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Lisa recordaba muy bien el por qué comenzó a bailar más que solo por diversión...

En ese entonces tenía nueve años y su tía la había ido a retirar antes del horario de salida de clases. Ella creía irían a casa o saldrían, pero no, se dirigieron al hospital. Ir allí era lo que menos se esperaba.

Su padre había sufrido un accidente en el trabajo, quedando imposibilitado un tiempo.

Su madre tuvo que buscar otro trabajo, uno que cubriera los nuevos gastos de la familia, mientras que ella y su padre permanecían en casa.

Lisa pudo notar cómo su padre fue apagándose poco a poco. Ya no era mismo. ¿Quién lo sería luego de quedar postrado en una silla de ruedas?

Cada vez que la chica se iba o regresaba de la escuela lo encontraba en el mismo lugar, sentado junto la ventana, con la mirada perdida en algún punto del paisaje.

Jamás imaginó que uno de esos tantos días su padre intentaría quitarse la vida con los medicamentos que le habían recetado para sus dolores... Y de no ser porque su tía decidió visitarlo de sorpresa, quizás ya no estaría con ellas...

Lisa aún tiene grabada la imagen en su cabeza: su padre en una camilla conectado a variados aparatos que emitían ruidos extraños y una manguera pasando por su garganta para hacerle un lavado de estómago. Su piel estaba pálida, casi azulina y totalmente brillante debido al sudor...  Inconsciente.

Recuerda que cuando despertó no hacía más que pedirles perdón, a ella y su mamá... Y que los tres no dejaban llorar.

El corazón de Lisa dolía, ella solo quería que su familia volviera a ser como antes, no hallando nada mejor que hacer lo que estuviese a su alcance para hacer a su padre sonreír.

Y una de las cosas que lo hacía era que ella bailara.

Lisa todas las semanas creaba un nuevo baile para él, bailó cada una de las viejas canciones favoritas del hombre, esas que solía poner a todo volumen en la radio.

Recuerda que para las juntas familiares ella y su prima hacían una pequeña e infantil presentación frente a todos, y que en la escuela -en cada aniversario o celebración- Lisa sería la primera en apuntarse, así su padre la iría ver y le regalaría una de sus brillantes y añoradas sonrisas.

A los doce Lisa ya era conocida por todos como "la niña de los actos" o "la chica que baila".

Poco a poco más compañeros comenzaron a unírsele, formando así un pequeño grupo de aficionados por el baile.

Un día, siendo secretamente observados por una de sus maestras, fué que la escuela decidió abrir un club. Para su mala suerte ese era su último año en la escuela elemental, la primaria estaba a la vuelta de la esquina, de la mano con el cambio de escuela.

Afortunadamente su madre la inscribió en una que contara con un club de baile también, allí pasó sus tres años de primaria, comenzando a asistir a pequeñas competencias en nombre de la escuela, adquiriendo aún más técnica.

Para cuando Lisa tenía quince años y ya se consideraba alguien medianamente buena en el baile su madre había conseguido un más que buen trabajo, uno con el cual ya no tendría que trabajar más de un turno y podría pasar más tiempo con ellos... ¿Lo malo? Debían mudarse a Corea. Y Lisa no hablaba nada de coreano, al mudarse ella apenas sabía saludar y presentarse ante los demás. ¿Lo bueno? Su madre pudo inscribirla en una secundaria cuyo programa de estudios proporcionaba unas cuantas clases de coreano básico para aquellos estudiantes extranjeros que lograsen entrar.

Su primer semestre allí fue duro, era la única extranjera de la clase, la tailandesa que no podía comunicarse con el resto, por lo que no logró hacer ninguna amistad.

Solía pasar los recesos y almorzar sola, hacer los trabajos era un martirio, de nada servía estudiar y estudiar el idioma si no tenía nadie con quién practicarlo. Ya todos sus compañeros habían formado sus respectivos grupitos de amigos y ella apenas lograba comunicarse con los profesores sin quedar en vergüenza por su mala pronunciación. 

Para su suerte en vacaciones de invierno su estado de ánimo mejoró. Su padre había encontrado un lugar cerca de casa en donde impartían cursos gratuitos de cocina, pintura y demases para personas con alguna discapacidad física, y asistía a cada una de ellas. Se le veía más alegre. Por otra parte, su madre pasaba más tiempo en casa, así que los tres compartían bastante, ya fuese viendo dramas en la televisión o yendo a comer a distintos restaurantes cada semana.

Un par de días después de Navidad Lisa regresaba del centro comercial, había ido a cambiar sus nuevas zapatillas de baile pues le habían quedado algo apretadas y, al entrar al edificio en donde ahora vivían, escuchó música proveniente del gimnasio que había a pasos de la recepción.

La curiosidad le ganó, ella jamás había escuchado a algún vecino escuchar a Rihanna, y ahora le agradecía a su yo del pasado porque, de no ser por ello, quizás nunca se habría hecho amiga de Chaeyoung.

No se dio cuenta de cuánto tiempo se quedó allí mirando a la chica sino hasta que su teléfono sonó y la delató. Genial, había quedado como una psicópata que espiaba a una chica elongando.

- L-lo siento - tartamudeó Lisa, intentando huir de allí antes de volverse un tomate.

- Descuida - Rosé, en vez de enojarse, le sonrió - ¿Vives aquí o has venido de visita?

- Vivo aquí - respondió ella, tímida.

- Genial, creí era la única chica en un edificio lleno de gente mayor...

Se llevaron bien de inmediato, quedándose horas conversando en el gimnasio. En eso habrían descubierto que asistían a la misma secundaria, y eso vaya que contribuyó. Lisa entonces le habría suplicado a su madre que para el segundo semestre la cambiara a la clase de Rosé, ocupando la carta de que al fin había logrado hacer una amiga. Afortunadamente la mujer le dijo que sí.

Tras más juntas en el gimnasio del edificio la amistad entre las no tardó en brotar, de mano a que Rosé no dudó ayudarle con su coreano.

Lisa habría notado también que Rosé era alguien bastante sociable, la gente parecía sentirse atraída hacia ella cual metal a magneto, por lo que en menos de un parpadeo Jennie y Jisoo se encontraban junto a ellas compartiendo el almuerzo.

Ese primer verano junto a sus nuevas amigas fue definitivamente el mejor. La familia de Jisoo tenía una cabaña a las afueras de la ciudad, y no habían dudado en invitar a las tres amigas de la chica para que le hicieran compañía durante las vacaciones. Días que fueron los responsable de hacerse tan íntimas, pues convivir entre ellas fué lo generó toda la confianza que ahora poseían.

Al volver a Seúl -y lo que quedaba de vacaciones- se la pasaron saliendo y/o acompañándose en casa.

En cosa de meses se habían vuelto mejores amigas y, para cuando otro año de secundaria inició, ya eran inseparables. Jennie y Jisoo asistían a las competencias de Lisa y Rosé para apoyarlas, o entre las tres le brindaban ayuda a Jennie cuando debía organizar algo para el centro estudiantil, o acompañaban a Jisoo a sus grabaciones en la universidad. Todo eso sumado a sus pijamadas semanales y sus sesiones de estudio en la biblioteca.

Eran mejores amigas por sobre todo... Y eso jamás cambiaría... Sin importar qué...




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XOXO, Gossip Blink 💜

† 𝕷𝖆 𝖕𝖔𝖘𝖊𝖘𝖎𝖔́𝖓 † (𝖇𝖑𝖆𝖈𝖐𝖕𝖎𝖓𝖐𝖝𝖇𝖙𝖘) (𝖇𝖑𝖆𝖈𝖐𝖙𝖆𝖓)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora