Dos meses después.
El día estaba total y completo gris.
¿Alguna vez se sintieron humillados? ¿Decepcionados? ¿Alguna vez les dolió tanto, tanto, tanto el corazón?
Las lágrimas caían sobre las mejillas de la castaña sin poderlas controlar. Ella que siempre tenía todo bajo control, (o eso creía) odiaba que aquel pequeño detalle se le hubiera escurrido de las manos.
¿Cómo pudo haber estado tan ciega?
El rimel estaba en todas partes. En sus mejillas, en su almohada, en sus manos, en su frazada, en su blusa blanca.
Que ridícula.
Ridícula. Así se sentía.
Que te rompiera el corazón tu novio era desbloquear un nuevo nivel, pero que te lo rompieran tus amigos eso ya era nível Dios.
Sentía una opresión en el pecho que otorgaba el nombre soledad.
Sentía que no puedo más. Quería huir.
Se sintió amada, sintió que tenía un compañero por los siguientes largos años, sintió que era el hombre de su vida a pesar de todo pero no encontró más que mentiras. Porque, uno no lastima a la gente que ama ¿no?
No quería ver a Alex, ni a Dylan nunca más.
La puerta del dormitorio se abrió.
—¿Puedo? —Pregunto Sam asomándose en la habitación con un almohadón cubriéndose el rostro.
— Pasa —Respondió con la voz entrecortada
A Sam le sorprendió la respuesta y también que no le haya revoleado algo directo hacia el.
— Igual... yo ya me voy. Si buscas a Ashley salió por comida —Completó levantándose del suelo.
—No, no lo hagas —Le pidió tocándole los hombros para que se sentara.
Su toque se sintió tibio. Esta vez se sentó en su cama sin llevar la contraria, se sentía muy débil para discutir o hacer dramas. Un estudio comprobó que se puede morir de amor ¿no hacer dramas era lo más cercano a la muerte que estaba?
Tragándose por última vez la lágrima que se escapó de sus ojos, forzó una sonrisa pero sin enseñar los dientes.
—Te he traído unos calmantes para que puedas tranquilizarte —Sacó de su chaqueta un blíster que contenía pastillas y la dejó sobre la cómoda.
—Gracias, pero no estoy loca, y mira, si vienes a decir "te lo dije" puedes irte. Ya es suficiente con la humillación social —Advirtió.
—No vengo a burlarme Savannah... Y bueno, pues... —rió— Mira, no sé si lo de no estar loca sea cierto. Mi auto lleva escrito "perdedor" en el capó con rosa
En sus últimas horas de angustia fue el primero en sacarle una sonrisa, aunque no fue del todo sincera.
— Lo de tu auto... Lo, lo sien, lo sien — Intentó continuar pero su respiración se mezclaba con el aire que intentaba ingresar y hacían que suspirara de una forma extraña.
—Shhh —Siseo— solo bromeaba
Y otra vez el silencio que ya no quería escuchar mas abarcó la habitación entera.
—Sav, ¿Te puedo dar un consejo? —Pregunto con temor. Asintió con un leve movimiento de cabeza y continuó—Yo trataría de no pensar tanto, yo se que es difícil pero sacaría de aquí todas las cosas que me recuerden a él y
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Mademoiselle popularity.
Teen FictionHe aquí Savannah Lawler. La perra de la Universidad. Líder de porristas, amante del rosa y una autentica shopaholic. Sam Leatherton, el chico misterioso y nuevo que se roba todos los suspiros en Pace University. Savannah rápidamente pone sus ojos e...