en esta mujer que ha despertado sin saberlo. No consigo seguir hablando porque me toma por el cuello, baja la cabeza y me besa con una ternura voraz que barre con todo dentro de mí. Gimo al percibir su maravilloso sabor adentrándose, perdida en las sensaciones.

Dios. Dios.

De pronto se separa y pega su frente a la mía, suspiro ante lo que ocurre.

—Tú eres única y te amo... te amo muchísimo, Desa —asegura con voz gruesa y cada palabra dicha entra en mí, viajando por mi piel, mi sangre y desemboca en mi estómago que se aprieta junto con mi garganta. Sollozo inconscientemente anonadada y, de pronto mis ojos escuecen y soy consciente de que una lágrima sale, luego otra, otra y otro sollozo más fuerte y me rompo a llorar como nunca lo he hecho, ahí, frente a él, frente a todos, después de haber escuchado lo más hermoso que me pudo haber dicho. Me sacudo sin poder contenerlo, ¿qué pasa? Su cuerpo grande me rodea mientras yo cubro mi cara sin poder contener el torrente que me embarga.

No lo puedo creer... chillo en el peor momento y no lo logro parar porque todo dentro de mí está despierto, porque siento que todo lo que soy emerge, porque lo tengo a mi lado, porque no sé qué ocurrirá pero sé que se quedará aquí, porque siempre lo ha estado.

—Des —escucho que me llama, está agachado, giro el rostro. Ya empapé su sudadera—. Estás llorando —dice con la voz más tierna que le he escuchado, aliviado. Asiento sorbiendo la nariz pero en medio del llanto apenas si puedo distinguirlo. Sonríe y besa mi cabeza con aprensión—. Te amo, mi sol —escucho otra vez y lloro aún más perdida en su aroma, en la seguridad de los únicos brazos en los que quiero estar.

No sé cuánto tiempo duramos así, pero el llanto no cesa. Me busca separar pero lucho para que no lo haga.

—Deberías llevarla a casa, necesita descansar —escucho la voz de Steve. A regañadientes salgo de mi lugar seguro y lo miro, hipeando, me tiende un trozo de papel para que me limpie el rostro, sonriendo—. Soy Steve —se presenta con seguridad y yo me quedo pasmada. Me separo temblando cuando veo que él le regresa el gesto, educado, agradecido incluso.

—Es un gusto —responde mi marido dejándome estática. Lloro sin cesar como una tonta, Riah no me suelta.

—No es lo que piensas —murmuro chillando, me mira fijamente.

—Es mucho más, mi sol, y quiero saberlo todo por ti —expresa con tono suave que me desarma.

—¿Cómo, por qué? —pregunto sin entender nada lo que ahí pasa. Juré que si Zakariah lo conocía así lo mataría, pero luce civilizado.

—Le dije todo a Kyroh —admite Steve sin culpa—. Era necesario, Desa —se defiende antes de que yo logre decirle algo, pero la realidad es que no puedo ni hablar, esto de llorar es horrible y yo no logro parar. Soy una masa de mocos y lágrimas. El llanto vuelve y Zakariah me rodea protector.

—Lo lamento, lamento todo —digo contra su cuello, y busco su mirada, él me encuentra, acaricia mi rostro con cuidado.

—Yo también —revira buscando mis labios y rosándolos apenas. Me quedo con ganas de más, pero se separa y pega su frente a la mía—. Vamos a casa —casi ruega. Asiento con el rostro empapado.

—No puedo dejar de llorar —me quejo. Él sonríe de esa forma única.

—Entonces no lo hagas —repone con sencillez. Me despido de Lira después de presentarlos, le doy un beso a Steve que responde guiñándome un ojo y salimos de ahí. El coche está aparcado casi enfrente y un par de chicos lo observan, noto como Zakariah se tensa, pero al ver que me acerco, se alejan y solo musitan: "bonito auto"

Me subo y él arruga la frente cuando se pone frente al volante.

—¿Los conoces? —inquiere prendiendo el motor.

—Ellos a mí sí. Tengo mucho que contarte —susurro con el pecho atascado, limpiando mis ojos una y otra vez. Sonríe tomando mi mano y besándola una y otra vez.

—Yo también, Desa.

Llegamos a casa, Missy nos recibe ladrando alegre, luego, como suele, empieza a perseguir su cola, ambos nos reímos. Me ayuda a bajar la cremallera de la chamarra, luego me la quita despacio. Ya no estoy en pleno llanto pero mis ojos no dejan de lagrimear. Acaricia mi talle y me acerca de esa manera que tiene, lo miro fijamente, acerco su rostro al mío y antes de besarlo susurro:

—Te amo. —Su mirada es algo que nunca olvidaré, sus ojos se iluminan de una manera irreal, me eleva y besa con enérgica pasión, con promesas, con deseo.

—Podría escucharlo el resto de mi vida —asegura mientras me sube a cuestas por las escaleras, lo beso de nuevo y lo repito.

—Te amo, Zakariah.

—Te amo, Desa.

*** Es corto pero pasa bastante. Riah ahí, Steve ayudó a la causa, Desa llora. Y... ¡Se aman! Lloro.

MARTIN GARRIX & DEAN LEWIS - USED TO LOVE. (TODAS LAS CANCIONES ESTÁN EN UN LISTA DE YOUTUBE TITULADA COMO LA HISTORIA EN MI CANAL)

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