CAPÍTULO 38

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CHERRY
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Leanne

El ligero temblor en mis manos al hacer contacto con el cuadro es notorio. Empiezo a ponerme nerviosa.

Edward compró este cuadro esa misma noche.

¿Lo compró por mí? Recuerdo cuando me dijo que no le gustaba el arte y no pude evitar preguntarme por qué había adquirido un cuadro por tanto dineral si no estaba interesado en ello. No le di mucha importancia. Al fin y al cabo, los multimillonarios son extraños y tienden comprar todo lo que ven, incluso aunque no sea de su agrado.

Mi pulso se acelera nuevamente y solo puedo preguntarme para qué hace esto si solo consigue ponerme de esta forma en vano cuando sigo molesta con él. Admiro los colores del cuadro que tanto me gustó cuando lo vi en la subasta aquella noche en la mascarada. Estaba a punto de participar por él pero me contuve a hacerlo.

Es perfecto.

Adoro esta pintura y además, hace juego con el ambiente de mi apartamento.

El teléfono de línea que yace sobre la mesita de la sala empieza a sonar y me debato mentalmente en si debo coger la llamada. Podría tratarse de Edward y realmente, no sabría que decir. Sacudo la cabeza, ¿desde cuándo soy cobarde? Puedo afrontarlo a él y a su ego que doblegué.

Me pongo de pie y así lo hago, cojo la llamada.

—¿Si?

La otra línea se queda en silencio durante un par de minutos y entonces,

Leanne.

Su voz ronca toca mis terminaciones nerviosas. No sé qué decir y empiezo a palpar la tensión en el aire.

—Edward —Me aclaro la garganta—. Gracias... por el cuadro.

De verdad, no sé qué decir y aquello sólo consigue sacarme de las casillas.

No tienes que agradecerme.

Aprieto mis labios y enfoco mi mirada en el cuadro. Debería colgar la llamada y decirle que no tengo tiempo para esto.

Edward, tengo que...

—Ven a mi despacho —me interrumpe.

¿Por qué crees que haría eso?

—Porque quiero que hablemos.

Suelto una risita sarcástica.

Tú y yo sabemos muy bien que no podemos hablar como personas normales.

—Lo has dicho tú, no yo.

No iré a tu despacho.

—¿Por qué?

Es como si me estuviese tomando el pelo.

—Porque sé cómo van a terminar las cosas.

¿Puedes dejar ese puto carácter difícil? Ya no sé cómo lidiar contigo. ¿Quieres hacer algo de lo que digo por primera vez sin rechistar?

¿Puedes calmarte? No toda mi vida se revuelve a tu alrededor, tenlo en claro.

Leanne...

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