GOD IS A WOMAN
.
LeanneMis párpados se abren al instante y observo la habitación en la que me encuentro. Me inclino hacia la mesita de noche, mirando la hora en el reloj que se encuentra allí. Es un poco más tarde de lo que creí. Me trasnoché.
Edward está a mi lado en la cama completamente dormido. Una sonrisa cubre mis labios al recordar que gané la apuesta. Jodido perdedor.
Me pongo de pie con cautela y me coloco mi camisola de dormir antes de avanzar por la habitación.
Observo el jarrón destrozado en el suelo. Maldición. En definitiva, tendré que pagar por esto.Me encierro dentro del cuarto de baño y avanzo con cuidado hacia el espejo, mirando mi aspecto. Me quito el rastro de rímel que me quedó entre las pestañas con el desmaquillante y me refresco mi rostro con un poco de agua fría. Me cepillo los dientes, esparzo un poco de crema humectante por mi rostro y abro el grifo, empezando a preparar la ducha.
A las seis de la tarde empieza la boda de Christine, tengo que estar lista un poco antes. Aunque, aún tengo tiempo para desayunar un poco.
Me quito la camisola que dejo sobre el lavabo y me meto dentro de la ducha, dejando que el agua relaje mi cuerpo. Enjuago mi pelo con los productos que están allí a disposición por parte del hotel.
En ese entonces, siento su presencia detrás de mí. Por inercia, me vuelvo hacia él, detallando el pelo oscuro empapado y los ojos azules que producen un resplandor con la luz que entra en la habitación.
—¿Te despertaste de buen humor? —ironizo.
—No.
Me atrae hacia él, besándome con seguridad y llevándome contra los azulejos de la pared. Me folla sin piedad, haciéndome gemir hasta que el éxtasis se siente como una adicción en un círculo vicioso. Cuando salimos de la ducha, me dirijo a abrir la puerta de la habitación con la toalla envuelta alrededor de mi cuerpo. El joven que me recibió ayer me trae el desayuno con una sonrisa cortés. Le agradezco y regreso a la cama, dejando el desayuno allí. Quito la tapa de la bandeja, detallando con la mirada las frutas tropicales y las tazas de té qué hay dentro.
Me siento sobre la cama y me llevo a la boca una de las frutas que están sobre el pequeño plato.
Observo a Edward aparecerse en la habitación con la toalla alrededor de su cintura y las cortas gotas de agua que mojan su pecho. Se deja caer a mi lado en la cama y me quita el arándano que estoy a punto de llevarme a la boca.
—Podrías haber tomado otro. ¿Eres consciente de ello?
—Podría, pero prefiero molestarte.
—Imbécil.
Cojo otra de las frutas que están en la bandeja y me la llevo a la boca bajo su mirada. Siento su respiración en mi nuca y me vuelvo hacia él.
—¿Qué quieres? Estoy comiendo.
—Cállate.
Ruedo los ojos y le doy un empujón que lo tumba sobre el colchón de la cama. Intento subirme sobre su regazo, pero me toma por las caderas y ambos rodamos sobre la cama hasta que su cuerpo cubre el mío.
—Nunca te cansas, ¿no es así? —jadeo.
—No.
—Me di cuenta.
Esboza una leve sonrisa antes de sellar nuestros labios en medio de un beso que explota en llamas. De un segundo a otro, deshace el nudo de la toalla que envuelve mi cuerpo y me deja completamente desnuda bajo su mirada. Como era obvio, su boca va a mis senos, chupando con agilidad mientras que su mano baja a mi canal, tocando el calor entre mis piernas que se ha instalado al instante. Emito un leve gemido cuando toca mi clítoris y empieza con la tortuosa estimulación que me lleva al límite.
ESTÁS LEYENDO
Caricias Prohibidas
RomanceLIBRO I • DUOLOGÍA CARICIAS Leanne piensa que Edward es un bastardo que se cree superior a los demás y Edward cree que ella es una insolente que no puede mantener la boca cerrada sin decir estupidez alguna. Leanne Vitali es una supermodelo recono...