Me levanto y ella ya está en la ducha. Veo la hora, es muy temprano. Arrugó la frente, ayer ya no le pregunté dónde trabajaría. Me dejo caer de nuevo sobre las almohadas reflexionando sobre lo ocurrido, lo dicho. Esto es una locura, una de verdad. Es como si estuviéramos en medio del mar y no lográramos llegar de nuevo a tierra firme y cuando encontramos algo de qué sujetarnos, una tormenta llega y nos lo arrebata dejándonos a la deriva, otra vez.
Nunca ha llorado desde los 8 años. Desa se ha escondido mucho más de lo que alguna vez dilucidé. La pienso dulce, con su rostro de niña, ahí, cantando con esa voz increíble que tiene... sola, siempre sola al parecer. Miro la puerta del baño...
La furia que me dio cuando Kyroh llegó con aquellos estados de cuenta dos días atrás, aún puedo sentirla. Desa había usado mucho dinero, demasiado en realidad.
—¡Es ridículo! —bramó mi hermano—. Es una maldita fortuna en casi dos meses. ¡Ponle freno, Zakariah! —rugió.
—No es tu maldito asunto, Kyroh —reviré rabioso por su tono y por lo que leía en esos jodidos estados de cuenta.
—¡Es tu dinero! ¡Lo sé! Pero no puedes permitir esto, es patético. ¿En qué carajos te estás convirtiendo, Zakariah? —me desafió acercándose a mi escritorio. Me erguí y lo encaré.
—Es mi mujer, mi puta vida, y lo que haga con mi dinero es mi maldito asunto —zanjé—. Qué se pague y punto.
Kyroh me observó atónito, negando.
—Esto no está bien, en serio no lo está —dice y un segundo después sale de ahí. Él es el encargado del área financiera, pero eso no le da derecho a meterse en mis asuntos, en mis decisiones, lo cierto es que una vez solo vuelvo a leer los estados y luego me reclino en la silla perdiendo la vista en el exterior. ¿En qué gastó esa cantidad de dinero y por qué hace esos retiros tan grandes?
Sin embargo, decidí tomarlo con calma, debía preguntarle cuando tuviese oportunidad y hablar de ello, lo cierto es que todo se fue al drenaje aquella noche en la que al verla vestida con ese desgarbo el deseo se disparó, esa Desa me enciende como ninguna otra así que la rabia de su olvido, aunado a esos gastos, me atropelló.
Después ayer decide no ir a entrenar y sé que ya no regresará, menos ahora que ha conseguido ese trabajo, cosa que la verdad me tiene aturdido, en un día lo obtuvo. Desa es determinada, indudablemente, pero me siento en guardia, ya no sé por dónde vendrá algo más.
Sale del baño y aroma inunda mis fosas nasales. ¡Mujer del demonio! La deseo por solo existir, esa es la verdad. Me yergo para verla salir de ahí, lleva su cabello húmedo y solo la ropa interior, me sonríe con cierta tensión y luego se dirige la vestidor. Decidido me acerco, pero quedo en silencio unos minutos mientras la observo vestirse y las palabras que dijo la noche anterior me atraviesan, "si yo no soy la mujer para ti", la inseguridad de su voz fue perceptible, pero lo único que puedo pensar al tenerla así, frente a mí, es que lo es, y una mierda que lo es, Desa está hecha para mí, lo siento en cada movimiento que da, en cada suspiro que le arranco, aun así, me preocupa que lo piense, lo que no entiendo, lo que ocurre, que la esté presionando a un punto tal que la lastime de verdad.
Ella ya no es la de hace un par de meses, con la que dormí y conviví por un tiempo, esa que se desvivía complaciéndome, que encontraba siempre maquillada, llamativa, con la ropa perfecta, sonriente, despreocupada, la chica que no asumía nada, que pasaba las mañanas como muchas mujeres, de tienda en tienda, de restaurante en restaurante, en estéticas, spas. No me desagradaba, debo ser honesto, imposible tratándose de Desa, pero ahora que la comparo, me doy cuenta de que jamás había estado tan intensa, tan vibrante, tan mujer pese a todo lo que está ocurriendo, a lo que ignoro que hizo con ese dinero, a todo lo que no comprendo, a la olla de presión en que nos hemos convertido. Ella, Desa, no es la de antes, es, de nuevo, lo que vi esos dos meses cuando la conocí y la elegí. Sin embargo, temo lo que pueda resultar porque siento que no la conozco en lo absoluto y a la vez, que todo está frente a mí y no logro verlo.
—¿Es tan temprano ese trabajo? —pregunto cruzado de brazos, ya con una erección por el simple hecho de tenerla en frente, que no me molesto en ocultar. Asiente poniéndose una blusa de algodón sin adornos—. ¿Dónde es? —quiero saber.
—Una cafetería, por el frijol. Abren temprano —dice poniéndose un tenis deprisa. Pestañeo. ¡Una cafetería!
—¿Tienes experiencia en eso?
—Sé servir café, si eso te preocupa y algunas cosas, lo demás lo aprenderé —señala pasando a mi lado para ir al baño, de nuevo.
—¿Por qué una cafetería? Dijiste que pensarías lo que te propuse de la empresa. Sabes de eso. No entiendo —argumento desconcertado. Se detiene y me observa un segundo entero, con esos ojos marrón y su boca entreabierta.
—Porque... prefiero hacer las cosas a mi modo, no al tuyo —refuta decidida. Me da un beso en la boca apenas si un roce en realidad y se va, dejándome ahí, suspendido. Corro y salgo, atípico en mí, pero recurrente últimamente.
—Desa... ¿dónde es? —Mi mujer se detiene, voltea y sonríe evaluándome.
—Te mando la ubicación al llegar —musita. Me acerco, rodeo su cuello y la beso con ganas.
—Buena suerte —digo con aprensión. Me besa de nuevo y pega su frente a la mía suspirando.
—Gracias, Riah —susurra para irse un segundo después.
Paso la mañana desconcertado, ya sé dónde es su trabajo. Está en un punto concurrido, en realidad he ido ahí alguna vez aunque no son sitios que suela visitar, reciben mucho turista y suelen estar llenos desde que amanece hasta que anochece, observo la fachada en mi celular. ¿Por qué prefirió eso? ¿Qué intenta demostrar? Ya me siento tan perdido respecto a ella. La confesión de la noche anterior ronda mi cabeza y hago un recuento, sí, desde que la conozco jamás la he visto llorar, dejo el aparato y acerco su foto, esa que tengo sobre mi escritorio, paso un dedo por su rostro.
—¿Te mostrarás, Desa? ¿Nos mostraremos?
TWENTY ONE PILTOS - HEATHENS
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Más de ti • LIBRO I, BILOGÍA MÁS
RomanceCompleta versión borrador. +16 Se casaron presas del impulso, de la pasión desbordada, esa con la que se comunican sin restricción. Un año después el deseo sigue intacto, pero la claridad de los sentimientos no. Él quiere ver a Desa apasionarse por...