Cap 13

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Alex

–¿Dices que el padre de Aranna se comunica contigo? – Pregunta Chris sin entender.

– No dije eso. – Negué.

–¿Entonces? No entiendo nada de lo que me dices, Alex. – Suspiro sentándome en la grama y me dedico a pensar en cómo podría explicarle algo que ni yo misma entiendo. – Siento que me estás ocultando algo, algo que no me dices.

En realidad, si había algo que no le decía, no sabía cómo se lo diría sin que me viera como una loca o algo extraño.

– No lo sé, Chris. – Negué.

– Alex. – Puso su mano en mi mentón haciendo que lo mirara. – Confía en mí, yo siempre estoy y estaré de tu lado. – La seguridad con la que lo decía mirándome a los ojos me hizo sentir que lo decía en serio, que lo decía de verdad y mi corazón así quería que fuera.

– Sucede que... – Medité mis palabras, no muy segura de contarle, pero al final suspiré en derrota. –¿Recuerdas la noche que nos enfrentamos a los licántropos en el lago? – Asintió. – Cuando corrí hasta la cabaña lo hice porque el licántropo que había asesinado segundos antes de hacerlo me habló. Me dijo lo que iba a pasar en la cabaña, al parecer era una emboscada. – Los ojos de Chris mostraban sorpresa y confusión.

– Los licántropos no se pueden comunicar cuando están en su forma lobuna, sólo con seres de su misma especie a través de la telepatía. – Razonó.

– Exacto. Por eso no entiendo cómo fue capaz de hablar en mi mente si yo no soy una de ellos. – Pasé las manos por mi cabello sintiendo la frustración por no entender nada de lo que estaba sucediendo.

–¿Qué más ha pasado? Y ¿Qué tiene que ver Aranna en todo esto? – Indagó serio.

– Anoche cuando estaba en la cocina alguien me llamaba, lo hacía mentalmente porque sólo yo lo escuchaba. Aranna entró, pero me dijo que no era ella y luego se fue a la habitación, cuando subí detrás de ella estaba como perdida y sólo me dijo que esa persona que me estaba llamando era su padre. – Expliqué.

–¿Sólo eso? – Levantó las cejas.

– Luego de eso no quiso hablar más y no quise presionarla para que me dijera, creí que podría asustarla y era peor. – Me dejé caer de nuevo acostada mirando en cielo azul.

– Hey. – Llamó mi atención – Te ayudaré a buscar una explicación. ¿De acuerdo? Será un secreto entre nosotros. – Sonreí y asentí.

– Gracias. – Me levanté y lo abracé siendo acogida inmediatamente por sus brazos y sintiéndome extremadamente bien.

– Ya tienes que irte a clases antes de que alguien note que no estás en la escuela. – Dijo separándome de su cuerpo, hice un puchero de disgusto por la acción, últimamente estaba muy necesitada de él, o sea, sentía que quería estar en su compañía y en contacto de una forma u otra.

– Hablamos al rato. – Me despedí dejando un beso en su mejilla.

Caminé hasta la pared que dividía la secundaria de aquel terreno vacío, parecía ser un sembradío, pero sólo en algunas zonas. Me aseguré que nadie me viera y salté sobre aquella pared cayendo perfectamente sobre el otro lado. Me adentré a los pasillos sosteniendo mi mochila en un solo hombro y me apresuré a llegar al aula antes de que sonara el timbre, el profesor de historia era muy puntual. No tardó ni dos segundos en atravesar la puerta e indicar cuál sería el tema de hoy.

En mi mente sólo pensaba en lo ilógico de cada acto desde aquella noche. Y eso que yo era una vampiresa.

Una sensación extraña me invadió haciendo que me removiera en mi asiento, podía sentir una presencia diferente a la que estaba acostumbrada junto con un hedor que me hizo arrugar la nariz. Agudicé mis oídos tratando de escuchar algo fuera de lo normal y lo hice, unas pisadas fuertes en las escaleras, eran muy pesadas para ser de un humano y fuertes para ser de un vampiro. Me puse de pie llamando la atención del profesor.

–¿Sucede algo señorita Whitman? – Preguntó acomodando sus lentes.

– Me siento un poco mareada. – Excuse porque quería salir de allí, las pisadas estaban cada vez más cerca y estaba segura que no venían en son de paz.

– No lo sé señorita ¿Segura que no es un engaño? – Meditó, pude sentir la mirada inquisidora de Sonny y asentí. – Bien. – Accedió, pero ya era muy tarde. La puerta se abrió de golpe dejando ver a un chico de cabello castaño claro y ojos marrones que se posaron en mí como una fiera. – Disculpe ¿Quién es usted? – Preguntó el profesor, pero el chico no le respondió.

– Alexandra Whitman. – Dijo mi nombre sin dejar de mirarme e ignorando monumentalmente al profesor. La forma en que saboreo mi nombre sumado con la intensa mirada que me dedicaba me hizo retroceder un paso.

Estaba claro lo que ese licántropo quería y no podía permitir una pelea allí, frente a todos esos jóvenes que nos miraban expectantes de cada movimiento.

–¿Qué quieres? – Pregunté alejándome cada vez más, sin embargo, el licántropo no tardó en arremeter en mi contra y de un solo golpe estrellarme contra la pared que no tardó en ceder ante el impacto y hacerse un hueco allí. Mi cabeza dio vueltas aturdida, aunque mis compañeros gritaban asustados, en especial cierta pelirroja que posiblemente pensaba que me había roto todos los huesos con ese golpe, nada más lejos de la realidad.

Me puse de pie arreglando la mochila en ambos hombros, no podía pelear allí, descubrirían mi naturaleza no humana ante todos y no podía permitirlo. Era la principal regla de los vampiros. Aunque considerando el golpe y que no estoy muerta o desangrándome en el suelo ya sabían que no era humana.

– Vamos pelea muñequita. Te veías más valiente en el lago. – Dijo con burla el tipo que no dejaba de hacerme enojar. Más gritos se escucharon en el primer piso y eso fue suficiente para distraerme y hacer que el chico lobo se acercara lo suficiente como para poner su mano en mi cuello y pegarme a la pared levantándome unos centímetros del piso. Apretó el agarre asfixiándome, aunque yo no necesitaba respirar lo más seguro es que lograra arrancarme la cabeza si no me defendía y no podía permitir eso tampoco. –¿No vas a hacer nada? – Susurró.

Sentía como mi cuerpo ardía, el instinto de supervivencia fue más fuerte que yo y antes de que lo pudiera controlar saqué mis colmillos a la vista y mis ojos se volvieron rojos. Le di una patada que claramente no se esperaba con la suficiente fuerza como para alejarlo de mí. Las miradas de todos estaban sobre mí de manera asustada, pero eso ya no importaba.

Corrí con toda mi velocidad alejándome de donde estaban las personas para poder pelear, otro licántropo ya transformado de un pelaje negro cenizo y ojos azules se interpuso de la nada, volví unos pasos y noté como el anterior ya se había recuperado y venía tras de mí como una fiera. Me detuve en la barandilla que dividía el pasillo superior de la nada que era el medio entre los pasillos paralelos, subí a esta y me lancé hacia el patio del primer piso cayendo perfectamente bien y corrí hacia la cancha de baloncesto al aire libre. Era el mejor lugar para no dañar a nadie.

Un licántropo de pelaje marrón se atravesó en mi camino golpeándome con una de sus fuertes patas y rasgando mi blusa. Caí al suelo y el lobo negro quiso morderme, pero lo esquivé y clavé una estaca de hielo en su pata haciendo que aullara de dolor, aproveché esa distracción para ponerme de pie, sin embargo, el restante se transformó abalanzándose contra mí una y otra vez tratando de enterrar sus colmillos en alguna parte se mi cuerpo. Si algo tenía en claro era que la mordida de licántropo era letal, incluso para los vampiros.

Usé su propio peso para girar sobre mi misma y poder golpearle la cara, los otros dos que ya se habían recuperado volvieron a la batalla dejándome en desventaja. Sentí como algo se enteraba en mi brazo atravesando mi piel, ardía como los mil demonios y sentí como todo me daba vueltas.

En un último intento cree una esfera de hielo a mi alrededor usando mis últimas energías para hacerla fuerte y que no pudieran romperla, luego todo se volvió oscuro.

Sangre De Vampiro. (CORRIGIENDO)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora