Capítulo 5

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10 de julio

Antes de cruzar la calle, mira a ambos lados. Siempre cruza por la esquina. Si vas en bicicleta, lo más cerca de los carros estacionados posible. Si van más de uno en bicicleta se ubican en fila y no uno al lado del otro. Si vas en carro, respetas todas las señales de tránsito, en especial el semáforo. Si alguien te quiere llevar, asegúrate que no haya consumido ninguna sustancia que altere sus sentidos o sus reflejos. Sí sigues estas reglas, vas a estar bien.

Mentira. Mamá me mintió.

¿se preguntarán como terminé con un empleo inesperado, una visita a la sala de urgencias y la completa imposibilidad de hablar como una persona normal si seguí todos esos consejos?

Todo se remonta a cuatro días después de haber hablado con el mismísimo Simón Vargas en persona. La cosa es que estábamos con Cassandra paseando por Magic Kingdom, cuando de pronto ella se encontró visualmente con Juan Pablo Villamil (razón por la cual la envidio con cada célula de mi cuerpo). Me indicó que un poco lejos atrás mío había dos de los Morat. Así que hice lo que cualquier persona racional y tranquila haría: giré a toda velocidad mientras sonreía y dejaba que mis ojitos brillaran con emoción (espero que reconozcan el hecho que no puse: gritar, llorar o hiperventilar). Eso lo hice, pero en mi interior.

La cosa es que Simón "perfección" Vargas se acercó a hablar con nosotros. Nos preguntó el nombre, nos saludó con una sonrisa que generaba que fallaran mis rodillas y nos invitó al concierto que iban a dar en el parque en un rato. Al cual fuimos.

Pero acá es donde la cosa se pone un poco...no bien con Cassi. Verán, Isaza y Martín se acercaron a hablar con nosotras cuando terminaron. Si, Juan Pablo "adorable" Isaza y Martín "sonrisa bella" Vargas, vino a hablar con nosotras. Nos preguntaron un poco sobre que hacíamos, nuestra edad, otra vez el nombre y demás datos que no registré porque estaba demasiado concentrada en no babear delante de ellos. El punto es que mi mejor amiga se los llevó lejos, dejándonos a mí y a Jay como si estuviéramos completamente fuera de lugar. Y es decir... ¡eran los Morat! ¡son cuatro! ¿Por qué ella se tenía que quedar con todos? Lo horrible es que intercambió teléfonos con ellos y después vino a donde estaba yo a punto de largarme a llorar, me dio una sonrisa e indicó que siguiéramos con nuestro recorrido antes del espectáculo de los fuegos artificiales.

Esos sucesos derivaron en el inicio de mi casi fin.

"¡Eres una egoísta Cassi! ¿Por qué te comportas así?" pregunté enojada mientras veía la sonrisa que tenía ella después de haber colgado la conversación telefónica que había tenido con Juan Pablo Isaza, justo frente a mi nariz. Es decir ¿Cómo consiguió tan fácilmente hacerse tan cercana a ellos? ¿Cómo consiguió que fueran ellos lo que se acercaran a buscarla y no ella a ellos? no era algo que precisamente entendiera. Pero honestamente me dolía. Y me molestaba.

"_____, deja de ser tan infantil por una vez en tu vida" ¿yo? ¿siendo infantil? Ella era la chica del kínder que no compartía los juguetes. Los cuatro más perfectos y más hermosos boytoys que había conocido jamás. Yo era la que escribía de ellos, yo era la que tenía que conocerlos, por una cuestión de investigación, para hacer mis historias más creíbles. Ella era infantil y egoísta, y estaba siendo una tremenda perra también.

"no estoy siendo infantil Cassandra, tu estas siendo una mala persona conmigo" la corregí intentando no gritar. No quería que se convirtiera en esta increíble pelea de gritos que despertaran a todos en el hotel donde nos estábamos quedando. "sabes que los quiero conocer yo también ¿Por qué te los quedas para ti?" pregunté. Ahora lo que quería era llorar. Odiaba esa faceta mía. Cada vez que algo intenso pasaba en mi vida que generara cualquier clase de sentimiento fuerte mis ojos se empañaban y quería largarme a llorar. A veces me hacía quedar como una verdadera idiota.

Gracias a mi fan fic (Juan Pablo Villamil)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora