Capítulo 6.

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—Creí que ya no lo tenías.— Musitó Elizabeth, pasando su mano por el suave pelaje del búho que David tenía de mascota.

—Bueno, el animal es casi inmortal.— Bromeó desde la cocina, preparando la cena.— Tiene casi nueve años conmigo.

Elizabeth camino lentamente a la barra de la cocina, quedando frente a frente con David. Lo miraba como picaba las verduras de manera tan exacta y fina, algo que él hacía desde que aprendió a usar los cuchillos con más agilidad.

—¿Qué es esto?— Preguntó Elizabeth, metiendo la mano al bol que descansaba en la barra a un lado de David, tomando un trozo de zanahoria, para acto seguido, meterlo a su boca.— Sabe a zanahoria.— Bromeó.

David la miro con una sonrisa de oreja a oreja, soltando una risita.

—Sigue metiendo mano en mi cocina y te corto los dedos.— Amenazo él de manera divertida, señalándola con el cuchillo.— Tú deberías de estar en cama, descansando.

—No me apetece descansar ahora.— Musitó ella, caminando de regreso a la sala, yendo directamente al estéreo para poner algo de música.

Boys Don't Cry – The Cure comenzó a sonar en los altavoces a un volumen bajo. Elizabeth comenzó a mover los hombros, después las caderas y finalmente las piernas, comenzando a bailar. David, aún en su tarea de hacer la cena, la miraba con una sonrisa divertida. Seguía siendo la misma tonta que recordaba. La misma tonta de la que se había enamorado años atrás. No pudo evitar posar su mirada en las piernas de ella durante unos segundos, pues en esos momento Elizabeth ahora solo vestía una camisa que David le había prestado para su comodidad.

Estuvieron así durante largo rato. Elizabeth bailando alegremente al compás de la música, mientras David se encargaba de hacer la cena. Una vez que esta estuvo lista, ambos tomaron asiento en el comedor, cenando en silencio. A diferencia de lo que la gente pueda creer, el silencio que se producía entre David y Elizabeth nunca era incómodo. No importa lo callados que estuvieran, o cuánto tiempo pasarán así, el siemple hecho de estar ambos juntos, les bastaba. No tenían la necesidad de hablar. Una vez que finalizaron la cena, ambos se encargaron de levantar la mesa y lavar la losa sucia, recogiendo todo lo que estaba sucio.

Elizabeth se subió a la barra de la cocina, observando a David lavar el último plato, para después este se girara, secando sus manos con un trapo.

—Deberíamos de ir a descansar ya.— Propuso David, acercándose a ella tranquilamente.

Elizabeth asintió con la cabeza, volviendo a bajar de la barra con ayuda de David. Él la guió escaleras abajo, a su habitación.

—Puedes dormir en mi habitación.— Comunicó, recargándose sobre el marco de la puerta.— Yo dormiré en el sofá, si necesita algo, me gritas y estaré aquí.

—Por favor, David.— Elizabeth se giró a verlo de manera divertida.— No es como si nunca hubiéramos dormido juntos antes.

David sonrió sin mostrar los dientes, bajando la mirada.

—En ese entonces estábamos juntos, Beth.— Respondió, levantando nuevamente su vista hacía ella.

Elizabeth lo miro en silencio durante varios segundos, debatiendo mentalmente si debía decirle lo que quería decirle o no.

—Buenas noches, Beth.— David se dio la vuelta, dispuesto a salir de la habitación.

—¿Acaso ya no quieres estar conmigo?— Soltó, provocando que él se detuviera en seco.

David suspiró, girándose nuevamente para poder mirarla. Elizabeth jugaba con sus dedos, mirándolo impaciente por la respuesta.

—No es que no quiera.— Comenzó, caminando a paso pequeños hacía ella.— Pero no creo que sea momento para hablar de esto, Elizabeth.

Wᴀʀʀɪᴏʀs || Kᴀʀᴍᴀʟᴀɴᴅ (EDITADA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora