Chapter 2.

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2.

Suerte de novato.

Hoy iba a ser un gran día.

Salvo que despertó y allí estaba... Un enorme barrito en su frente.

La mañana universitaria comenzaba con Savannah echando kilos de base en la imperfección, mirando consecutivamente su rostro en cualquier reflejo que estuviera a su alcance. Actualmente, en el espejo fijo de su casillero.

Había hecho un trabajo excelente, casi no se notaba pero aun así no quería que Dylan la viera. Retocó sus labios con un gloss ligero haciéndolo parecer natural y luego acomodó su cabello, peinándolo con sus dedos. Las hebras castañas brillaban a la par del sol y poseían una suavidad parecida a la seda. Kenny, su peluquero, hacía bien su trabajo. Se puso el sombrero que ocultaba parte de su frente.

— Hola preciosa —murmuró Dylan a sus espaldas.

— ¡Dylan! —se asustó— ¿Qué haces aquí?

— Venía a saludarte —sonrió— ¿Qué sucede?

Savannah comenzaba a hiperventilarse.

— Nada, no sucede nada, solo que no te esperaba

Dylan Thorton. Mariscal de campo y futuro abogado, al igual que su padre. El mismo es uno de los abogados más exitosos de Manhattan y Dylan espera poder seguir sus pasos apenas se gradúe. Él es uno de los hombres más deseados en la universidad junto a Sebastián Anderson el capitán de natación y Finn Donovan, el de lacross. Y Savannah disfrutaba y presumía de ello, porque solo ella se jactaba de tenerlo a su lado.

El rubio sonrió y acomodó una mecha de su cabello detrás de su oreja. Savannah se molestó por eso.

No era precisamente fanática de que la tocaran.

— No lo hagas

Dylan rió.

— ¡Okey! —Alzó sus manos— me parece que hoy estas algo quisquillosa

— No lo estoy —negó— solo no lo hagas

La muchacha achinó sus ojos centrándose en la comisura de los labios de su novio.

— ¿Es eso brillo labial? —preguntó indagadora.

— Claro que si —afirmó certero— me lo has hecho tu

— Pero si yo no...

— ¡Hey, Thorton! —interrumpió Dallas— tengo que hablarte, te veo en el entrenamiento ¿verdad?

— ¡Seguro hermano!

— ¡Vale, genial! —sonrió— ¿qué tal Savannah?

— Hola Dallas —sonrió a regañadientes.

Dallas Callaghan, le caía pésimo. Siempre estaba dándosela de egocéntrico. Se creía el mejor en todo y era un maestro en el sarcasmo. No entendía como Dylan podía ser su amigo.

El rubio guardó su teléfono dentro de su chaqueta y reacomodó su mochila.

— ¿Te veo en el almuerzo?

— No lo creo, almorzaré con Alex

— Vale cariño, entonces te veo luego

— Bien —dijo ella. Dylan dejó un corto beso en sus labios.

— Cuando dejes de poner excusas, ven a buscarme —soltó y luego se fue.

Las cosas, definitivamente, no estaban bien. La chispa poco a poco se desvanecía, la relación era más sexual que intimidad o amor. Las conversaciones ya eran aburridas y no había temas para tratar. Todo se había vuelto rutina.

Mademoiselle popularity.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora