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Septiembre 20, 2019

Dos treinta de la tarde: treinta y siete "ho, ho, ho" y contando. El Señor Hunter seguía de vacaciones, aunque ahora contaba con la compañía de los otros dos trabajadores. Janine permanecía con la misma mueca de disgusto que puso el día que la conocí, hace poco más de seis meses, y Jared aún no borraba su tímida sonrisa. Eran polos opuestos, y creo que yo ocupaba debidamente el puesto mediador.

-¿Entonces te quedaste aquí? ¿En medio de la tormenta? -Preguntó Jared anonadado. Yo me limitaba a asentir mientras reponía los envases de café. -¡Estás loco, Theo!

-Isaac. -Corregí con tono sutil. El lugar estaba vacío, a excepción de una familia con dos niños, que ya iba por la tercera caja de donas. -Además, no estuvo tan mal. Haber escuchado los reclamos de Hunter si no hubiera abierto el café, hubiera sido mucho peor.

No dijo nada, pero su expresión me susurró que tenía un punto. Volvió, sin decir una palabra, a él área de las donas. "Mistletoe" sonaba por todo el espacio, y casi ni distingo el sonido de la campanilla de la entrada cuando sonó.

Madre Santa.

-Hola -Sentí a unos rulos hablar.

Madre Santa.

-Hola -Respondí.

No te quedes embobado ahora, estúpido.

Ya es tarde.

Volteé a la derecha gracias a un carraspeo, y me encontré a una Janine de brazos cruzados. Achiné los ojos confundido, a lo que ella respondió con un simple "dilo".

Auxilio.

Volví mi rostro a el chico de ojos avellana. -Ho, ho, ho. Bienvenida al café "Polo Norte". ¿En qué puedo ayudarte?

-¿En serio tienes que decirle eso a todo el mundo? -Preguntó curioso, intentando mantener la compostura, aunque unas risitas rebeldes encontraban la forma de escapar.

Es demasiado tierno.

-Lo sé, apesta. -Coincidí, y reí por lo bajo. -¿Puedo ayudarte en algo? -Ofrecí, aunque recordaba perfectamente su última orden.

-Una dona de caramelo, por favor... -Intentó leer mi identificación. De no ser por las gafas transparentes, hubiera jurado que tenía problemas de vista. - ...¿Isaac?

Love me, love me. Say that you love me.

-Es correcto. -Dije sonriente, gesto que él correspondió del mismo modo.

Imprimí su orden sin decir mucho más. Firmé con mis iniciales al final de la misma y se lo entregué sin dirigirle la mirada.

-Gracias. -Giró hacia la isla de las donas, con sus ojos aún fijos en mi. -Soy Connor, por cierto. Connor Lince. -Dijo algo tímido.

Fool me, fool me. Go on and fool me.

-Encantado. -Esbocé una sonrisa. El corazón me latía a mil, y temía que alguien más pudiera escucharlo.

Soltó una risita y siguió su camino. Jared recibió su orden y le entregó la dona. Segundos después, el rizado ya habría cruzado la puerta de entrada.

Me quedé embobado como nunca antes lo había estado.

¿Eso había sido coqueteo? ¿Había estado coqueteando conmigo?

¡Maldita sea, estábamos coqueteando!

Auxilio, auxilio, auxilio, auxilio.

¡Esto nunca antes me había pasado! ¡No es algo usual! ¡Ni siquiera sé cómo filtrear!

-¡Despiértate, mocoso! -Gritó Amaris antes de golpear su mano con la mesada.

Salté en el lugar y la miré a los ojos. -¿Por qué siempre apareces en estos momentos? ¡Ni siquiera noté cuando entraste! -Reclamé indignado.

-Por supuesto que no lo notaste, ¡Estabas doñando despierto! -Rió. Abrió sus ojos de par en par y dio una sonrisa cómplice- ¡Estabas pensando en él! ¡En el chico que acaba de salir!

-¿De qué hablas? -Lo que faltaba.

-¿Él lo sabe? -Preguntó apoyando ambos codos en la caja registradora, dando una mirada tierna.

-¿Qué? -No, por favor.

-¡No te hagas el tonto, sabes de lo que hablo! -Exclamó entre risas.

-Ho, ho, ho. Bienvenida al café "Polo Norte". ¿En qué puedo ayudarte?

-¡Vamos, solo dime!

Tecleé su orden habitual en el aparato y la imprimí.

-¿No vas a decirme? -Insistió.

-Acércate al área de cafetería, donde encontrarás a mi compañera Janine. Ella te dará lo que ordenaste. -la tomé de los hombros y giré su cuerpo en dirección a la isla de cafetería. -Ho, ho, ho, bendiciones y nos vemos la próxima.

Lunes en el Polo NorteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora