Capítulo 9.

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—¿Cómo te sientes?— Preguntó la pelinegra, tomando la mano del que es el líder del grupo.

—Un poco cansado.— Confesó.— Pero estaré bien.

—David, Raúl, Rúben y Mangel seguirán vigilando el pueblo lo que resta de la noche.— Informó Alex, entrando a la habitación con su celular en mano.— Manuel y Luzu se quedarán con los prisioneros, y bueno, nosotros estamos obligados a descansar por órdenes de Luzu.— Samuel soltó una risita.

—Podeis quedaros aquí.— Se apresuró a decir Elizabeth.— Estando como estamos, es peligroso salir a esta hora.

—No voy a intentar discutir eso.— Murmuró Guillermo, desde el otro lado de la habitación, con una bolsa de hielo sobre su cabeza.

—De verdad hacer buen trabajo de enfermera.— Elogio Samuel, mirando a la menor.— Apenas y pude sentir la sutura.

—Bueno, puede ser que estabas medio inconsciente mientras lo hacía.— Bromeó ella, yendo a sentarse a un lado de Guillermo.— ¿Cómo te sientes?

—Me duele mucho la pierna.— Confesó.— Fuera de eso, estoy bien.

—Bueno, tuviste suerte de que no te corto algún tendón, vena o nervio.— Señaló la chica.— Estarás bien.

Guillermo le sonrió, acercándose para darle un ligero abrazo a la chica.

La puerta principal de la casa de abrió, mostrando a un Luzu con semblante totalmente serio, pero al ver que sus 4 amigos estaban bien, sonrió abiertamente.

—¿Estáis todos bien?— Preguntó inmediatamente, alternando su mirada entre todos sus amigos.

—Lo estamos, Luzu.— Respondió Samuel, tranquilizando al mayor.

—¿Qué hay de los prisioneros?— Se apresuró a preguntar Alex.

—Están encerrados y encadenados en los calabozos de casa de Manuel.— Respondió, a lo que Elizabeth rió ligeramente.— No creo que puedan escapar.

—Genial.— Samuel estiró las piernas, en un intento de levantarse del sofá.

—Wow, wow, ¿a dónde crees que vas, De Luque?— Reprendió Elizabeth, acercándose al líder del grupo para evitar que se levantara del sofá.

—Tenemos que trabajar.— Respondió, con un toque de obviedad en la voz.

—No en esas condiciones, mi amigo.— Siguió Alex, mirándolo desde el otro lado de la sala.— Descansa primero.

—Tú también.— Señaló Luzu, mirando a Alex.— Los cuatro, descansen. Los demás nos encargaremos del pueblo esta noche.

—Luzu...— Comenzó a decir Samuel.

—Ni que Luzu, ni que nada.— Interrumpió.— Debéis descansar, es una orden.

—¿Podrán hacerlo solos?— Preguntó Guillermo, con un tono burlón.

—La pregunta ofende, Guillermo.— Rió Luzu.— ¿Con quien crees qué estas hablando? Por supuesto que podemos. Ahora descansad, no me hagáis encadenarlos también a ustedes.

El mayor abandono la casa nuevamente, mientras los otros cuatro se acomodaban para descansar. Elizabeth camino a su habitación, no sin antes haber guiado a los chicos a las otras habitaciones que habían en la casa para que pudieran descansar.

La noche fue larga, al menos para los guerreros que continuaron con su labor de vigilar. Cuando la luz del sol regresó de nuevo, todos se apresuraron a ir a sus casas para descansar, mientras los pueblerinos comenzaban a salir de sus casas para comenzar su labor del día a día.

Wᴀʀʀɪᴏʀs || Kᴀʀᴍᴀʟᴀɴᴅ (EDITADA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora