14.
Habían pasado tres semanas desde que Savannah y Sam habían tomado distancia.
Los primeros días él almorzaba con Alex y luego estaba ella, almorzando sola con el celular en la mano. Cuando se cruzaban por los pasillos Sam pensaba en que ahora llegaba el momento del día en que aparecía agitando su cabellera castaña y sonriendo como tonta para fastidiarlo, pero un poco de desilusión creció en su pecho cuando eso nunca llegó. Sus miradas ya no se cruzaban. Cuando Sam aparecía en su apartamento con Kia, ella no solo se encerraba en su habitación todo el día sino que hasta a veces se iba del mismo.
Al principio era raro, pero de a poco se fueron acostumbrando. Savannah compartía más cosas con Dylan, entrenaba con Megan y pasaba tiempo con Charlotte y Alex.
Su tobillo se encontraba bien. Solo había sido una inflamación que no tardó en sanar.
Aun así todavía fingía que tenía reposo para no asistir a clases y la dulce Charlotte le pasaba los apuntes del día y le hacía compañía en su habitación con un enorme tazón de palomitas de maíz mientras que Megan toma sus clases de boxeo, Ashley estaba en su practica de hockey y Kia posiblemente tirándose a Sam.
¿Por qué de tan solo pensarlo le causaba escalofríos?
—¿Sam? —le preguntó Charlotte con destellos en los ojos— ¡Oh, él jamás podría haber hecho eso!
Suspiró nuevamente, y otra vez volvió a explicarle.
—Sí —afirmó mientras sus dedos jugaban con el endredon blanco— lo ha hecho
—Créeme —continuó— lo habrá hecho sin intención
—¡Claro que no! —refunfuñe molesta— Él es un egoísta, un orgulloso, gruñon, amargado y odia al mundo y todo lo que tenga que ver con la vida. Yo no expando un falso rumor por la universidad sin intención
Charlotte rió y tomó un puñado de palomitas con su mano para después llevárselo a la boca.
—No, yo tampoco —negó—si lo conocieras bien sabrías que es demasiado dulce
Mientras tanto.
Sam estaba como loco y por poco le salía fuego por la boca. Mantenía los puños apretados y la mandíbula tensa, la manera en que se marcaba la artería de su cuello cuando se enojaba era fatal, y sus ojos se tornaban más oscuros de lo normal.
¡Le habían tocado su auto! Y era su auto, con la que iba a las carreras y el cual amaba más que a su madre. Y ahora tenía una enorme raya rosa pintada en el capot con aerosol.
Iba a matarla, luego la descuartizaría y enviaría sus restos a su abuela en California, su ciudad natal, para que pudiera dárselo de comer a sus sabuesos.
Carne de una Barbie plástica.
—¿¡DONDE ESTA!? —Grito a todo pulmón por los pasillos de la universidad—¿¡DONDE MIERDA ESTA SAVANNAH LAWLER!?
Nadie se atrevía a contestar. Solo lo miraban paralizados, mientras él estaba desquiciado golpeando los casilleros.
—Es atento, caballero... —enumeraba Charlotte.
—TE VOY A DAR SOLO UNA OPORTUNIDAD PARA QUE ME DIGAS DONDE ESTA LA HUECA DE SAVANNAH —le grito a un muchacho del equipo de lacrosse quien lo miraba con terror.
—Y odia ver llorar a las mujeres. ¿No te he contado como nos conocimos?
A decir verdad, su figura era imponente y con esa chaqueta negra y toda su fachada de niño malo, asustaba a cualquiera.
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Mademoiselle popularity.
Novela JuvenilHe aquí Savannah Lawler. La perra de la Universidad. Líder de porristas, amante del rosa y una autentica shopaholic. Sam Leatherton, el chico misterioso y nuevo que se roba todos los suspiros en Pace University. Savannah rápidamente pone sus ojos e...