Cap 37

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Alex

Veo a Aranna marearse un poco y sé que ha tenido una visión, no hace falta que me lo diga o verlo porque lo siento, me alejo de Chris para acercarme a ella.

–¿Estás bien? – Le pregunto, pero ella me mira entra confundida y mareada.

– Si... pero... pero.

– Pero ¿Qué? – Cuestioné.

– Tenemos que tener cuidado, algo malo va a pasar, lo presiento. – Respondió.

– Aranna, tú nunca te acuerdas de tus predicciones. – Argumenté.

– Esta vez no fue una predicción, fue una visión. – Sus palabras me dejaron sin saber que responder ¿Una visión? Nunca pensé que ella podía ver visiones. – Ocurren cuando es muy malo o muy bueno.

– No entiendo ¿Qué viste? – Indagué.

– Fuego, hielo, unos ojos dorados y otros mieles, vi muerte y sangre. – Mi corazón empezó a latir más rápido ante su respuesta. Todo indicaba peligro y yo estaba involucrada.

¿Cómo lo sabía? Simple, ojos dorados y hielo, esas cosas solo me señalaban a mí.

No pude decir nada porque la puerta de la cueva se abrió y empezaron a salir los que íbamos a pelear. Ahora yo también estaba asustada con lo que me había dicho Aranna y esperaba de todo corazón que no fuera así, aunque las visiones nunca eran erróneas. Eran cosas que pasaban en un futuro seguro.

Nos dirigimos al castillo de forma sigilosa, pero nos sorprendimos al encontrar a los guardias de William preparados para la batalla, estaban en formación y todo. Eso era más que extraño porque se supone que iba a ser una sorpresa, sin embargo, ya nos esperaban.

Había dos opciones, o William había preparado todo desde que nos fuimos y no habían bajado la guardia ni un momento o había un infiltrado entre nosotros que había dado el chivatazo.

Miré a Chris sin poder evitarlo, pero en ese mismo momento él también me miró a mí, pude ver la decepción en sus ojos, se encontraba como a dos metros de mí y había olvidado que podía escuchar mis pensamientos. Pero no podía evitarlo, era su padre.

– Vaya, vaya, vaya. ¿Qué tenemos aquí? Un grupo de inútiles que pensaron que me iban a tomar por sorpresa. – William ríe a carcajadas burlándose de nosotros.

–¿Cómo sabías que veníamos? – Preguntó Matthew.

– Porque yo soy superior a ustedes. – Respondió. – A todos ustedes. – Remarcó mirándome a mí. – Yo siempre lo voy a saber todo porque tengo ojos en todas partes.

– Mientes, ninguno de los nuestros nos traicionaría. – Defendí.

– No tiene que ser de los suyos. – Se encogió de hombros haciéndome enojar aún más.

Esta vez no fui la única que miré en dirección a Christian, pero no podía ser él. No había forma. O tal vez si, ya no sabía que pensar.

– Alex, yo no fui. – Murmuró acercándose a mí.

–¿Quién más pudo haber sido Chris? Angie y Jonathan ni siquiera participaron en nada. En ninguna de las estrategias. – Negué. – Él único que puede tener contacto con tu padre eres tú.

En sus ojos habla dolor y decepción por mi acusación, yo podía sentirlo como mío y eso me partía en dos, no podía dejar de dudar, pero tampoco podía desconfiar así. Él era mi alma gemela, aunque el hecho de que sea mi alma gemela no quiere decir que siempre vamos a estar bien.

Me alejé de él dispuesta a marcharme cuando sentí justo que alguien saltaba por encima de mí y giré para ver a Matthew encima de Chris, lo pisaba en el pecho con su pata mientras que él estaba acostado en el piso, hundiéndose en la mugre.

Sus ojos sólo me miraban a mí.

Matthew gruñó mostrando sus enormes y afilados dientes.

– Será mejor que te vayas y desaparezcas, Matthew te está perdonando la vida por eso, pero si vuelves a aparecer te va a destrozar en pedacitos. – Habló Aria que no sé de donde había salido.

– Alex. – Murmuró con dolor, sin embargo, le di la espalda y corrí.

Corrí como la cobarde que soy, corrí en dirección al bosque, a la nada misma, corrí sin saber hacia dónde iba.

Yo me había entregado, había dado lo mejor de mí, amaba a Chris, pero nunca me esperé una traición de ese tipo.

Me detuve cuando me sentí sofocada, me senté en una piedra y hundí la cabeza en mis manos, la mente estaba en blanco y había abandonado a todos en la batalla como una cobarde una vez más.

No, yo tenía que estar allí y dejar de ser débil, en estos momentos soy una guerrera.

Con más determinación que nunca me puse de pie, di media vuelta y corrí de regreso.

Aranna

Alex desapareció, corrió tan rápido que nadie fue capaz de seguirla, el asunto de la traición de Chris no termina de cerrarme por completo, pero no tengo tiempo a pensar en eso porque apenas Alex se marcha los vampiros atacan, era justo lo que estaban planeando.

Alex es muy predecible y era de saber que si descubrían a Chris así ella iba a correr y por tanto perderíamos a nuestra mejor arma y defensa.

La batalla empieza de manera aguerrida y sangrienta, un vampiro se me atraviesa y no dudo en esquivarlo y desde atrás agarrar su cabeza y desprendérsela.

Veo como Aria a la distancia se mantiene quieta solo moviendo los dedos con haces de sonido que derriban a todo el enemigo que se acerca.

Will por su parte convertido en licántropo le arranca la cabeza a un vampiro y el brazo a otro de una mordida.

Cooper por otro lado se encuentra debajo de otro guardia a punto de ser apuñalado y que su cabeza ruede, Cole aparece y salta por encima llevándose consigo la cabeza del vampiro.

Si, esto es una batalla sangrienta, demasiado.

Angie y Jonathan se encuentran por otro lado peleando como si estuvieran coordinados, ellos pelean como si fuera uno solo y eso es admirable.

A mi derecha aparece otro enemigo y me agacho para tomarlo de la pierna y lo levanto para lanzarlo lejos.

Matthew a quien no había visto pelear cruza por mi lado corriendo a toda velocidad en su forma lobuna, tiene un solo objetivo en la mira y ese objetivo es William Gold, el rey de los vampiros que se encuentra mirando todo desde lejos sin intervenir y con una sonrisa en los labios.

Will llega a mi lado y me subo en su lomo para correr por el campo, tomo una espada y a medida que vamos corriendo le voy cortando la cabeza a los vampiros enemigos. En una sale una ráfaga de viento de la nada lanzándonos lejos, escucho a Will quejarse de dolor por el impacto, pero mis ojos se posan en la vampiresa pelirroja que nunca me ha caído bien, me mira con odio y saca una lanza que estaba enterrada en el cuerpo muerto de un licántropo.

Me pongo de pie y agarro más fuerte la espada.

– La gatita sacó las uñas. – Dice de forma burlona, es obvio que se acordaba de mí, de cuando no tenía memoria y era tímida.

– Nunca las he escondido, pero si quieres te las muestro. – Respondí con fiereza.

– Por favor, quiero cortártelas. – Corrió en mi dirección alzando la lanza. Yo también corrí, pero antes de llegar a ella me deslice por tierra y pasé la espada por sus pies, pero saltó antes de que esta le cortara.

Nos pusimos frente a frente otra vez.

Bien, si quieres pelea, esote daré

Sangre De Vampiro. (CORRIGIENDO)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora