Capitulo 32

532 122 95
                                    

HyukJae

-¿Limpió todo?.- preguntó la encargada del centro comunitario.

-Si, gracias.- hice una reverencia y dejé las llaves en la mesa donde ella tomaba un café.

-No vino el chico de al lado.

-Oh DongHae.- al pronunciar su nombre mí voz se sintió dudosa. Aunque ella no se percató.

-Si, el.- sonrió.- siempre está contigo.

-Oh si es que hoy tenía algo que hacer.- salí rápidamente.

En esos momentos DongHae debería estar yendo hacía la congregación a reunirse con el señor Nae.

¿Estaría bien?

¿Y si el señor Nae descubría lo nuestro? ¿Y si lo convencía de formar de verdad parte de esta nuestra religión? ¿Y si DongHae después piensa que lo nuestro está mal? ¿Y si allí le buscan una esposa? ¿Y si el señor Nae le tocaba la pierna y la espalda como a mí?

Sin perder el tiempo me subí en el auto, dispuesto a ir hasta allí y no dejar que esas cosas sucedan.

Sin embargo no pude llegar ni siquiera a la mitad de camino porque recibí una llamada de casa.

Quería ignorar, pero ellos no me llamarían sin razón alguna.

Me detuve y atendí.

-Hola.

-HyukJae.- la voz de mí madre encendió todas mis alarmas.

-Madre... ¿Necesita algo?

-Ven a casa.- dijo.- necesitamos hablar.

-¿Tiene que ser ahora?.

-Si, tu padre no está.

Sabía que era lo mejor ir... Pero, ¿Y DongHae?

-Puede ser después...

-HyukJae.- dijo enojada.

-Voy.

Corté la llamada y aceleré, debía llegar rápido.

Tenía que convencer a mamà de que ella malentendió todo, que con DongHae solo éramos amigos. Y debía apresurarme, no podía perder el tiempo.

Violando normas de tránsito y faltandole el respeto a los peatones, llegue a casa.

Corriendo entre a casa y a la sala, donde mí madre me esperaba sentada en el sofá.

Cómo era de esperarse, me topé con esa dolorosa mirada.

Mis piernas se sintieron débiles, aún así conseguí sentarme.

-Sabes de lo que vamos hablar, ¿Cierto?.

-Madre, creo que usted mal entendió todo. ¿Sabe? DongHae es un mundano y tiene costumbres de abrazar a todos y decirle que quiere a todos sus amigos. Pero ahora que quiere entrar a la congregación corregirá esos comportamientos.

-¡HyukJae!.- gritó mientras unas lágrimas corrían por sus mejillas.- Deja de pecar por favor. No mientas y no me tomes como tonta, que yo conozco a esa clase de personas, a esos desviados como el tal DongHae y como tu.

Cada una de esas palabras parecían puñales en mí corazón.

-Madre...

-Vi como te miraba, como tu lo hacías a el. Maldita sea! Vi como te tomaba la mano por debajo de la mesa!.- ella no soportó más y se cubrió el rostro con las manos. 

Integridad Perfecta Donde viven las historias. Descúbrelo ahora