31. Zakariah

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En cuanto entro a aquel sitio mi memoria despierta y retrocedo muchos años, tantos que caen como una cascada sobre mí y una marea de recuerdos me inundan...

...

Mi madre, Kindah, esa mujer férrea, fuerte, aguerrida, es el producto de dolor y momentos que a cualquiera hubiesen doblado, pero que a ella no. Mi abuela huyó de África con ella, de alguna manera se las arregló para conseguir cruzar el Atlántico. Mamá dice que nunca le contó cómo consiguió los boletos para salir de ahí. Morían de hambre y mi abuelo era muy violento, un tipo sin muchos escrúpulos. La verdad es que siempre he creído que lo primero me lo dejó de herencia y he tenido que luchar a muerte en contra de ello para que no me domine ni determine.

Llegaron a Florida después de un largo viaje donde tuvieron que trabajar para ganarse el sustento, en el caso de mi abuela, tuvo que hacer... otra clase de favores. Las cosas no salieron bien ahí, así que se internó más en suelo americano hasta Nashville, conoció a algunas personas, pero tampoco fue sencillo, con hambre, pero un cuerpo mulato que ofrecer, sin hablar casi inglés, tomó un trabajo que le garantizaba alimentar a su hija de apenas 8 años, mi madre.

Las opciones no son siempre las que se imagina uno que puede ser. Ella no tuvo en realidad. Pero podía cambiar la vida de su hija y no dudó jamás. Así que entró a aquel lugar de mala reputación, consiguió un pequeño lugar donde dormir y por las noches dejaba a mi madre para ir a... trabajar. Sé que su vida fue tan caótica como triste, pero mi abuela se esforzaba por darle lo que ella nunca tuvo a cambio de venderse a sí misma. Como siempre en esos sitios las cosas no son justas, pero comían y tenían un techo, mi abuela se empeñó en que mamá fuese a la escuela. Ella, notando el esfuerzo, siendo una niña aguerrida desde ese entonces, buscó sacar el provecho a ello, pero le era muy difícil. La discriminación por su color, además, la pobreza, sus condiciones de vida. Mentir en la escuela, hacer tareas como podía, vivir del material que le donaban. Fue presa de burlas, de malos tratos, de dolor y eso fue forjando aún más su carácter.

La situación no cambió, mientras creció y a los 16 años, un hombre, el dueño del tugurio de mala muerte en el que trabajaba mi abuela, entró a ese lugar donde vivían y la violó. Mi abuela sufrió tanto como mi madre, más porque no pudieron hacer nada contra él y al poco tiempo, descubrieron que yo venía en camino. Tuvieron que dejarlo todo porque ese hombre la continuaba acechando, ese que... me engendró. Es así como llegaron con ayuda de otra prostituta a Chicago y nací.

Mi abuela se empeñó en que continuara con sus estudios y lo hizo mientras ella en el día me cuidaba y vendía, fuera de lo que llamé casa por un tiempo, remedios para la piel que ella misma hacía.

Crecí en medio de esos exóticos aromas, pero no alcanzaba, menos conmigo como nuevo integrante, así que continuaba yendo por las noches a ese trabajo espantoso mientras mi madre se quedaba conmigo, estudiaba y hacía esos remedios que a veces le pedían las mujeres del lugar, esas que aunque no tenían un dólar encima, y que compraban porque decían que eran milagrosos.

Cuando mi madre estaba a punto de terminar high school, las cosas para ella no pintaban bien, era objeto de burlas por su ropa roída, por su olor a vómito de bebé, por nunca tener dinero y por ser tan tímida, después de lo ocurrido, si ya lo era, se hizo más. Eso contaba la vieja. Pero siempre logró tener un buen promedio. Casi cuando se graduaría comenzó a cambiar, mamá lucía más alegre, aunque salía bastante y lo que ganaba de las cremas lo gastó en verse mejor, lo que podía, entonces discutían porque el dinero hacía falta para la casa, para mí... que era un bebé de dos años en medio de todo aquello. Pronto se supo la razón, pero ya era muy tarde. Un chico la enamoró, ella le creyó... estaba jugando y mi madre se embarazó de Kyroh, le tipo no solo evadió su responsabilidad sino que la amenazó con hacerle daño si decía que era suyo. ¿Suena cruel? Bueno, mi madre ya había pasado por tanto que eso solo fue una estocada más.

Más de ti • LIBRO I, BILOGÍA MÁSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora