CAPÍTULO 28

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¡FELIZ CUMPLEAÑOS, LEANNE VITALI!
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Leanne

Me quedo en blanco, sin saber qué decir. Mentiría si dijera que esta situación no me afecta, que no me molesta que su salud esté tan deteriorada.

—¿Por qué no me informaron antes de esto?

—Señorita Vitali, he intentado comunicarme con usted... Se lo juro.

—¿En qué hospital está él? ¿En el hospital de siempre? ¿Qué dijeron los doctores? ¿Cómo está mi padre?

—Su padre se encuentra en el hospital de siempre, pero el doctor no me ha dejado saber nada. Dijo que sólo los familiares son quienes pueden tener aquella información y yo solo soy su empleada, señorita.

—Mierda —murmuro y me apresuro a recoger mi bolso—. Iré al hospital, ¿si?

—Está bien.

Abandono mi apartamento y bajo del edificio entre correteos. Me dirijo donde mi coche y emprendo viaje hacia el hospital. El tráfico no me ayuda y solo quiero llegar lo antes posible. Quiero que me digan cómo está, si se necesita un tratamiento, otra medicación o lo que sea. Solo quiero que mi padre esté bien y esto me angustia más de lo que admito.

Doblo a la derecha, tomando un atajo para llegar más rápido y una vez estoy ahí, salgo del coche a punta de pasos rápidos. Una vez en el hospital, me meto dentro del ascensor en dirección a la tercera planta. Las puertas del ascensor se abren y avanzo hacia la recepción.

—Giovanni Vitali es mi padre. ¿Se encuentra en esta planta? —digo sin muchos rodeos.

—Señorita Vitali, su padre se encuentra internado en la habitación número tres —habla la recepcionista—. ¿Necesita que llame al doctor Parisi?

—Sí, por favor, comuníquese con él e infórmeme que estoy aquí en la habitación de mi padre.

Entro a la habitación, viéndolo allí, descansando. Me acerco a él, agachándome a su lado. Está pálido.

—Lo lamento tanto —murmuro, sintiendo la angustia en mis ojos.

La puerta de la habitación se abre, dando paso al doctor Parisi.

—Señorita Vitali, buenos días.

—Buenos días —me pongo de pie y avanzo hacia él—. ¿Cómo está él?

Saca una pequeña agenda y le echa un vistazo.

—Su padre fue internado ayer por la mañana, fue su hermano quien lo trasladó aquí y se quedó con él durante toda la noche—hace una pausa—. Señorita Vitali, su padre se encuentra en un estado muy delicado y nos hemos visto obligados a intervenir en el día de ayer. Ya le recetanos los medicamentos y en el día de ayer le hicimos la reanimación cardiorrespiratoria. Por ahora, todo está en orden en su sistema, pero aquello no quita que su estado sea delicado. Lo mejor será que su padre permanezca en observación los próximos días. No queremos que la situación vuelva a repetirse.

—Está bien. Me quedaré con él.

Asiente.

—Si algo sucede, no dude en llamar a la enfermera y vendré en camino con mi equipo.

—Claro, muchas gracias doctor.

Se retira de la habitación y me acerco a mi padre, notando que ya ha despertado.

—Viniste —murmura. Tiene la voz débil—. Le dije a tu hermano que no te informara de...

—Papá, tengo derecho a enterarme de esto.

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