Dos años después.
Mis piernas se movían de un lado a otro con una sonrisa ladina al mismo tiempo que miraba la barra de bebidas donde debería pasar la noche, atendiendo a hombres que probablemente quieran que deje de trabajar para bailar.
Ate mi cabello en un pequeño moño y me adentre a la barra mirando a mis amigas que estaban preparando bebidas, recibiendo me con una.
— ____, pensábamos que no vendrias —negue con mi cabeza y tome aquel alcohol tan fuerte, limpie mis labios y deje salir un quejido por el picar en mi garganta.
— No pienso pasar la noche en casa, aquí me divierto chicas —destape una botella a la vez que me acercaba a los vasos, preparando una bebida para quien se acercaba en menos de unos minutos.
Alze mis ojos y me encontré con Namjoon, quien me mostraba sus hoyuelos a la par de su sonrisa encantadora.
— Tienes mi...
— Tu trago de whisky con hielo —deje el vaso frente a él y simplemente lo tomo dedicándome una mirada lasciva—. Siempre pides lo mismo ni bien llego, ya tengo tus cartas volteadas Nam.
— Olvide que los Ángeles pueden llamarse ____ —soltó a la vez que dejaba el vidrio sobre la madera. Suspire y me apoyé en el mencionado, dejando mis ojos fijados sobre los suyos—, ¿Haces algo después d...
— Voy a irme a casa a dormir. —hable estirando mi mano, tomando el vaso para dejarlo bajo la barra— Somos amigos Namjoon, eres lindo, atractivo, una empresa y mil mujeres atrás, no te gastes en mi.
— Bien, dejaré de insistir si algún día me cuentas que fue lo que te hizo cambiar tanto —soltó y sin más se alejó. Nunca haría eso, no hablaría sobre el innombrable.
El aburrimiento me comenzó a comer y me dediqué a limpiar los vasos ya utilizados, limpiar los tragos derramados sobre la madera y acomodar algunas botellas que estaban fuera de sus lugares.
SoYeon estaba tranquila esta noche, SunHee coqueteaba con algún que otro cliente solo para que volviera otro día para aumentar clientela, una noche tranquila podría decir ya que en otras ocasiones SoYeon pelea con algunos solo por diversión.
Mis ojos vagaban por la pista mientras mis brazos se posicionanban sobre la superficie alta. Los clientes iban y venían, preguntando precios y comprando lo que más pudiera pegarles con tal de pasar una buena noche, olvidando seguramente las responsabilidades.
"— Te prometo que nunca me alejare."
Aquello atacó mi mente tranquila. No me inmute, pero, me molesto el recordar esa promesa, mierda el sabía perfectamente que no me gustan y menos si no sabes si puedes cumplirlas.