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Y este es exactamente el miedo que tenía.

¿Cómo empieza uno a contar una historia que da por sentado que todo el mundo conoce? Si no es así, bienvenido al 0,7% de la humanidad que no oyó de mi. Me refiero a que, por Dios, soy Theodore Isaac Evans: si no me reconoces por el escándalo de mi primer trabajo, posiblemente sea por tener nombre de heredero de la corona inglesa. Si, tienes derecho a burlarte de él. ¡Ya se! Puede que me hayas visto usando gorros navideños en marzo, tras una caja registradora, posiblemente disculpándome con mi jefe por haber roto algo.

Ya, siendo sinceros. Si no sabes de mi: en primer lugar, gracias; en segundo, ¿qué tan seguido sales de tu casa?

Definitivamente cambié de tema.

En fin, déjenme introducirlos a una historia que, desde mi punto de vista, es digna de un Golden Globe. Y no pretendo que me envidien, pero lamento decirles que fui uno de los personajes principales en ella.

Chis, que no les adelanto nada más. Prepárense un café y siéntense cómodos, pues presiento que esto va a llevar un rato.

Lunes en el Polo NorteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora