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Por supuesto que Lisa sospechó que algo había pasado cuando vió a Rosé alejarse en vez de volver con ella y los chicos y, la verdad, es que eso la preocupó. Fué por sus cosas a su casillero y caminó hasta el salón rápidamente. Cuando entró lamentó haber acertado, su amiga estaba en su pupitre con la mirada perdida. Tomó asiento a su lado sin hacer ninguna pregunta y miro disimuladamente hacia donde se encontraba Jimin. El chico revisaba tranquilamente su móvil, y eso la llenó de coraje.

- ¿Qué quería? - preguntó sin rodeos.

- No ahora, Liz - pidió Rosé.

Lisa asintió, seguramente su amiga necesitaba un momento para calmarse o aclarar sus ideas. Con el pasar de la clase pudo notar que Rosé no prestaba atención alguna, así que intentó tomar la mayor cantidad de apuntes que pudiese para luego compartirlos con Rosé.

Incluso temió por la salida que tendrían, tanto que había costado convencerla y ahora no sería capaz de presionarla a que fuera. Rosé estaba tan ida que ni siquiera notó cuando sonó el timbre de salida. A pesar de ello, agradeció al cielo cuando su amiga tomó sus cosas y la miró como esperando alguna indicación. Ésta sería la oportunidad para subirle el ánimo, para traer a Rosé de vuelta a la normalidad.

- ¿Segura que a tu profesora no le molestará el que yo esté allí mientras ensayan? - preguntó en lo que caminaban hasta el camerino de chicas.

- Mientras no interrumpas, no dirá nada - Lisa entrelazó sus brazos - Me alegra que no te hayas arrepentido.

- A mí igual.

Rosé sonrió, desgranada, pero lo hizo. Al llegar Lisa la vió recostarse en una de las bancas, mirando el techo en lo que ella se quitaba el uniforme para reemplazarlo por ropa más cómoda.

- ¿Me dirás qué pasó? - intentó nuevamente.

Las palabras salieron con cautela, oyó a Rosé suspirar pesado antes de erguirse.

- Me llamó amiga - dijo por fin.

Lisa dejó a medio atar sus cordones para ver a su amiga. Rosé no se veía triste ni enojada, es más, no podía descifrar cómo se sentía porque estaba totalmente inexpresiva.

- Una parte en mí ya lo había asumido - prosiguió la chica - De tantas vueltas que le he dado al asunto, ya había contemplado esa posibilidad... Es solo que... Supongo que aún tenía esperanzas de que no fuera así, que yo no era la única que sentía alfo más.

- Oh, Rosie... - Lisa se sentó al lado de su amiga y abrazó - Lo siento mucho... Recuerda que si quieres llorar mi hombro siempre está disponible para que lo llenes de mocos - bromeó, tratando de sacarle una sonrisa. Y lo logró, pero ésta no duró mucho.

- En el momento creí que lo haría - confesó - Pero ya he llorado tanto que siento que no quedan más lágrimas... - Rosé humedece sus labios y niega - Pero no importa, ya pasó y tú llegarás atrasada - le recuerda.

Cierto.

Lisa le da un apretón de manos y termina de atar sus cordones. Se pone una sudadera, peina y amarra su cabello en una cola de caballo y tira todas sus pertenencias en un casillero. El par corre hasta el salón de baile en donde, para suerte de la menor, aún no se encontraba la profesora.

Rosé se aleja hasta uno de los rincones y se sienta en el suelo, de espaldas al gran espejo que hay en la pared. Lisa le sonríe y comienza a elongar en el suelo junto a sus compañeros del club. Un par de minutos después aparece su profesora, trayendo consigo el equipo de música y bebiendo su infaltable americano.

Cuando se aproximaba alguna presentación la mujer se volvía aún más estricta, si notaba que alguien comería el más mínimo error les hacía comenzar la coreografía desde el inicio. Lisa estaba convencida de que poseía la vista de un águila, nada se le escapaba, ni una mano en puño cuando debía ir abierta, ni un movimiento de cabeza tardío o fuera de compás, ni un paso en falso. Ella notaba absolutamente todo.

† 𝕷𝖆 𝖕𝖔𝖘𝖊𝖘𝖎𝖔́𝖓 † (𝖇𝖑𝖆𝖈𝖐𝖕𝖎𝖓𝖐𝖝𝖇𝖙𝖘) (𝖇𝖑𝖆𝖈𝖐𝖙𝖆𝖓)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora