- Encantada de conocerte Chris - le digo con algo de timidez, esa sonrisa que me dirige es un arma mortal; le recuerdo a mi mano devolver el apretón de manos al jefe de mi tía Megan, quien trabaja para Chris Evans, en realidad Megan es casi como mi hermana mayor, la diferencia de edad entre ella y mi mamá es grande, quizás sea por eso que la sentido más como una confidente y amiga.
De un tiempo para acá ha sido difícil coordinar momentos para vernos, debido a su trabajo con el actor, ahora estamos en un estudio de grabación en Atlanta, donde me invitó a pasar un par de días, mientras Chris trabaja, ella ajusta su próxima agenda.
- Gracias por venir a visitarme - dice su voz en algún lugar, mientras observo a Chris salir del trailer, el hombre tiene un encanto innegable.
- Oye, ya deja de babear - Megan me lanza una hoja de papel arrugada.
- No estoy babeando.
- Todas lo hacen, ven ayúdame a verificar unas fechas en el calendario.
Me siento a su lado, revisando fechas y ayudando a ajustar la agenda de el famoso Capitán América, en ese momento jamás me imaginé lo que sucedería meses después.
***
- En seguida lo hago - tranco la llamada y me lanzo a la cama, no puedo creer que tenga tanto por hacer, en el teléfono era Megan, las últimas semanas he estado sustituyéndola en sus tareas, porque acaba de dar a luz y me delegó su trabajo por unos meses, nunca pensé que me tocaría trabajar para Chris, pero Megan me pidió de favor que lo hiciera, no quería que otro agente interfiriera en la carrera de su principal cliente.
Chris estuvo de acuerdo sin problema, es un hombre con mucha paciencia y es demasiado amable, su actitud ha hecho todo más fácil, aunque no voy a negar que por momentos me siento ahogada en trabajo, éste es uno de esos momentos.
Respiro unos segundos y retomo el teléfono celular, debo coordinar su próximo viaje a Washington y las personas con las que se reunirá.
Luego de varias llamadas suena la puerta de mi habitación, estamos en un hotel el Nueva York, en medio de un viaje de trabajo de Chris.
Abro la puerta y es él.
- Disculpa ¿Puedo pasar?
- Claro - abro la puerta y dejo que entre.
Se sienta en la cama y mira al piso unos segundos.
- Chris ¿Está todo bien?
Deja escapar un suspiro y clava sus ojos en mí, debo aceptar que esa mirada hace que mi corazón se acelere, tiene un capacidad para expresar tantas emociones con sus orbes azulados que por momentos me deja muda, sin embargo en este momento noto cansancio en él, su rostro es preocupado, tenemos un mes sin parar de viajar, a decir verdad yo estoy exhausta.
- No puedo más.
Lo miro sin entender.
- Estoy agotado, no me siento bien, creo que estoy enfermo.
Ahora que lo detallo tiene pequeñas bolsitas debajo de los ojos.
- Creo que tengo fiebre - se toca el cuello.
Vaya, no sé qué hacer, pero mi instinto es acercarme y tocarlo.
- ¿Puedo? - pregunto con precaución.
- Por favor - levanta la cabeza y extiende el cuello para que lo toque, el corazón se me acelera, no puedo evitarlo, trago saliva mientras veo el lunar en su cuello y acerco mi mano para tantear su temperatura.
El hombre está que arde, en todo el sentido de la palabra.
- Si, tienes fiebre.
- Lo sabía, mira como tengo la piel erizada - me enseña su brazo, miro su bicep, tratando de no parecer impresionada por lo formado que está.