Rosas: El reflejo del amor || Ziam

𝑰.- 𝑪𝒐𝒎𝒐 𝒖𝒏 𝒔𝒖𝒆ñ𝒐.🌹

Zayn enterró sus dedos, aún más, en las suaves y pálidas de caderas de su novio, Liam, para tener un mejor agarre y poder aumentar considerablemente el ritmo y profundidad de sus estocadas.

Las manos de Liam cedieron apenas su novio se encontró con su punto dulce. Cayó sobre un costado de su hermoso rostro angelical –que a pesar de que justo ahora estaba rojo, sudoroso, con los ojos cerrados y sus, gruesos y apetecibles, labios entreabiertos, seguía luciendo como la criatura más pura en todo el universo– dejando su trasero arriba por el agarre de Zayn.
—Más —suplicó inconscientemente. El ritmo que su novio llevaba ya era casi demasiado para él, pero sabía que a Zayn le gustaba llevarlo todo al máximo.

Malik cambió sus manos de las caderas a los hombros del castaño y dio todo de él.
—Me encantas —gruñó en su oído, después de unos segundos haciendo aquello.

El sonido de sus cuerpos chocando, los jadeo y gemidos de Liam, y los gruñidos y maldiciones de Zayn eran todo lo que se escuchaba en la casa entera.

El orgasmo los estaba alcanzando a ambos casi al mismo tiempo; Liam se corrió sin previo aviso con un agudo "¡Zayn!", y segundos después el moreno sintió llegar el suyo. Volvió a acelerar el ritmo tanto como pudo y pronto estaba descargando tiras y tiras de caliente semen dentro de su novio.

—¿Zayn? —habló Liam jadeante.

—Dime —respondió en el mismo estado.

—Te am-

¡Beep, beep, beep...! El molesto tono de alarma en su celular lo hizo despertar casi al instante, haciéndole saber que la hora de comenzar a arreglarse para ir a la preparatoria había llegado.
—Maldición —gruñó Zayn, molesto por haber sido interrumpido en la mejor parte de su sueño.
Estiró una de sus manos para tantear sobre el buró buscando su celular. Apenas dio con el, lo tomó y deslizó uno de sus dedos por la pantalla para detener la alarma.

Después de unos segundos más acostado, contó hasta tres y se sentó. Solo en ese momento se dio cuenta de que el orgasmo de su sueño había llegado a la realidad, su bóxer estaba pegajoso.
—Ugh, no —Se despojó de su ropa interior y la escondió debajo de su cama, su madre tendía a entrar a su habitación en busca de ropa sucia y por supuesto no quería que se encontrara con eso.

Siempre que soñaba con Liam (que era casi todos los días) terminaba de la misma forma: con el bóxer húmedo y pegajoso y lleno de frustración por ser despertado por su alarma justamente cada vez que el castaño le iba a decir que le amaba.

Liam Payne era el chico del que llevaba enamorado desde hace dos años, fue prácticamente amor a primera vista. Jamás olvidaría el día en que lo conoció:

Era el inicio de un nuevo ciclo escolar, su primer día en la preparatoria, y Zayn no podía estar más nervioso por ello. Había escuchado cosas terribles que pasaban ahí, que el bullying llegaba hasta niveles catastróficos y que sus principales víctimas eran los chicos de nuevo ingreso; especialmente los raros. Con eso lo supo todo, él sería la diversión de todos los abusadores.

Escondido bajo su enorme suéter negro, caminó cabizbajo hasta el que le dijeron sería su casillero para poder dejar algunas cosas que no necesitaba de momento. La capucha no le permitía ver lo que ocurría a los lados, por lo que cuando hubo guardado las cosas en su locker, no se percató de que el chico a su derecha estaba teniendo problemas para abrir el propio, hasta que este comenzó a lloriquear frustrado y darle palmadas a la metálica puertesilla.

No era su asunto si aquel muchacho no podía abrir el casillero, nunca nadie se compadeció de él, así que, ¿por qué él habría de hacerlo?...
«Porque yo sí soy una buena persona», respondió su subconsciente casi al instante. Bufó ante su pensamiento, se quitó la capucha y se giró hacia la derecha dispuesto a brindarle su ayuda al extraño.
—Oye, ¿necesi-... —No pudo terminar siquiera con su pregunta, el habla y la respiración se le fueron apenas sus ojos conectaron con ese hermoso espécimen. Zayn no era alguien creyente, pero justo ahora podía jurar que los ángeles existían y que el rizado parado frente a él, era uno de ellos.