CAPÍTULO 17

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CUENTAS PENDIENTES
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Leanne

—Señoritas. —El botones nos deja en la inmensa suite—. ¿Requieren de algo más?

—No, gracias —digo. Me dedica un asentimiento de cabeza y se retira.

Emma observa nuestro entorno a medida que nos acercamos a la inmensa suite de colores cálidos, adornos, una mesa con aperitivos. Porta dos camas de king size y dos cuartos de baño que incluyen jaccuzi y duchas. Contiene un inmenso sofá y un mini refrigerador con alguna que otra bebida energética.

Me dejo caer sobre la cama que elijo y saco mi teléfono del bolsillo de mi chaqueta. Lo primero que hago es enviarle un mensaje de texto a Rebecca diciéndole que acabamos de llegar al hotel.

Ya anocheció un poco, por lo tanto, la ciudad está un poco aglomerada. Me levanto del sofá mientras dejo mi maleta a un lado.

—Muero de hambre, ¿vamos a salir?

También se levanta.

—Claro, dame un segundo para cambiarme.

—Tomaré una ducha —le aviso.

Le dedico un leve movimiento de cabeza y hago lo mismo, cogiendo mis maletas y llevándolas hacia un lado de la habitación que compartimos. Decido darme una ducha para alivianar un poco el estrés del viaje.

Una vez termino la acción, me visto un poco casual y me arreglo el pelo, secándolo un poco para evitar cocer frío. Cojo una chaqueta negra que combina con el tono de la blusa ajustada que me sostiene los pechos en medio de un escote negro junto con los jeans y las botas que me hacen ver más esbelta.

Avanzo hacia el espejo, dejando que mi melena de pelo almendrada caiga en cascada casi hasta mi cintura. Para dar otro toque, utilizo mi estuche que tiene un poco de maquillaje y opto por algo simple, por lo tanto, solo utilizo rímel junto con un sutil brillo labial.

Finalmente, cojo mi teléfono y salgo al corredor de la suite. Examino a Emma con la mirada, quien va vestida den forma sencilla, siempre ha tenido una gran facilidad por la sencillez, se le da muy bien y aunque no sea de vestidos exuberantes o escotes que dejan mucho a la vista, es innegable el hecho de que sabe vestir.

—¿Vamos?

—Claro —dice.

Ambas abandonamos el edificio del hotel ya que optamos por salir a recorrer la ciudad. Hay miles de restaurantes y lugares un tanto especiales y estoy un poco familiarizada con la ciudad. No es la primera vez que tomo un vuelo a Paris, la mayoría de las pasarelas suelen llevarse a cabo en Paris, Milán o Nueva York.

Recorremos la ciudad anochecida mientras conversamos y debatimos entre que platillo francés nos gustaría degustar. Nos detenemos en un restaurante clásico en la ciudad llamado La Table du Connétable. Ofrece platillos exóticos, vinos de buena calidad junto con algún que otro postre. La especialidad del restaurante son los platillos parisinos típicos.

Tomamos asiento al aire libre, disfrutando de la brisa parisina que brinda la noche y del cielo oscuro.

Emma es la primera en abrir el menú y hago lo mismo, leyendo los diferentes platillos.

—¿Cuál es el platillo más recomendable, según tú? —interroga.

—Mhm... quizá un Boeuf Bourguignon o un Foie gras no estarían mal. Aunque si quieres algo diferente que no sea tan llamativo, te aconsejaría un Croque-monsieur.

—¿Qué hay del vino?

—Romanée-Conti —pronuncio, captando su atención—. ¿Quieres probarlo? Es el vino más costoso de la región.

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