Era sábado y yo me encontraba sentado en el pastizal una vez más para relajarme y pensar.
Vi pasar a Jimin unas cuatro veces probablemente, con un semblante serio sin estar "feliz" como otras veces. Había visto como sus amigos lo movían de un lado a otro.
Tenia curiosidad y quería preguntarle que le hizo a mi dulce Angelita pero me estaba reteniendo ya que necesitaba relajarme, si iba de una, probablemente lo que yo escuche sera más que suficiente para darle un golpe seco en su nariz tan perfecta.
Me levanté moviendo con mi lengua mi arito del labio y sin pensarlo mucho, cuando estaba yendo a la iglesia fui detrás de él con la intención de preguntarle de una vez.
Me quedé en mi lugar por unos segundos viendo que se sentaba en uno de los muchos bancos y a los segundos camine hasta ahí, mirándolo con una sonrisa fingida.
— ¿Me puedo sentar? —interrogue y él me miró nervioso, ¿Sabes que vengo por la cagada que te mandaste con mi ____, verdad?
— Si, ponte cómodo...
Solto en un hilo de voz. Sentandome junto a él me acomode para ver hacia delante e intente calmarme para no perder mi poco control.
— ¿Que fue lo que pasó entre tú y ____?
Gire mi rostro a Jimin, notando como se quedaba estático por mi pregunta.
— Eso no te interesa.
— ¿Entonces por qué estoy preguntando? —musite amenazante, si no respondía estaba más que firmada su maldita sentencia de muerte.
— Por metido —mordi mi arito y tense mi mandíbula. Ay santo dios.
— ¿Disculpa?
— Escucha, no estoy de buen humor como para hablarte bien, te pido que te vay-
— No, tu escucha, me parece de idiota no reconocer que la hiciste sentir horrible con cualquier cosa que hayas hecho, —me levante metiendo las manos en mi bolsillo y me pare frente a Park para encararlo— sabemos bien que ____ no se ofenderia con cualquier cosa, dime que hiciste y no te acusare con la hermana Aerin.
Se mantuvo en silencio y se levantó encarandome, gracias por aumentar mis ganas de darte un golpe en la cara.
— ¿Tanto quieres saber? —asenti sonriendo— la bese.
¿Qué hizo que?. Mi sonrisa se borró en cuestión de segundos y mis manos se cerraron en puños. Tiene que estar bromeando, esos malditos labios son míos, ¿Quien te crees?
— Vuelve a hacerlo y te juro que vas a lamentarlo tu vida y la que sigue...
— ¿Me vas a golpear?