𝑿𝑽𝑰𝑰𝑰.- 𝑷𝒓𝒐𝒎𝒆𝒕𝒆 𝒒𝒖𝒆 𝒏𝒖𝒏𝒄𝒂 𝒎𝒆 𝒅𝒆𝒋𝒂𝒓á𝒔. 🌹

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Liam.
Lunes, 2:37 p.m.

La amena charla que siempre tenían los Payne (exceptuando a Geoff) a la hora de la comida, fue reemplazada por un extraño silencio después de que Nicola hiciera una pregunta de lo más normal a su hermano menor. El cual, apenas oír las palabras de la rubia, eliminó su sonrisa y bajó la mirada a su plato para continuar comiendo en silencio como si ella no hubiese dicho nada.

Nicola intercambió miradas con su madre y su hermana, queriendo de alguna manera comprobar que no había dicho nada malo, a lo que ellas tan solo se encogieron de hombros.

Después de un par de segundos más, al ver que el rizado definitivamente no pensaba hablar, Karen decidió hacerlo:
—¿Pasa algo malo, cariño? —cuestionó a su pequeño.

El castaño dejó escapar un pesado suspiró y dirigió la mirada hacia su progenitora.
—Es por Zayn —dijo, y pronto las tres féminas comprendieron la situación.

—Ooh —dijo Nicola, sintiéndose mal de pronto por haber hecho la pregunta—, es verdad, lo siento.

Liam negó.
—No te preocupes, solo... No quiero hablar de eso, si no les molesta.

—Pues lamento tener que decirte que es inevitable que toquemos el tema, hermanito —habló Ruth, esta vez—. Esta es la última semana para que lo hagas, o si no eso quedará automáticamente cancelado. Así que, si yo fuera tú, me daría prisa.

Un involuntario puchero se formó en los labios del único chico.
—Es que no es tan fácil como parece.

Karen frunció los labios, tratando de comprender el dilema de su hijo.
—Sabemos que tal vez no es sencillo, amor, pero ya has tenido casi un mes para pensarlo y sigues en las mismas.

—Lo sé —dijo el rizado, acomodando sus brazos cruzados sobre la mesa y dejando caer su cabeza sobre ellos-. Ahora comprendo perfectamente ese dicho de estar contra la espada y la pared. Me siento justo así.

Su madre le acarició el cabello.
—Es una de las tantas cosas difíciles que implica convertirse en un adulto —dijo—. Habrá decisiones difíciles e importantes que sólo tú podrás tomar.

—No quiero ser un adulto —lloriqueó—. Quiero ser tu bebé para toda la vida. No quiero tener que lidiar con este tipo de cosas, me abruman.

—Escucha —dijo Karen, y su hijo se reincorporó al instante para verla a los ojos—, por el poco tiempo que ya queda, te vas relajar, vas poner las cosas en una balanza; "pros y contras" que cada decisión podría tener y en dos días quiero que ya tengas tu respuesta.

—Pero... No puedo hacerlo.

—Puedes —aseguró firme—, y lo harás. Además, no es por aumentar presión, pero tienes que tomar en cuenta que sea cual sea la decisión que tomes, influirá de forma abismal en tu futuro. Piensa en lo que quieres para ti —Dicho esto, se puso de pie, le besó la frente y tomó sus trastos sucios antes de irse en dirección a la cocina.

Ruth y Nicola también abandonaron el comedor tan solo unos segundos después debido a la enorme tensión. Terminarían de comer en su habitación.

—Estúpido el que inventó las responsabilidades —dijo, antes de dejar caer la frente en la mesa (sin llegar a lastimarse)—, estúpida adultez —Repitió la acción anterior—, estúpido corazón -Se dio un último golpe—. ¿Por qué no puedo ser un robot para decidir basándome únicamente en lo que más me conviene y no en cómo me sentiré?

[...]

Martes.
6:30 p.m.

El sol comenzaba a meterse, la suave brisa llevaba el delicioso aroma de las rosas plantadas en su jardín hacia él e inundaba sus fosas nasales, algunas aves cantaban a lo lejos y su novio lo abrazaba por detrás (sentados en los escalones del porche trasero) haciéndolo sentir amado y a salvo... Pero a pesar de esto, Liam no podía sentirse a gusto.

Rosas: El reflejo del amor || Ziam Donde viven las historias. Descúbrelo ahora