XV

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Tal vez no estaban destinados a estar juntos. Tal vez la depuración cambió demasiado a las personas. Nadie supo qué fue de Yoongi y Taehyung después de aquel día. Jungkook no sabía nada de Jimin desde hacía cinco años, al igual que Jimin de él.

Yoon, ahora una joven universitaria, vivía su propia vida y...

—¿Tienes hambre? —preguntó Jimin con una sonrisa suave mientras acomodaba a su hijo pequeño en la silla alta de la cocina—

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—¿Tienes hambre? —preguntó Jimin con una sonrisa suave mientras acomodaba a su hijo pequeño en la silla alta de la cocina—. Papá no tarda en llegar, bebé.

Su voz era cálida, tranquila. La vida le había dado una segunda oportunidad y él la había tomado con ambas manos. Ahora estaba casado nuevamente y Aiden, su pequeño de algunos meses, era el resultado de ese amor sincero y estable que había encontrado después del caos.

Un par de horas después, el esposo de Jimin llegó a casa. Poco más tarde también lo hizo Yoon, quien había crecido y florecido con los años. Sin perder tiempo, se reunieron en la mesa para compartir la cena. Fue un día como cualquier otro: risas suaves, comentarios cotidianos, y una paz que se sentía merecida.

La noche dio paso al amanecer, y los primeros rayos del sol iluminaron suavemente la habitación. Jimin despertó por el roce de unos labios sobre los suyos. Abrió los ojos con una sonrisa aún adormilada.

—¿No vas a ir a trabajar? —murmuró divertido.

—Hoy quiero consentir a mi esposo —respondió su pareja, lamiendo juguetonamente sus labios.

—Mhg~ —Jimin soltó un pequeño suspiro ahogado.

—Yoon ya se fue a la universidad y Aiden sigue dormido... Creo que es un buen momento para...

TOC, TOC.

—Genial —bufó Jimin, frustrado—. Iré a ver quién es —añadió, robándole un beso antes de levantarse.

Bajó las escaleras sin prisa, descalzo, con el cabello aún algo despeinado y el alma en calma. Abrió la puerta esperando tal vez a un repartidor o a algún vecino... pero no esperaba eso.

—¿Yoon? —dijo, sorprendido—. ¿No deberías estar en la universidad, hija?

—Papá —respondió ella con emoción contenida—. Mira a quién me encontré.

—¿A quién...?

—Hola, Jimin —dijo una voz familiar.

Él lo supo antes de ver su rostro por completo. Esa voz.

—Jungkook —susurró, con los labios entreabiertos y el mundo tambaleándose por un instante—.

Ahí estaba. Después de cinco años. Frente a él.

Con la misma mirada.
Con los mismos ojos que alguna vez lo hicieron sentir todo.

Con los mismos ojos que alguna vez lo hicieron sentir todo

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48 horas para SobrevivirDonde viven las historias. Descúbrelo ahora