CAPÍTULO 12

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RAMO DE ROSAS
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Leanne

Después de haber transcurrido una semana entera en Amalfi, las vacaciones han llegado a su fin después de todo. Han sido un tanto peculiares, aunque, fueron un tanto satisfactorias. Ahora mismo, estoy en la última semana de mis vacaciones. Pronto, regresaré al trabajo y lo más probable es que tenga una agenda muy apretada de nuevo, aunque estoy acostumbrada a ser una mujer requerida en mi status.

Emma nos entrega nuestras tazas de café a mí y a Hailey con una expresión de malhumor en el rostro.

—¿Por qué esa cara? —se burla Hailey.

—Cállate.

Me río en silencio mientras le doy un corto sorbo al espumoso café que la americana preparó. Está delicioso.

—Estoy convencida de qué haces el mejor café del mundo —admito mientras me deleito con su sabor.

Este es el tipo de plan que me gusta en un día normal; estar en mi apartamento con mis amigas con una manta de felpa, con el pelo mojado debido al baño de espuma que acabo de darme, con el rostro hidratado gracias a las cremas que utilizo pero con el cuerpo destrozado debido al ejercicio físico que he estado haciendo para mantener mi figura. Me duele el estómago un poco, pero puedo soportar ese pequeño ardor ya que estoy acostumbrada.

Me relaja estar en este momento de mi vida en el que soy exitosa, feliz y con la vida resuelta de momento.

—Te preparé el café para hacerte hablar —se queja Emma.

—Lo hiciste porque te tocó a ti prepararlo, no mientas —señalo. Suelta un bufido como niña pequeña y se deja caer sobre el sofá al lado de Hailey.

—¿No vas a contarnos cómo la pasaste en Amalfi soportando a Cindy?

Como no la pasé.

—Dentro de todo, la pasé bien —admito—, excepto por las actitudes de Cindy, de lo contrario, habría terminado de ser perfecto. Era todo lo que necesitaba; relajarme un poco.

Ambas me miran, extrañadas.

—¿Cómo que la pasaste bien? —interroga Emma— Creí que ibas a decirnos que la pasaste como la mierda, que fue un desastre y que no soportaste a nadie. No puedo creerlo, me siento traicionada.

—Lamento decepcionarte, pero fue un poco relajante —hago una pausa—. Además, me follé a Edward.

Se quedan en silencio, estupefactas.

—¿Qué? —espeta Hailey mientras Emma se queda con la boca abierta— ¿Cómo, cuándo y por qué? ¡Cuéntanos!

—Básicamente tuvimos nuestros choques de personalidad cada dos por tres —explico—, en uno de esos choques, sucedió.

—¿Así de simple? —espeta Emma.

—Así de simple.

—¿Cuántas veces? ¿Cómo fue?

Le doy un sorbo al café, recordando todo. Las primeras cuatro veces en su habitación, el orgasmo en el baño del restaurante, el sexo en su habitación después de haber cenado en el restaurante y el placentero sexo en la ducha. Evito que mi cuerpo reaccione inconscientemente al recordarlo.

—Fueron siete veces en total y fue increíble —admito—, me sirvió para satisfacerme.

—Mierda —masculla Emma mientras Hailey me mira, sorprendida y circunspecta sin soltar palabra alguna—. No puedo creerlo, ¡te lo tiraste y está buenísimo!

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