Epílogo

1.1K 55 27
                                    

4 años después

Villamil siempre me aseguró, desde que nos enteramos que yo estaba embarazada, lo cual todavía no sé cómo conseguí manejar de la manera tan...racional como lo hice, que la bebé o el bebé iba a salir igual a él. Si bien en un primer instante da a pensar que es otro de sus egocéntricos comentarios, esta vez tenía una teoría valida.

Yo soy el protón, energía positiva, fluorescencia naranja, etc. Y él, como él mismo se autodenominó, es un electrón. Positivo y negativo se unen, sale negativo. La ciencia nos decía que nuestr@ hij@ iba a ser un electrón. Pero como todo...la ciencia es complicada, es intrincada y a veces incluso te hace sacar una respuesta racional sumando, multiplicando y dividiendo números y letras, pero a la larga es complicada porque la gente refuta teorías, o las cambia, o descubre cosas nuevas o se dan cuenta que no era tan dos más dos como te hacían creer. Aquí la ciencia no había funcionado de la manera más lógica. Por lo menos la mayoría del tiempo.

"má" escuché una vocecita que se acercaba por la sala de la casa en la que nos habíamos mudado ya dos años atrás. Levanté la vista del pan que estaba agarrando en mi tarea de hacer sándwiches para la cena. "má, se volvió a romper el crayón rojo" dijo quien hacía exactamente cuatro años era mi hija. Le habíamos puesto Mila, lo extraño era que el nombre lo había terminado eligiendo Martín. ¿Cómo habíamos llegado a eso? Ni idea, pero en el documento decía que se llamaba Mila Villamil. Si bien era parecida a mí, emocionalmente hablando, la mayoría del tiempo, físicamente era la copia exacta de Villamil. Tenía el mismo pelo castaño liso que tenía atado en dos colitas que ni le llegaban a los hombros y también tenía los ojos verdes. Lo único que probablemente podías señalar que era mío, era la sonrisa enorme que tenía.

"¿otra vez?" pregunté fingiendo sorpresa. Estaba obsesionada con pintar con crayones rojos y siempre se le terminaban rompiendo. "¿Qué les pasa a esos crayones rojos que vienen todos rebeldes?" levantó las palmas de las manos hacia arriba mientras levantaba los hombros y sacaba los labios como un puchero en señal de que no sabía. Me quedé mirándola un segundo antes de seguir con mi tarea de cocinar. "no te preocupes, ahora cuando llegue tu papá le decimos para comprarte más" Mila me dio una sonrisa enorme mientras aplaudía con las manos. Yo solía hacer lo mismo, la única diferencia es que ella era la niña más hermosa del mundo (visión completamente objetiva y no influenciada por el coincidente hecho de que soy su madre) y yo tenía una gran semejanza a una foca adiestrada.

"má... ¿te puedo preguntar algo?" habló ahora Mila con el tono de voz agudo y las palabras todavía no del todo claras cuando las pronunciaba. Asentí enseguida.

"Claro que sí mi amor. ¿Qué quieres saber?" hablé yo invitándola a que continuara mientras terminaba de poner el ultimo sándwich en el plato.

"¿Por qué papá te dice portón? Tampoco estás tan ancha" si hubiera estado tomando algo probablemente me hubiera ahogado. Me quedé mirándola por un segundo, viendo como sus ojos verdes estaban clavados en los míos esperando una respuesta.

"¿no estoy TAN ancha? ¿Quién te enseña a dar esos cumplidos a ti? Tu papá tiene que ser" me reí antes de rodear la mesa y levantarla por debajo de las axilas y ubicarla a mi costado, mientras pasaba un brazo por debajo de su cola "Villamil no me dice portón, me dice protón, que es una bolita muy chiquita que siempre está contenta. Cuando recién nos conocimos, él decía que yo estaba todo el tiempo de buen humor y que tenía demasiada energía positiva, por eso me empezó a decir así" le expliqué mientras caminaba hasta la habitación de ella. Tenía que bañarla antes de que fuera de noche y la hora de la cena.

"es verdad, siempre estás contenta. No eres como la mamá de Sofi, ella siempre le grita y se enoja cuando jugamos con las muñecas afuera de la habitación. Ni siquiera nos deja comer galletitas cuando tenemos hambre, dice que eso hace que los niños se pongan gordos" Bitch. Esa mujer era una resentida. Cuarentona, totalmente mantenida y encima tenía cuernos que ni la dejaban pasar por la puerta. Con su esposo solíamos ir a la misma clase de yoga y resultaba ser que él encontraba una particular atracción por la rubia de veinte tantos que daba clases y ella parecía tener alguna falla en la cabeza o algo así, porque lo encontraba atractivo a él.

Gracias a mi fan fic (Juan Pablo Villamil)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora