𝑿𝑽𝑰𝑰𝑰.- 𝑷𝒍𝒂𝒄𝒆𝒓𝒆𝒔 𝒄𝒖𝒍𝒑𝒐𝒔𝒐𝒔. 🌹

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Liam.
Sábado, 3:25 p.m.

Recién llegaba del centro comercial con toda su familia y después de agradecerle nuevamente a su papá por las cosas que le compró, subió corriendo a su habitación. Guardó las bolsas en el clóset y sacó su celular del bolsillo de su pantalón. Entró a los números de marcación rápida para hablarle a su novio.

Tres timbres y la llamada fue atendida.
Hola, solecito —saludó Zayn al otro lado de la línea.

—Zaynie, ¿estás ocupado?

—No, ¿por qué?

—A mi papá le dieron un ascenso y para celebrar nos llevó de compras —contó emocionado—. Tienes que venir, me compré muchas cositas que te van a gustar.

—Claro, llegó en cinco o diez minutos, ¿de acuerdo?

—Sí, aquí te espero. Adiós —mandó un par de besos y colgó.

Desde que su papá dijo que los llevaría de compras Zayn llegó a su mente.

Él tenía ciertos gustos que nunca pudo expresar con Jake por como este era (además de que no es como si le hubiesen dado ganas tampoco de mostrárselos), pero ahora con Zayn era diferente. Malik lo respetaba tanto y lo apoyaba en todo (además de que compartían varios gustos, tanto dentro como fuera de la cama), que estaba seguro de que amaría lo que compró tanto como él.

Le echó un largo vistazo a su habitación para asegurarse de que todo estaba en orden y después bajó a la sala para esperar a que su novio llegara.

El timbre sonó tan solo un par de minutos después y Liam no tardó más de cinco segundos en abrir la puerta.
—Hola —saludó sonriente.

—Hola —saludó Malik de vuelta antes de depositar un pequeño beso en los regordetes labios de su amado.

—Ven, pasa —dijo tomándolo de la mano y haciéndolo entrar a la casa. Cerró la puerta detrás de ellos y comenzó a caminar directo a las escaleras.

Geoff salió de la cocina para ver quién había llegado y sonrió al ver que se trataba de su yerno.
—Ah, hola, Zayn —lo saludó.

—Hola, Geoff —saludó el azabache de la misma forma, sin detener el paso, pues Liam no paraba de tirar de su mano.

—Vamos a estar en mi habitación —informó Liam apenas subieron las escaleras—, por favor no nos molesten. Gracias, los amo. —Dicho esto, entró a su pieza junto con su novio y cerró con todo y el pestillo.

—¿Y qué es eso tan maravilloso que te han comprado? —cuestionó Malik sentándose al borde de la cama.

—Ya verás —respondió emocionado llendo hasta el clóset. Sacó las bolsas de compras y fue hasta la cama—. Mira —vació la primera de tres bolsas (la más pequeña) dejando caer cuatro brillos labiales de distintos sabores: sandía, uva, cereza y piña—, estos me los compró mi mami porque me he portado muy bien.

Sonrió.
—Que lindo. —Tomó el gloss de sandía y lo abrió para olerlo—. Creo que este va a ser mi nuevo favorito —dijo volviéndolo a cerrar y dejándolo en su lugar.

Rosas: El reflejo del amor || Ziam Donde viven las historias. Descúbrelo ahora