Cinco

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DongHae

-Cuidalos bien.- dejé la caja en los brazos de Yesung.

-No te preocupes, sabes que lo haré.- dijo con su voz tranquila.

Miré a los cachorros que me miraban atentos, les sonreí y acaricié sus pequeñas cabecitas peludas. Estaban casi desnutridos y con muchas heridas, pero sabia que las personas que ayudaban a Yesung y el mismo, se harian cargo.

-Si te gustan tanto ¿Porque no te los quedas?.- preguntó haciendo que levante la  cabeza.

-Te dije que no tengo tiempo, no me gusta la idea de dejarlos solos.- dije con el tono de siempre.

Frio. Y odiaba responder asi. No sabia como cambiarlo.

-Entiendo.- dijo Yesung sin insistír.

-¿Te llegó el dinero?.- pregunté para cambiar de tema.

-Si, gracias.- hizo una pequeña reverencia.- ¿Quieres pasar a verlos un ratito?.

-Claro.

Seguí a Yesung por el camino de tierra, y crucé una puerta a un salon inmenso. Alli habían perros. Perros viejos o demasiado grandes como para que alguien quiera adoptarlos.

-Los gatos estan en la allá.- Yesung señalo hacia la ventana, de la cual se veia otro salón, a unos metros, separado de donde estabamos- Te dejo, llevaré a curar a estos pequeños.

-Vale, yo cierro, no te preocupes.

-Gracias, ponle seguro a las puertas, en un rato llega RyeoWook y los sacará al patio.

-Está bien.

-Adios.

-Hasta pronto.- le dije.

Una vez que Yesung salió, yo me acerqué a los perros. Algunos me recibian bien, pues ellos estaban de hacía bastante tiempo en el lugar, pero otros aun me desconocian y dudaban en dejar que los toque, hasta que se aseguraban que no era dañino.

Estos últimos me  recordaban mucho a mi. Tan desconfiados y heridos en el pasado, que se negaban a conocer a otros seres, por miedo a lastimar y ser lastimados.  Perros que solos, tocaron fondo, sin elegir sufrieron.
Pero a diferencia de ellos, yo no tuve la suerte de que alguien me salve. Porque nadie puede, porque nadie quiere y yo tampoco.

Me quedé un rato con ellos y luego pasé al salón de los gatos. Ellos eran mucho mas parecidos a mi que los perros. Los gatos son ariscos, tal y como yo.

Salí de ese lugar, el cual le habia costado muchisimo conseguir a Yesung, pero afortunadamente tuvo a su amigo RyeoWook y a miles de personas dispuestas a ayudar a los animales.

Fui directo a casa, caminando porque los dias domingo el transporte era un asco.
En casa, como siempre me sentí más miserable. Casa sucia, casa sola y casa  sin nadie esperando.
Me senté en el sofá, dispuesto a ver la televisión para distraerme un poco, hice zapping y me detuve cuando apareció una película conocida. Una que habia visto años atrás.

Ella amaba esa película.

Apagué el televisor y me levanté rápidamente, busqué mi pelota de fútbol y salí al patio trasero, el cual me llevó al del centro comunitario.

¿Por que no podia dejarla ir? Todo sucedió hace muchos años...

Apilé un monton de latas, y puse la pelota a una distancia considerable. Patee y tiré todas.

Sonreí y lo seguí haciendo hasta que comencé a traspirar. Tuve que ir a buscar una gomillita para atar mi cabello.

Cuando volví, ya no estaba desocupado el patio, y conocia al culpable de eso.

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